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Luis Ramos Penabad

Los coches sin conductor, como los pilotos profesionales

Hace un par de años nos preguntábamos cuándo ganará un coche sin conductor a un piloto, con motivo del tiempo que el Audi TTS autónomo había marcado subiendo a Pikes Peak. Pues bien, ese momento ha llegado, o al menos está mucho más cerca, ya que, en este tiempo la Universidad de Stanford ha seguido desarrollando el coche.

A diferencia de lo demostrado en Pikes Peak en el 2010, el coche autónomo bautizado  como Shelley ya alcanza velocidades de 120 km/h y sus tiempos por vuelta en el Thunderhill Raceway en California son solamente un poco más lentos que los de expertos conductores de coches de carreras.

El Centro Stanford para la Investigación Automotriz (CARS) y Volkswagen han estado colaborando en vehículos autónomos desde hace bastante tiempo, que se remonta a la victoria conjunta de la Challenge DARPA en 2005.

Shelley va unos cuántos pasos por delante de aquellos primeros coches autónomos. El Audi TTS es un coche formidable, con un motor sobrealimentado de 265 CV de potencia con una transmisión automática de doble embrague, que en conjunto impulsan el Audi a una velocidad máxima limitada electrónicamente de 250 km/h). Acelera de 0-100 km/h en  4,7 segundos y apenas recorre 35 m para parar en seco desde 100 km/h.

Shelley, por supuesto, difiere de un Audi TTS normal… en que tiene un cerebro. El conjunto de sensores hace que pueda conducir autónomamente, aunque necesita diferentes programas para diferentes condiciones de conducción. Pero no te equivoques. La ruta de Shelley no se especifica, sólo las reglas para que sea capaz de recorrerla: Por ejemplo, conducir en la vía pública requiere de habilidades diferentes que las necesarias para alcanzar altas velocidades en las salinas de Bonneville.

La Raceway Thunderhill a las afueras de Willows, California,  es un circuito con 4,83 kilómetros por vuelta. El curso de conducción consta de una serie de 15 vueltas y el tiempo de vuelta récord es de 1:37.614, con un coche real de competición. Pues bien, el mejor tiempo de vuelta de Shelley no llegó a dos minutos y medio, alcanzando velocidades de más de 120 km/h en las rectas (las cifras exactas no se han hecho públicas). Un piloto de carreras profesional conduciendo el mismo coche apenas se quedó unos segundos detrás… y el récord en un coche similar es de poco más de 2:15.

Sí, Shelley se dirige en la dirección correcta … y el equipo de investigación intenta acortar la brecha aún más. Pero para mejorar necesitan de humanos. Su piloto rival en Thunderhill fue el director de la pista, David Vodden. Llevaba electrodos que registraban sus signos vitales, la conductancia de la piel, y la velocidad de las ondas cerebarales durante la conducción.

No es la primera vez que se hace algo así. Los pilotos Brian Redman y John Morton, utilizaron un conjunto de sensores biológicos, para competir con un Ford GT40 de 1966 en el circuito de Laguna Seca en Monterrey, California. Este coche (el único automóvil de fabricación estadounidense que ganó las 24 Horas de Le Mans) fue equipado con  sensores similares a los de Shelley.

El objetivo es recoger esos datos de los sensores mecánicos sobre cómo los conductores controlar realmente el coche. «Si podemos asociar  toda esa información con los datos de la dinámica del vehículo, se podrán utilizar mejor las capacidades del coche». asegura Chris Gerdes, director del proyecto y profesor asociado de ingeniería mecánica.

Echa un vistazo a Shelley en la acción a Thunderhill en este vídeo a continuación:

FuenteStanford University
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