Todos los componentes mecánicos de un motor se han diseñado con una función en mente. Normalmente, cuando éstas ya han cumplido con su cometido, son desechadas y perdidas en el olvido, o fundidas en una siderurgia. Sin embargo, una pieza también es una obra de arte. Aunque cumpla con una función práctica, los sistemas de escape de antiguos Fórmula 1 pueden ser convertidos, por ejemplo, en esculturas.
Eso fue lo que debió de pensar Mike O’Connor, artista y fundador de Fastest Club, una entidad limitada a un selecto grupo de propietarios de coches históricos de monoplazas de Fórmula 1. Como una familia, viajan por todo el mundo con sus máquinas a varias carreras del actual calendario del Gran Circo y pasan tiempo en pista luciéndos, permitiendo a los aficionados verlos en acción y escuchar el estruendo de los motores V8, V10 y V12, ahora tan queridos y añorados.
0’Connor no es precisamente un hombre desafortunado en cuanto a posesiones. En su garaje tiene un Sauber-Ferrari C30 (chasis #4) que fue utilizado por Sergio Pérez en la temporada 2011, aunque afortunadamente no fue el que se estrelló en el Gran Premio de Mónaco ese año. Por suerte para nosotros, el coleccionista también tiene una Licenciatura en Arte, lo que lo llevó a tomar los sistemas de escape que tenía almacenados y hacer algo destacado con ellos.
Las esculturas son creadas en el taller de O’Connor en Suffolk, cada una de las cuales emplea una línea completa del sistema de escape de un Fórmula 1. Principalmente emplea los montados en el bloque Ferrari Tipo 056, un V8 de 2.4 litros que aceleraba hasta las 19.000 rpm, algo que ahora todos extrañamos. Fuera de la industria, pocos saben que un sistema de escape es una pieza se puede rastrear hasta dónde llegó y por quién fue utilizada.
El sistema de escape de un Fórmula 1 no es como el de un coche convencional. No son de acero, ni de titanio siquiera, como algunos superdeportivos. Están fabricados en Iconel, una superaleación hecha de níquel, cromo y otros metales que destacan por su fuerza excepcional y resistencia al calor. Es el mismo material que emplearon los motores del cohete Saturno V, y más allá de aplicaciones aeroespaciales y automotrices de alto nivel, solo se usa en componentes de reactores nucleares.
Cada una de estas esculturas se ha montado sobre una base de mármol italiano cuidadosamente tallada, con una placa que identifica su origen y dónde ha sido utilizada. Los precios varían significativamente debido a la rareza y conveniencia de ciertas piezas de Fórmula 1, pero el precio de una de estas obras de arte, generalmente, oscila entre los entre 4.500 y 32.000 libras, es decir, entre algo más de 5.000 y un poco menos de 40.000 euros al cambio actual.
La primera escultura realizada fue para la famosa esposa de un exitoso escultor británico, los propietarios de MOMO (la compañía italiana de equipo de competición y accesorios) tienen uno en su apartamento en Londres, y hay uno en Canepa, San Francisco. Esto es solo un pequeño número de propietarios de todos los que O’Connor tiene en su agenda, y los países a los que se envían estas obras de arte aumentan cada año.
Fuente: Silodrome
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