¿Te comprarías un coche con pequeñas abolladuras por toda la carrocería? La respuesta, casi con total seguridad, es no. Pues bien, eso podría cambiar en un futuro de acuerdo con las últimas investigaciones del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Su estudio versa sobre la aerodinámica de las pelotas de golf.
Al parecer, en los orígenes de este deporte, en el siglo XVIII, las pelotas de golf tenían una superficie lisa. Con el paso del tiempo, ya en el siglo XIX, se descubrió que las bolas usadas, con deformidades y pequeñas cavidades, tenían un mejor comportamiento. Mejoraban sus propiedades aerodinámicas y recorrían distancias mayores de forma más controlada. Así surgió la forma de las bolas de golf que todos conocemos hoy.
El reto que se han planteado en el MIT es la posibilidad de aplicar este principio a los coches. Las pelotas de golf reducen hasta en un 50% la resistencia causada por el aire gracias que los hoyuelos disminuyen las turbulencias. Aplicado en una carrocería de automóvil, esto supondrían mejorar su aerodinámica, ebajando el consumo de combustible y optimizando el rendimiento.
Hay problemas, claro, ya que si no todos conduciríamos coches con la carrocería «abollada». Resulta que esta ganancia aerodinámica solamente serviría a una velocidad moderada. A medida que se incrementa la velocidad, los efectos de esos hoyuelos pueden seer incluso contraproducentes. Pero servirían para coches que se moviesen en entornos urbanos, por ejemplo.
En el MIT han pensado que, si hoy en día muchos superdeportivos optimizan su aerodinámica con alerones móviles, por ejemplo… ¿por qué no contar con una superficie cambiante que optimizase la aerodinámica en función de la velocidad a la que se circula? Su propuesta se basa en un sistema de varias capas con polímeros y cámaras de aire que, sin necesidad de la acción de asistente mecánico alguno, aproveche los cambios de presión que genera la velocidad para transformar la superficie de un objeto, que podría ser un vehículo.
Los ensayos en laboratorio muestran una la superficie cambiante que transforma su textura a voluntad, cambiando la presión en el interior, utilizando una bomba. Cuando la presión interna se reduce, el material flexible se contrae. La capa externa, siendo más rígida, se arruga conforme se contrae. Lo mejor es qu este material puede volver a una textura lisa si la presión aumenta.
Falta mucho para que veamos algo así en un vehículo. Por ahora, según indican desde el MIT, no compensa extrapolar el diseño de las pelotas de golf al mundo del motor, a menos que la superficie varíe cuando se alcancen velocidad superiores a las óptimas. Pero si las investigaciones avanzan (actualmente en fase embrionariaa) quizá estemos ante un descubrimiento que cambie el diseño del automóvil para siempre. En este vídeo puedes ver la