Quizás la pasión de Paul Newman por los coches no sea tan conocida en la historia de Hollywood como en el caso de Steve McQueen. Pero es que el señor Newman aparte de ser una de las más grandes estrellas del cine del siglo pasado y un gran filántropo (donó millones de dólares a causas benéficas) era también un apasionado de los coches y la competición.
De todos los coches que condujo, sin duda alguna el más icónico fue el Porsche 935 con el que Newman debutó en las 24 horas de Le Mans en 1979, y con el que acabaría consiguiendo tres victorias (Le Mans/1979, Daytona/1981 y Sebring/1983).
Un objeto de deseo entre los entusiastas (más pudientes) de Porsche que se reunieron en 2016 con el objetivo de hacerse con él. La subasta alcanzó un precio final de 4,4 millones de dólares.
Un coche que cae en la fina línea entre considerarse una obra de ingeniería o una obra de arte, independientemente de los matices de lo que estamos seguros es que se trata de una obra maestra.
Equipado con un motor bóxer de 675CV, tracción trasera con cuatro velocidades y una velocidad máxima de 360 km/h los rivales lo tenían muy difícil para intimidarle, especialmente en Le Mans.
Junto con Dick Barbour y Rolf Stommelen, Newman que en 1979 tenía 54 años, demostró que no sólo era una «cara bonita» sino que tenía los méritos suficientes como para enfrentarse a una de las pruebas de resistencia más duras del motor como Las 24 Horas de Le Mans.
Como curiosidad, en 1980, Appleaccedió a patrocinar el coche. Siendo la primera, y desde entonces la única vez en su historia que patrocina un coche de competición.
En 1981 llegaría la victoria en Daytona, competición a la que Newman tenía un cariño especial. Es más, a finales del año pasado, se subastaba por 17.8 millones de dólares el Rolex Daytona que su mujer, Joanne Woodward le regaló a Paul con un reverso en el que podía leerse grabado «Drive carefully» («conduce con cuidado»).
Un reloj que a Newman le sirvió para cronometrar los tiempos del 935, sin que justamente el paso del tiempo le intimidase. La edad significaba para él un número sin mayor relevancia.
Si bien las subastas suelen tener un cuidado especial a la hora de proteger la identidad del comprador, los medios revelarían poco después que el presentador de radio estadounidense Adam Carolla se había hecho con el 935.
Un confeso aficionado del motor, del que podemos ver este vídeo en el que por primera vez conduce en circuito su preciada adquisición.