Enzo Anselmo Ferrari nació en Módena (Italia) el 18 de febrero de 1898. Fue el fundador de la Scuderia Ferrari y más tarde, de la marca de automóviles que aún hoy lleva su nombre, Ferrari. Enzo, también conocido por sus seguidores como «Il commendatore», siempre fue un hombre luchador, creador, y por encima de todas las cosas, amante de los coches y de la velocidad.
Enzo Ferrari pertenecía a una familia de clase alta, pero muy trabajadora. Era el segundo hijo del industrial Alfredo Ferrari y siempre estuvo muy ligado a su familia. Sin embargo, tras las repentinas muertes de su padre primero y su hermano Alfredino (Dino) al poco tiempo, combatiendo en la I Guerra Mundial, Enzo tuvo que dejar sus estudios y ponerse a trabajar para el cuerpo de bomberos de Módena. Unos meses más tarde, él también fue llamado a filas, hasta que a finales de 1918, tras finalizar la guerra, en una Italia totalmente devastada, encontró trabajo como piloto de pruebas de la CMN (Construzioni Meccaniche Nazionali).
Enzo apenas ganaba dinero con este trabajo e incluso muchas veces le costaba conseguir comida. Sin embargo, empeñado en su sueño de ser piloto de carreras, Ferrari destinaba el poco dinero que tenía a construir y reparar algunos Alfa Romeo de competición, lo que logró llamar la atención de los directivos de la compañía y lo invitaron a trabajar en la marca y competir poco después con sus coches de carreras. De esta manera, y a pesar de las negativas de su madre, su debut como piloto de carreras en competición oficial sería en 1919 en la carrera Parma-Berceto. Desde 1920 a 1924, Enzo compite en varias pequeñas carreras pero sus resultados no fueron destacables y poco a poco, fue cambiando las pistas por los despachos.
En 1923 usa por primera vez el logo del Cavallino rampante a modo de talismán en un Alfa Romeo y no en un Ferrari, como se suele creer. El brioso corcel negro de crines largas había sido llevado por Francesco Baracca (héroe de la aviación italiana durante la I Guerra Mundial) en el fuselaje de su avión, y más tarde se convertiría en la firma de sus automóviles.
Seis años después, en 1929 es nombrado director deportivo de Alfa Romeo, creando dentro de la misma la conocida «Scuderia Ferrari”; una división de competición de Alfa-Corsa para correr con automóviles (la mayoría Alfa Romeo) y motos. Ese mismo año, Ferrari conoció a su mujer, Laura Dominica Garello, con quien se casaría y tendría un hijo: Dino. Aparte de Dino, Enzo tuvo otros dos hijos bastardos fruto de la historia de amor con su secretaria Lina Lard; Piero y Gustavo.
En 1939, diez años después de que Ferrari llegara a Alfa Romeo, los principales directivos de la empresa decidieron competir con su propio nombre de marca y no bajo la denominación “Scuderia Ferrari». Esta decisión no gustó a Enzo y decide abandonar la compañía, comprometiéndose a apartar a la Scuderia Ferrari del mundillo de la competición durante 4 años. En ese momento, Ferrari se convirtie en una empresa independiente conocida como «Auto Avio Construzioni Ferrari«, trabajando durante los primeros años para la compañía nacional de aviación en Roma, para Piaggio y para RIV.
Sin embargo, a pesar de sus avances profesionales, su vida familiar no era nada halagüeña. Su madre y su esposa Laura se odiaban y su primer hijo, Dino Ferrari, padecía distrofia muscular. Enzo sufrió terriblemente el no poder hacer nada por su hijo, e intentó detener su enfermedad con distintas dietas y medicinas importadas de varios países, pero, finalmente Dino muere en 1956 a los 24 años de edad, causando un intenso dolor en su padre. Desde entonces, Ferrari visitaba todas las mañanas la tumba de su hijo antes de ir a trabajar.
El primer coche de competición
Tras su marcha de Alfa Romeo, Enzo Ferrari empezó a trabajar en el que sería su primer coche de carreras y el primer Ferrari del mundo, con el único objetivo de vencer a los Alfa Romeo. Este coche fue denominado Tipo 815 ya que contaba un motor 8 cilindros y 1500 cc.
Sin embargo, poco tiempo después, con motivo de la II Guerra Mundial, Ferrari tuvo que parar la producción de este coche en la pequeña fábrica de Módena y convertirla en una fábrica de armamento militar. En 1944, la fábrica fue destruida por varias bombas y las instalaciones se trasladaron después a Maranello, donde permanecen a día de hoy.
El primer coche de «calle»
En 1947 se empezó a fabricar el primer automóvil deportivo de calle, el Ferrari 125 Sport que tenía un motor V12, pero del que finalmente sólo se fabricaron 28 unidades. El único objetivo de comercializar estos «coches de carrera matriculables», era única y exclusivamente mejorar la economía de la joven escudería.
En esta etapa el éxito dentro del mundo de la competición fue más que notable, al ganar seis ediciones seguidas de la carrera Mille Miglia, y nadie, ni siquiera el propio Enzo, intuía el éxito que se le venía encima. Al año siguiente de empezar el Mundial de Fórmula 1, logró la primera victoria y dos años más tarde, Alberto Ascari se convertiría en el primer bicampeón del mundo de este deporte.
En esta etapa, Enzo empezó con el desarrollo de varios vehículos sin precedentes hasta aquella época y con velocidades nunca antes vistas. Ferrari ganaba casi todas las competiciones donde participaba, pero los costes de estas carreras eran enormes y a Enzo se le acababa el dinero. Por eso, a pesar de su escasa falta de interés en la idea de comercializar sus «coches de carreras», Ferrari poco a poco comienza a vender versiones de turismos de sus coches deportivos.
Éxitos y fracasos a partes iguales:
En 1956, tras la repentina muerte de su hijo Dino, que había estado toda la vida enfermo, Enzo Ferrari entra en una profunda crisis emocional y comienza a lucir sus características gafas negras en señal de luto. Su mujer Laura no consigue tampoco aceptar la muerta de su hijo y comienza a padecer una enfermedad mental que provocaría la separación de la pareja unos años más tarde.
En 1957, un año después de la muerte de Dino, Ferrari sufrió otro durísimo golpe cuando el Marqués Alfonso de Portago, el primer piloto español de Ferrari- tuvo un accidente a 260 km/h en la carrera de Mille Miglia, matando con el a 10 espectadores. Hasta ese año, al menos 50 personas habían muerto a causa de algún accidente en los que un Ferrari (o Alfa Romeo en su etapa anterior) estaba involucrado, entre ellos, pilotos importantes como el antes citado Marqués de Portago o, unos años más tarde, Gilles Villenueve. El palo fue tan duro que Enzo se encerró durante un mes en su casa, sin querer recibir visitas. Incluso la justicia italiana le llegó a investigar por homicidio. A partir de ese momento, decide no acudir nunca más en persona a las carreras y traslada su residencia definitivamante a Maranello, trabajando sin descansar, ni siquiera en vacaciones.
Una de las historias más curiosas que se cuentan de la vida de Enzo Ferrari, tuvo lugar en los años sesenta, tras su «famosa» discusión con Ferruccio Lamborghini -un agricultor apasionado de los deportivos-, cuando este último acudió a Maranello, quejándose de la poca fiabilidad y resistencia de los Ferrari. Enzo, reaccionó increpándolo y contestando a Lamborghini que se dedicara a construir a tractores y le dejara en paz. A partir de ese momento, Lamborghini sólo tuvo claro una cosa: tenía que construir si o si, deportivos más fiables, potentes y duraderos que los propios Ferrari. Más de medio siglo después, la lucha entre ambos continúa.
El ocaso del visionario
A finales de los 60, la Scuderia Ferrari entró crisis y comenzó a pasar verdaderos apuros económicos. Estuvo a punto de ser comprada por Ford pero, no fue hasta 1969, cuando Enzo tuvo que vender el 50% de su compañía a la familia Agnelli, propietaria de Fiat, para conseguir la financiación suficiente para dar un salto de calidad en el mundo de la competición y las carreras, a la vista de las mejoras de los otros equipos contra los que competía. El acuerdo con Fiat contemplaba que Enzo se encargaría de la división de automóviles de carrera y Fiat fabricaría los turismos de Ferrari
En 1977, Enzo Ferrari renuncia al cargo de presidente de Ferrari por su delicado estado de salud y, un año más tarde, muere su mujer. Enzo, sólo entonces, reconoció oficialmente a su hijo bastardo Piero, que llevaba trabajando más de diez años en Ferrari, y le nombró vicepresidente de la marca y propietario de un 10% de la compañía (el 90% restante de Ferrari pasó a manos de Fiat).
Finalmente, el 14 de agosto de 1988 Enzo Ferrari muere debido a un fallo renal. Sin embargo, a pesar de todos sus éxitos, Enzo siempre decía que era un grave error llamarle triunfador: «Durante mi vidalohe perdido todo: a mi mujer Laura, a mi hijo Dino, mi primera fábrica, mi juventud, la pasión por las mujeres y muchas carreras, coches y pilotos”.