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Rétromobile 2020
Luis Blázquez

¿Qué tenía el Renault Fuego en 1982 que no tenía ningún otro coche (y ahora todos tienen)?

En esta ocasión no vamos a hablar del Renault Fuego como tal, sino de un importe detalle que lo convirtió en un pionero un tanto desconocido, como el R5. Porque cuando este coupé llegó a los concesionarios de gran parte del mundo a comienzos de los 80, lo hizo de la mano de una característica que, actualmente, damos por hecho en cualquier coche: el cierre centralizado por control remoto. Comencemos con un poco de historia.

En 1922, el inventor rumano Abram Neiman se mudó a Alemania. Allí, se estableció como ingeniero y trabajó en pequeños talleres de maquinaria, modificando herramientas y piezas. Neiman mostró un gran interés por el motociclismo, y en poco tiempo estaba diseñando y desarrollando componentes de alto rendimiento para sus propias motocicletas de carreras. Sin embargo, estas máquinas afinadas fueron luego robadas. Comprensiblemente, Neiman comenzó a pensar en formas de asegurar sus máquinas.

Durante la Segunda Guerra Mundial se tuvo que exiliar en Francia dado su origen judío, y tras el conflicto bélico, puso en práctica sus ideas. Allí adquirió varias empresas y pronto estableció una que llevaría su propio nombre. En 1965, la planta de Neiman producía 25.000 cerraduras a la semana, junto con muchas otras piezas. En 1970, las instalaciones eran capaces de producir cinco millones de cerraduras al año. Junto a Neiman estaba el ingeniero Paul Lipschutz, quien en ese momento era director de la fábrica.

Juntos, habían lanzado el bloqueo de dirección antirrobo. Este dispositivo, patentado en 1959, fue utilizado por muchos fabricantes y ofrecía un grado adicional de seguridad junto con las cerraduras de puertas convencionales. Sin embargo, Lipschutz siempre buscaba la mejor alternativa. A pesar de sus incesantes progresos en la materia, la configuración de la llave y su cerradura todavía tenía sus defectos, pues la seguridad del sistema dependía de la calidad de la cerradura en sí, la cual podía ser forzada.

Hacer que el mecanismo de bloqueo fuera más seguro también significó la introducción de más componentes, aumentando la complejidad y el coste de la configuración. Para sortear algunos de los problemas, Lipschutz comenzó a estudiar métodos alternativos para operar las cerraduras. A partir de varias fuentes concibió una configuración que podría funcionar de forma electromecánica a través de un “mando a distancia”. El resultado fue un elegante y compacto sistema de bloqueo de puertas automatizado.

Lo que el cliente recibía era un pequeño transmisor de mano que emitía una señal infrarroja específica. Esta señal, cuando apunta en la dirección correcta, sería captada por un pequeño receptor montado justo encima del espejo retrovisor del coche. Si la señal coincidía con la señal codificada en la memoria del receptor, las cerraduras de las puertas se activarían electrónicamente. El sistema tenía un alcance de apenas metro y medio, pero la capacidad de abrir las puertas antes de llegar a ellas era algo inédito.

Neiman, que aparentemente tenía a mano el sistema listo para la producción en 1980, se dedicó a comercializarlos entre los fabricantes. El dispositivo que accionaba las cerraduras se conoció con el nombre de “plip”, y rápidamente fue adoptado por la asociación Renault-AMC. Cuando la firma del rombo vendía algunos de sus coches al otro lado del charco (de 1980 a 1987), esta característica aumentaba la comodidad y servía para captar la atención de los clientes que buscaban cada vez más lujos modernos.

Dicha función también serviría para potenciar la imagen de los productos de la compañía y otorgarle una ventaja sobre sus numerosos rivales. En octubre de 1982, el Renault Fuego se ofrecía en Estados Unidos con el denominado sistema “Infrawave”, que también se acabaría instalando en para los modelos vendidos en Europa. Curiosamente, el el Fuego también fue el primer coche en tener mandos montados en el volante para manejar el sistema de audio (desde septiembre de 1983), que luego popularizó en Renault 25.

No era una opción cara, unos 150 euros actuales, lo que ayudó al cierre centralizado a llegar a ser un elemento popular; BMW, Honda y Toyota fueron los siguientes. La configuración de infrarrojos direccionales de rango limitado pronto dio paso a sistemas basados ​​en radio más tolerantes, y se desarrollaron métodos más avanzados y seguros de comunicación remota con el coche. Ahora, por ejemplo, el sistema de bloqueo central puede incluso comunicarse a través de redes de datos, pudiendo abrir o cerrar con el teléfono móvil.

Fuente: Jalopnik, Driving

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