Cuando hablamos de víctimas mortales en carretera, hablar de cifras resulta frívolo. No son balances contables sino personas con nombres y apellidos, es por ello que el objetivo no puede ser otro que las cero víctimas mortales.
Es por esta razón que si bien España ha sido incluso ejemplo a nivel europeo en cuanto a la eficacia de sus políticas en materia de seguridad vial, resulta preocupante el cambio de tendencia de estos últimos años.
Como podemos observar en el gráfico relativo a la evolución del número total de víctimas tanto en carretera como zona urbana, a partir de 2014 el número de víctimas deja de disminuir y comienza aunque leve un aumento en tan terrible estadística.
Han aumentado los desplazamientos
La movilidad, especialmente en las zonas urbanas está experimentando un cambio sin precedentes. Si hablamos en términos absolutos han aumentado los desplazamientos como consecuencia de la mejora económica, lo que supone un aumento por mera estadística de la exposición al riesgo colectivo e individual. Por otro lado, la irrupción de empresas de la nueva economía ha supuesto un aumento de las entregas a domicilio con unas plataformas de logística en muchas ocasiones precarias y peligrosas para el transportista.
Ante la creencia popular que dice que la siniestralidad se concentra principalmente en los trayectos cortos, la realidad es que los desplazamientos largos siguen suponiendo el mayor porcentaje sobre el total de siniestros, y más en concreto de los accidentes mortales.
La edad media de los turismos es cada vez más alta
Con motivo de la crisis económica, los españoles han ido retrasando cada vez más la renovación de su vehículo llegando al punto de que la edad media de los turismos en nuestro país se sitúe entorno a los 12 años. Algo que resulta preocupante no sólo para los concesionarios y marcas, sino porque hay una demostrada correlación entre la antigüedad de un turismo y la probabilidad de fallecimiento en caso de accidente.
Así mismo, los coches más antiguos carecen de dispositivos de seguridad clave en la prevención de accidentes como sensores de colisión o la frenada automática de emergencia.
Ha disminuido la vigilancia en carretera
Una vez más y debido a los recortes sucedidos en los principales cuerpos de seguridad tanto a nivel estatal como autonómico, la plantilla de efectivos de tráfico se ha reducido considerablemente.
A esto hay que añadirle que el efecto disuasorio de los radares sobre el exceso de velocidad cada vez tiene menor impacto en los conductores. Su percepción por parte de los ciudadanos sigue siendo la de instrumentos meramente recaudatorios que en 2017 recaudaron nada menos que 70.673.332,33 €. Aunque su eficacia por parte de los expertos en materia de seguridad vial también está muy en duda, principalmente por la ausencia de los mismos en puntos críticos con gran concentración de accidentes.
Se ha desplomado la inversión en el mantenimiento de carreteras
España era en 2015 el tercer país del mundo con más kilómetros de carreteras estatales. Tal envergadura de infraestructura necesita de forma obvia un exhaustivo y continuo mantenimiento que requiere de una considerable inversión económica. Sin embargo, esta inversión se congeló de tal forma que el presupuesto de mantenimiento es similar al de los años ochenta.
Si bien hay voces que son escépticas con la causalidad del estado de las carreteras sobre los accidentes de tráfico mortales, lo cierto es que siguen habiendo un gran número de trazados que resultan anacrónicos desde el punto de vista de la movilidad y también desprovistos de unos mínimos elementos de seguridad.
Hay cada vez más conductores mayores de 65
España, al igual que los países que conforman su continente está inmersa en una grave crisis demográfica en la que por primera vez en su historia el número de fallecidos supera a los que nacen. Esto ensancha la pirámide poblacional en sus edades más altas lo que significa que en las carreteras hay cada vez más conductores mayores de 65 años. A partir de esta edad, perdemos ciertas facultades y reflejos que unido a una salud más vulnerable aumenta el riesgo de muerte en caso de accidente.
Así mismo, está científcamente comprobado que el consumo de ciertos medicamentos tienen efectos sobre la conducción similares a los derivados del consumo de alcohol y/o drogas.
Conducimos cada vez más distraídos
Las prisas, la dependencia del móvil, los continuos atascos son sólo algunas de las circunstancias que se encuentran detrás del dato que cifra a la distracción como una de las principales causas de accidente en nuestro país y en la Unión Europea.
Pero el conductor no siempre tiene toda la culpa, la señalización y ciertos elementos de las ciudades contribuyen a la pérdida de atención del conductor que a determinadas velocidades el tiempo de reacción puede ser fatal. Aún habiendo medidas específicas para la prevención de este tipo de accidentes se necesitan más esfuerzos colectivos para mejorar este aspecto.
Se necesitan más campañas de concienciación
Las campañas de comunicación orientadas a la educación y sensibilización en los conductores son clave. Hace poco la DGT aumentó la inversión en publicidad dado el repunte de las muertes en carretera. Y es que la eficacia de estas campañas ha sido crucial a la hora de poner sobre el foco los peligros que suponen el exceso de velocidad o el consumo de sustancias sobre nosotros y los demás.
En este apartado también entra la colaboración de los medios a la hora de realizar constantes mensajes de prevención e información que estadísticamente van ligados a una menor tasa de accidentes de cualquier tipo. Es por ello que la ignorancia en general y en este caso en particular supone un coste que no nos podemos permitir costear.
Fuente: El País