Hay preocupación por los coches chinos. Mientras Europa medita los pasos a seguir, en Estados Unidos han movido ficha. Y de qué manera. Han multiplicado por cuatro los aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes de China, que pasan del 25 % al 100 %, tal y como confirmaba la Casa Blanca este martes en un comunicado.
Este movimiento proteccionista va más allá de los coches. El gobierno de Joe Biden añade estas trabas comerciales a placas fotovoltaicas –estas del 25 al 50 %–, industria de semiconductores y grúas. Hay que «proteger a los estadounidenses de las prácticas comerciales desleales de China», indican. Afecta, según cálculos del ejecutivo norteamericano a importaciones de 16.667 millones de euros).
Parece que, al contrario que en Europa, no quieren que los incentivos para adquirir coches eléctricos que se preparan allí ayuden a empresas foráneas. Quieren que esa inversión de cientos de millones de dólares que ayude a la transición hacia el vehículo eléctrico sea también un apoyo para su industria y no para la del país asiático.
En 2024 también aumentarán los aranceles sobre las baterías de iones de litio para vehículos (y piezas) del 7,5% al 25%. Dos años más tarde sufrirán también este aumento las baterías de iones de litio que no se usen en vehículos eléctricos.
Cambio de estrategia
La Industria europea del automóvil es más dependiente de China que la Europea, ya que para muchas de ellas el gigante asiático es su principal mercado… y fabriquen allí muchos vehículos, de ahí que muchos fabricantes se posicionasen en contra de la opinión de Ursula Von der Leyen. En Estados Unidos argumenta su cambio de decisión más allá de la automoción. Aseguran que China controla «hasta el 90% de la producción mundial de insumos críticos para la industria tecnológica, de infraestructura y atención médica» y eso «crea riesgos inaceptables para las cadenas de suministro de Estados Unidos y la seguridad económica», según cuentan desde la Casa Blanca.
El exceso de capacidad y de exportaciones «amenazan con dañar significativamente a Estados Unidos”, algo que desde el Gobierno chino niegan: «el problema de exceso de capacidad china no existe».
También suben aranceles al acero y aluminio (por sus grandes emisiones que aceleran la crisis climática) y a los semiconductores –duplicándose al 50 % en 2025 – ya que según los responsables del ejecutivo estadounidense, «la rápida expansión de China corre el riesgo de expulsar la inversión privada de las empresas». Tras la pandemida de Covid-19 el país norteamericano invirtió 49.106 millones de euros para aumentar su capacidad de fabricación, investigación e innovación de semiconductores estadounidenses.
Lo mismo ocurre en elementos sanitarios… y anunciaron también que mantienen los aranceles sobre productos chinos por más de 300.000 millones de dólares (278.000 millones de euros) implementados durante la legislatura de Donald Trump.
A ver ahora la respuesta china.
Fuente: Europa Press