El novelista Roald Dahl era un firme defensor de que «los adultos son criaturas llenas de caprichos y secretos». En parte, esas características son las que llevan al éxito pero, en otras ocasiones, ese egoísmo conlleva el freno de un gran avance humano y en este caso automovilístico. Y es que se ha demostrado que el intercambio de datos entre fabricantes automovilísticos podría ayudar a que la circulación de los coches autónomos llegara con mayor antelación.
No obstante, los fabricantes de coches prefieren mantener sus datos guardados bajo siete llaves, lo que conlleva tener que superar, a la larga, retos más complicados. Investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) han realizado un estudio durante un año en el mismo tramo de carretera que revela que el tiempo, la iluminación y las características de la calzada pueden variar ampliamente en un período de tiempo corto.
Los coches autónomos tendrán que enfrentarse cada día a vehículos en movimiento, coches aparcados en distintas posiciones y cambios de iluminación, entre otras circunstancias. “Después están los cambios a largo plazo”, explica Will Maddern, investigador del Mobile Robotics Group de la Universidad de Oxford. En concreto, deberán afrontar parámetros como “la construcción, las obras en la carretera o los cambios estacionales en la vegetación”, según relata el experto.
“Este conjunto de datos es una maravillosa aportación al campo”, afirma John Leonard, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que ayudó a desarrollar los algoritmos para los coches autónomos y que actualmente colabora en una investigación llevada a cabo por Toyota. A lo que agrega que “el conjunto de datos a gran escala y de larga duración pueden proporcionar un enorme impulso para el ritmo de los progresos”.
Y es que si las empresas del mundo del motor que caminan por el mismo sendero autónomo compartieses sus datos podría acelerarse el aterrizaje definitivo de la tecnología que promete terminar con los accidentes y salvaguardar así a los conductores. “Creo que sería genial si más grupos que trabajan en los coches autónomos pudiesen compartir sus conjuntos de datos y también poner más herramientas a disposición de todos como fuente abierta”, sentencia Leonard.
Google se lanzó a las vías circulando cautelosamente con su coche autónomo, tanto que se llego a comparar con la conducción de una abuela. Las pruebas que han ido realizando desde 2014 permiten saber que estos vehículos sufrían dificultades ante la proximidad de las rotondas más concurridas. Y es que, los Google Car daban vueltas durante minutos antes de divisar la manera de salir de una glorieta. A esta problemática, se une la descubierta por el equipo de Oxford ya que durante la investigación de esos 10 kilómetros el ayuntamiento tuvo que cambiar tres veces de lugar una misma rotonda.
“Sigue siendo un problema abierto” por lo que “uno de los motivos por el que recopilamos estos datos fue identificar dónde fallarán estos sistemas”, afirma Maddern en referencia a los mapas detallados que utilizar la mayor parte de las compañías incluido Google. Sin embargo, otras empresas como por ejemplo Tesla Motors dependen del procesamiento de imágenes y datos de sensor para detectar obstáculos. Pero ambos métodos, según declaran los investigadores, sufrirían problemas ante los parámetros comentados anteriormente.
Por su parte, Gill Pratt (CEO del Toyota Research Institute en California) vislumbra que dados los avances que supone de cara a la seguridad vial, las compañías de coches también podrían considerar trabajar juntas y es que tener claro que “es importante que no siempre tenemos que trabajar solos. Nuestra gran esperanza es una competencia constructiva y también la colaboración entre todos los fabricantes de vehículos, empresas, gobiernos y fabricantes de hardware”. Un pequeño paso en estas líneas lo ha dado Google al casarse con Fiat Chrysler Automobiles para crear minivans autónomas.
Fuente: MIT Technology Review