Las persona que no sean una apasionadas del motor jamás entenderán el comportamiento de un coleccionista de coches. Es muy posible que los considere un loco. Y mucho menos entenderán a John Moir. Durante más de medio siglo, este maestro de la escuela secundaria de New Hampshire, con una pasión por los automóviles desmedida, se dedicó a coleccionar máquinas de cuatro ruedas hasta completar una fabulosa colección que abarcase todas las letras del alfabeto, de la A a la Z.
Lo hemos conocido tarde, porque la colección de coches de John Moir ha sido ya vendida, el 9 de octubre, en la subasta de Hershey de RM Auctions. No ha debido ser fácil deshacerse de esta obra maestra, el mejor viaje abecedario por la historia del automóvil que se haya reunido jamás, comenzando por el AC AC 2-Litros Sports Tourer de 1950 hasta el Zebra Tipo A Runabout de 1910.
«John (bajo estas líneas con siete años y el coche familiar que conservó), estaba muy orgulloso de esta colección, y sólo sus herederos han decidido venderlos porque no les atraía demasiado mantenerlos», asegura Don Rose de RM Auctions, que conoció a Moir y su esposa Heather en 2007 y tomó las riendas del la venta.
Rose dice Moir mantuvo sus bebés mecánicos «en un lugar bautizado por él como granero de coches. No fue pensado nunca como un museo, pero al parecer Moir siempre recibía con los brazos abiertos al visitante ocasional que demostraba ser lo suficientemente ingeniosos para encontrar su guarida. «Se convirtió en una especie de leyenda», asegura Rose. «Nada guataba más a John que mostrarlos a la gente que iba a verlos. Cada coche tenía algún tipo de historia para él».
Lo mejor de la colección, según explican desde RM Auctions, es que, comenzó con esta afición mucho antes de que el coleccionismo de coches, un fenómeno relativamente reciente, se pusiese de moda (además de poder ser una inversión rentable). Y, además, tenía un enfoque muy poco convencional. «Una vez tuve un cliente austriaco que me dijo: Creo que voy a empezar una colección que abarca el alfabeto, ¿qué te parece? Le dije: Lo sentimos, se ha hecho. ‘Juan llegó primero», comenta Rose
Moir estuvo presente en la subasta en Pensilvania, viendo cómo su flota se dispersaba… Debió ser un momento muy duro para él… pero sin duda es una forma de gestionar su colección de coches en persona, hasta el final. Estas son casi todas las maravillas (hay más, pues incluía 37 vehículos) a las que dijo adiós la semana pasada:
A. 1958 AC Ace-Bristol. 341.000 dólares
Este famoso AC Ace (el coche que en el futuro sería rediseñado por Carroll Shelby y vendido como AC Cobra) es totalmente original, incluso con el techo de fábrica (algo muy raro). Monta el motor Bristol de 1.971 cc, seis cilindros y 125 CV, que lo hacen un coche para conducir y disfrutar. Su diseño (que recuerda a las barchettas Ferrari) se basó en un coche de carreras diseñado por John Tojeiro, fue presentado en el Salón de Londres en octubre de 1953, y fue el producto estrella de la marca AC.
B. 1911 Brasier 11/15 HP Runabout. 44.000 dólares
En 1912, el padre de Moir viajó desde su casa en Chestnut Hill, Massachusetts, a Nueva York, donde visitó las instalaciones de Flandreau & Company, una empresa importadora de automóviles franceses tempranos. Allí se encontró con un Brasier.. que se convirtió en su primer coche. De inmediato se dirigió de nuevo a Boston y en él le enseñó a su novia a conducir.
Su motor de 1.551 cc de cuatro cilindros tenía apenas 11 CV, transmisión manual de tres velocidades con engranaje deslizante, eje delantero sólido con semi-elíptica suspensión de ballestas, eje rígido trasero con suspensión de barra de torsión, y frenos de tambor en las ruedas traseras. En 1983 la hermana de John Moir se enteró de que el museo Larz Anderson lo vendía… y John se puso en contacto con ellos hy logró que volviese a la familia.
C. 1930 Cadillac V-16 Roadster by Fleetwood. 1.100.000 dólares
Esperaban alcanzar entre 450.000 y 650.000 dolares por él… Pero la estrella de la subasta alcanzó el doble. Es el modelo que aparece en la portada del folleto, esa foto de 1933 en la que aparece el coche con un niño de siete años… que es el propio John Moir, posando frente al coche que acababa de comprar su padre. Desde entonces, el coche, uno de esos enormes coches del Gran Depresión, con un motor V16 de 275 CV permaneció en la familia.
D. 1900 De-Dion Bouton Vis-a-Vis. 96.250 dólares
El coche más antiguo de la colección es este De Dion Bouton Vis-a-Vis de 1900, que se esperaba vender por unos 50.000 dólares y duplicó su valor. Vis-a-vis es una expresión francesa que significa cara a cara, y en este caso se refiere al hecho de que los asientos iban enfrentados entre sí. Cosas del inicio de la automoción.
A Moir le encantó este coche porque el eje trasero del De Dion era muy avanzado para la época. El vehículo entregaba su potencia a las ruedas a través de semiejes flexibles. «La idea era reducir el peso no suspendido a las ruedas traseras», cuenta Moir impresionado escribe en el catálogo de RM Auctions. «Siempre he dejado abierta la tapa del diferencial, de manera que los visitantes puedan ver el diseño».
E. 1911 E-M-F Model 30 Speedster. 30.250 dólares
En 1908, Walter Flanders, de Ford, se había unido con Barney Everitt, que había construido carrocerías de automóviles, y William Metzger, que ha sido tenido el primer concesionario de automóviles de Estados Unidos. Juntos, Everett, Metzger y Flanders produjeron en masa un coche de precio medio dalgo más caro que los Ford. El ingeniero jefe, William Kelly, diseñó un motor de 3.703 cc y 30 CV de potencia, montado que enviaba su potencia a las ruedas traseras a través de una transmisión de montaje trasero de tres velocidades. ¡Sí, un eje transversal en 1908! Sabían lo que se hacían… Y John Moir lo que compraba.
F. 1933 Ford V-8 «Woody» Station Wagon. 82.500 dólares.
Es, por así decirlo, el padre de todos los Woodie cars (vehículos con carrocería parcial o total de madera), por lo que puede hasta considerarse un híbrido entre coche y diligencia. En su día eran propiedad exclusiva de gente acomodada, ya que, al igual que los barcos, los paneles de madera tenían que ser desmontados y barnizados cada año para prevenir la putrefacción.
G. 1914 G.N. Cyclecar. 110.000 dólares
Para los amantes de deportivos británicos extravagantes, los nombres H. Ronald «Ron» Godfrey y Archibald Frazer-Nash no necesitan presentación, ya que éstos eran los hombres que dieron al mundo los HRG y Frazer Nash, coches anacrónicos pero divertidos. Mucho antes lanzaron este GN, en 1910, una especie de cyclecar, «en muchos sentidos, la versión de latón en la era de microcoches», según nos cuenta RM Autions.
Una especie de antecesores del BMW Isetta y Messerschmitt, coches larguiruchos, movidos por pequeños motores de motocicletas y que eran disfrutados por la alta sociedad en ambos lados del Atlántico durante la década de 1910 y principios de 1920. Eran baratos y divertidos, y gracias a la poca cilindrada (1.087 cc y 10 CV en este caso), podría registrarse como motocicletas, ahorrando propietarios muchos impuestos. Y, según cuentan, con una experiencia de conducción absolutamente única.
H. 1953 HRG 1500 WS Roadster. 60.500 dólares
Tras la desaparición del G.N., H. Ron Godfrey se asoció con Major Edward Halford y su compañero de automóviles de Guy Robins para formar la HRG Engineering Company. Juntos, trabajaron en el desarrollo de un coche deportivo que utiliza un motor de cuatro cilindros Meadows y fue construido sobre un chasis bastante primitivo, con un sólido eje tubular delantero y un eje trasero rígido… compensaba en las curvas lo que perdían en las rectas con coches más potentes (apenas contaba con 65 CV su motor tetracilíndrico de 1.496 cc).
De los 241 coches producidos en dos décadas, una docena fue enviada a los Estados Unidos, de los cuales el coche de la Colección Moir es uno, impulsado por un motor Singer modificado, que proporcionan un rendimiento significativamente mejor. De hecho, esta unidad fue la primera con motor Singer y también cuenta con frenos Girling de tambor hidráulico en las cuatro ruedas, las correas de cuero del capó y los guardabarros de carreras de estilo motocicleta opcionales.
I. 1901 International Charette Double Phaeton. 77.000 dólares
RM Auctions presenta este coche como «un encantador veterano británico para toda la familia». Desde luego, La colección de John Moir cuenta con muchos ejemplares de su mayor pasión particular: los automóviles de edades muy tempranas, de los que está particularmente orgulloso. De hecho, pocas colecciones en los Estados Unidos incluyen tantas unidades y tan tempranas de Europa, como esta de 1901, de The International Motor Car Company, de Londres… aunque en realidad tiene corazón fránces, un 823 cc monocilíndirco que rendía 6 CV.
La Charette se fabricaba en Coventry por la Empresa Allard, que había construido previamente triciclos y coches bajo su propia marca a partir de 1899 hasta 190, con motores de diseño Dion refrigerados por agua montado en el frente (muy avanzado para 1901), que movía las ruedas traseras a través de dos correas de cuero.
J. 1928 Jowett 7/17 Sports Racer. 38.500 dólares
Los hermanos de Yorkshire, Ben y William Jowett, comenzaron la construcción de coches y motos en 1904. Su diseño más exitoso, perfeccionado tras la Primera Guerra Mundial, fue este Jowett 7, un económico biplaza impulsado por un motor de dos cilindros opuestos refrigerado por agua. Los hermanos hicieron miles de estos pequeños coches, incluyendo, en 1928, 15 biplazas de carreras sin puerta de aluminio, que fueron utilizados principalmente con fines publicitarios. Fueron los precursores de los grandes Jowetts deportivos que vendrían en décadas siguientes. Se cree que esta unidad es el único Jowett de preguerra en EE.UU.
K. 1911 Kelsey Model M Motorette. 49.500 dólares
Con un nombre tan inolvidable como los coches que fabricó, Cadwallader Washburn Kelsey tenía una obsesión: construir un automóvil más barato que el Ford Model T. Lo hizo con el Motorette de tres ruedas. Su única rueda trasera era impulsada por un motor bicilíndrico refigerado por aire en los primeros modelos y posteriormente enfriado por agua, con el radiador montado detrás del motor. Para evitar que el vehículo fuese estable, Kelsey diseñó una de las primeras barras de torsión antibalanceo.
El M Motorette de la Colección Moir es quizás el ejemplo mejor restaurado salido de la factoría de CW Kelsey, gracias a que un neoyorkino que lo compró a principios de 1960 se dedicó a su restauración al máximo nivel.
L. 1934 Lancia Augusta Special Tourer by Marc. 143.000 dólares
Pensaban superar los 300.00 dólares, pero parece que el color verde del coche no tuvo demasiados adeptos. Por lo demás, este Lancia es impresionante, desde su diseño Art Deco (pionero en este sentido) a su motor V4 y suspensión delantera independiente. Fue diseñado y carrozado por Freddie Richmond, de Goodwood, uno de los lugares más importantes de las carreras de coches y donde cada año amantes de los automóviles se congregan para celebrar su pasión.
M. 1926 Morgan Aero Three-Wheeler. 55.000 dólares
Otro de esos deportivos británicos iconoclastas, con un curioso motor bicilíndrico MAG, de 980 cc refrigerado por agua que rendía 9 CV. Es también el primer vehículo que Harry Morgan, conocido por sus amigos como «HFS», construyó con tres ruedas, en 1909, antes de que este trike fuese evolucionando con los años… pero manteniendo el espíritu deportivo y su diseño icónico.
N. 1953 Nash-Healey Sports Roadster. 71.500 dólares
Mientras cruzaban el Atlántico en el Queen Elizabeth, el inglés Donald Healey y George Mason, mandamás de Nash-Kelvinator hablaron de la posibilidad de colaborar en un coche deportivo. Hubo acuerdo y varios bloques de seis cilindros de 140 CV, asociados a una caja de cambios de tres velocidades con sobremarcha se enviaron a Warwickshire, Inglaterra. Allí, lo aparearon con chasis Healey Silverstone y una preciosa carrocería Panelcraft diseñada por Healey. La producción comenzó en el año 1951.
El caso es que el año siguiente Mason encargó al italiano Battista «Pinin» Farina que actualizse el Nash-Healey.. y llegó la carrocería de alumino para una serie de 150 unidades. En total, solamente se fabricaron 506… Y Moir consiguió el suyo ya que se lo vendió un amigo de New Hampshire, Robert Valpey.
O. 1904 Orient Buckboard. 30.250 dólares
«El automóvil más barato del mundo. Todo el mundo debería tener uno». Así rezaban los anuncios del Orient Buckboard, fabricado por Waltham Manufacturing Company, de Massachusetts. Esta empresa, tras fabricar bicicletas, triciclos motorizados y cuatriciclos decidió empezar sus propios motores en 1902.
En 1902, Waltham ya fabricaba sus propios motores.. y sobre uno de ellos (un monocilíndrico refrigerado por aire de 4 CV) se montó un chasis de acero muy simple, sin apenas suspensión, un cuerpo y guardabarros de madera y ruedas de alambre. Prácticamente un carruaje sin caballos, sí, pero solamente así pudo ser uno de los automóviles más baratos disponibles hace un siglo. John Moir se hizo con su Orient Buckboard en el Reino Unido.
P. 1937 Packard Six Station Wagon. 170.500 dólares
Hoy los Station Wagon se ven por doquier, pero hasta los años 40 este tipo de vehículo se veía sobre todo en las zonas rurales… ya que eran los vehículos que transportaban a trabajadores y su equipaje. Los propietarios de estos coches solían ser ricos terratenientes, normalmente con más coches (solía ser un sedán) en su garaje… hasta que Packard decidió combinar ambos modelos a mediados de la década de 1930, para ayudar combatir la Gran Depresión.
El Packard Station Wagon se lanzó a mediados de 1937 con motores de seis cilindros y ocho cilindros. Hasta el más básico era caro, ya que su carrocería estaba hecha a mano. Alcanzó un precio muy alto y es de entender ya que el primer año apenas se fabricaron 60 unidades… y una era esta.
Q. 1905 Queen Model B Runabout. 52.250 dólares
C.M. Blomstrom, de Detroit, Michigan, fue uno de los pioneros del automóvil en la ciudad del motor… uno de esos que nunca triunfó. El Queen, lanzado en 1904, contaba con un motor de un cilindro de 8 CV de potencia y al año siguiente completó la gama con versiones más potentes de dos cilindros (como la unidad subastada) y cuatro. Alcanzó un precio muy alto por tratarse de un fabricante extraño… que además dejó pocos coches tras él.
R. 1931 Rolls-Royce 20/25 Drophead Coupe by Worblaufen. 66.000 dólares
Todo indica que este Rolls-Royce 20/25, con chasis número GFT31, fue construido para el Sr. J. Rubin, de Ginebra, Suiza. Su carrocería original fue atribuida primero a Million Guiet, de París, Francia, y luego a Gangloff.Cuenta con un motor de seis cilindros en línea que rinde 100 CV, acoplado a un cambio manual de cuatro velocidades. Moir se hizo con él en 1983 y RM Auctions asegura que es una base perfecta para una restauración ejemplar.
S. 1913 Spacke Cyclecar Prototype. 38.500 dólares
Fue en 1992 cuando Moir se hizo con este prototipo único de cyclecar, hoy restaurado de modo ejemplar. Es obra de los tiempos en que Indianápolis rivalizaba con Detroit para ver qué ingenieros eran más audaces. Uno de ellos fue Fred W. Spacke, que fabricaba motores de uno y dos cilindros refrigerados por aire, primero para motocicletas y luego para estos cyclecars que se hicieron populares en Europa y luego en los Estados Unidos en la época de la I Guerra Mundial.
Movido por un motor de 13 CV, no hay números de chasis en ningún lugar del coche, que apenas consiste en dos asientos montados en un chasis de acero sencillo, sin defensas, con los faros como única ornamentación. Esto hace pensar a Moir que probablemente fue un prototipo o, según sus propias palabras, «construido a propósito para la novia de alguien».
T. 1958 Triumph TR3A Roadster. 22.000 dólares
Un coche para un gentleman al que le gusta conducir. Así podríamos definir a los Triumph. John Moir se hizo con esta unidad, la última iteración del TR concept, de un Triumph TR31 que pertenecía a un caballero que vive a apenas 30 km de donde Moir veranea. Su motor de cuatro cilindros en línea y 1.991 cc rinde 100 CV y garantiza diversión al volante (una vez sea puesto a punto, pues lleva tiempo parado). El color, British Racing Green y su interior de cuero negro, muy espartano, lo convierten en un «caramelo» muy apetecible.
U. 1911 Unic GS Roi-des-Belges by Gordon. 30.250 dólares
A John Moir le gustaban los coches raros… pero este es único. Su creador fue Georges Richard, heredero de la firma de Richard, creada en París en 1850 para hacer metros, equipos fotográficos, y, más tarde, bicicletas. Como otros fabricantes de bicicletas, la empresa pasó a hacer carruajes sin caballos en 1897. En 1901 ficharon al ingeniero Henri Brasier, el motivo por el que la empresa pasó a conocerse como Richard-Brasier y luego, simplemente, Brasier. Sí, la misma empresa que construyó el primer coche del padre de John Moir… (ver la letra B).
George Richard llegó a establecer una segunda compañía, Unic, en 1906, cuyo nombre procede de sus planes para construir bloques de dos cilindros de un solo tamaño que podían usarse para crear motores de cuatro o seis cilindros… entonces una idea «única». En 1911, se lanzó este monobloque motor (el nombre pervivió) de cuatro cilindros con 800 cc del Unic GS. John Moir lo compró en Sudáfica.
V. 1956 Volkswagen Type 1 Beetle. 4.950 dólares
El más modesto de la colección, pero especial ya que el último coche comprado por el padre de John Moir en 1956 para usarlo solamente para ir a la estación de tren cercana. Su color gris lo hacía indistingible de otros, por lo que el padre de John resuelto colocó una cola de zorro del espejo retrovisor del coche.
Está sin restaurar, pero además del valor sentimental es especial porque se trata de uno de los últimos Beetles fabricados con la pequeña ventana en la parte trasera, en lugar de la ventana de dos piezas original o el panel de una sola pieza mayor que vendría después.
W. 1921 Wolseley Ten Coupe. 13.750 dólares
El «chollo» de la subasta, ya que se esperaban alcanzar unos 50.000 dólares. Pero no deja de ser curioso. Muchos fabricantes de automóviles tuvieron inicios raros, pero la palma se la lleva el fabricante británico Wolseley, establecido en Birmingham en 1896 como la Wolseley Sheep Shearing Machine Company (sí, máquinas de trasquilar ovejas). Ese año, su gerente Herbert Austin fabricó un carruaje sin caballos de tres ruedas y en 1914, Wolseley llevaba al Reino Unido su producción de automóviles (fabricó 3.000 unidades).
John Moir señala que su Wolseley Ten Coupe fue construido en 1921, pero en realidad no registrado hasta 1923 «Este coche pertenecía originalmente, creo yo, a una dama baja, por la distancia a los pedales del embrague y freno. Era acomodada, creo, por las alfombrillas de coco y el interior de pana elegante, de buen gusto».
X. 1999 Xanthos 23B. 41.250 euros
El coche más nuevo de la colección también completa el siglo y es, como todos, un coche especial. Este «misil» de carreras de baja altura fue idea de tres ingleses, que en 1997 decidieron que el mundo necesitaba una versión modernizada de los Lotus 23 Racer de mediados de los años 60. Ellos copiaron la carrocería y bajo el capó colocaron el motor de un Toyota o de un Lotus. Moir eligió este último.
Y. 1923 Yellow Cab Model A-2 Brougham Taxi. 33.000 dólares
Este «Yellow Cab» fue la última adquisición realizada para la colección de la A a la Z. Moir relata que había estado desesperado por encontrar una «Y» interesante, de hecho, un amigo le había ofrecido un Yugo… pero declinó la oferta.
Finalmente, un día en 2000, un amigo le mostró una fotografía de un Yellow Cab de 1923 en el Imperial Palace Auto Collections en Las Vegas, un lugar conocido por su amplia variedad de automóviles extraños y maravillosos (algún día os contaremos nuestra visita a este templo). Al instante, supo que esta era la «Y» que completaría su colección. Además de tener impecable su motor de 18 CV, cuenta también con numerosos accesorios originales.
Z. 1910 Zebra Type A Runabout. 24.750 dólares
El Le Zebre se fabricó en Puteaux, Francia, entre 1907 y 1931 como uno de los primeros coches asequibles de Europa, destinados como transporte sencillo para todos los públicos. Se montó en un sencillo chasis de acero que era impulsado por un motor de un solo cilindro y estaba disponible con luz y una pequeña carrocería de dos pasajeros. El diseño era muy sencillo.
¿De dónde viene este nombre tan poco común? Cuenta la leyenda que al lado de la fábrica había un establo con un caballo muy característico a rayas, y la compañía fue nombrada Zebra por ese motivo (solucionando a Moir una de las letras más complicadas, por otra parte). El bajo coste hizo al Le Zebre popular, pero pocos han sobrevivido al siglo pasado.
Fuente: RM Auctions
Galería de fotos: Darin Schnabel. Cortesí de RM Auctions