El coche volador, un sueño perseguido desde hace décadas aún sin alcanzar. Al menos no de la manera que se pensaba antaño, donde por esta época ya los estaríamos usándolos todos. ¿Nunca has sentido la curiosidad de sobrevolar los cielos como en el universo Star Wars (1977-presente), Blade Runner (1982 y 2017) o El quinto elemento (1997)? Lo cierto es que en los últimos años han aparecido varios prototipos, como el Airspeeder o el ASKA eVTOL, pero el Taylor Aerocar ya surcaba el aire en los 50.
Para ser exactos, el Aerocar fue diseñado y construido en 1949 por Moulton Taylor en Texas, Estados Unidos, aunque el diseño de Taylor de un coche volador se remonta a 1946. Durante un viaje a Delaware, conoció al inventor Robert E. Fulton, Jr., quien había diseñado un prototipo anteriormente, el Airphibian. El tejano reconoció que, en vez emplear las alas desmontables del diseño de Fulton, sería mejor utilizar alas plegables.
El Aerocar utilizó esta solución para permitir que el vehículo se transformara en modo de vuelo en cinco minutos por una persona. De hecho, aunque a primera vista parece engorroso, el vehículo se comercializó a principios de la década de los 50 como un vehículo tan sencillo de manejar que “una mujer podría hacerlo sin ensuciarse los guantes”. El Taylor Aerocar hizo su primer vuelo de pruebas oficial en diciembre de 1949.
El Aerocar de dos asientos está propulsado por un motor bóxer refrigerado por aire de cuatro cilindros Lycoming 0-320, montado en la parte trasera en posición horizontal, con 5.244 cc y emparejado a una transmisión manual de tres velocidades. En el modo carretera, impulsa las ruedas delanteras, mientras que en el modo avión, propulsa una hélice ubicada en la popa. Para conducir en la calle, las alas, la hélice y el fuselaje se desprenden y se remolcan detrás del coche en un remolque.
Teóricamente, el Aerocar tendría una velocidad máxima de 110 mph (177 km/h)
Para ahorrar peso, se utilizó aluminio en la construcción del chasis, las alas, la cola y los alerones, mientras que el fuselaje se cubrió con paneles de fibra de vidrio. El volante del Aerocar operaba las ruedas delanteras en el suelo, pero también estaba vinculado a las aletas para controlar la inclinación. Junto a los pedales tradicionales, había otros adicionales para controlar el timón, y el acelerador (tanto para uso en carretera como en vuelo) consistía en una perilla montada en el salpicadero.
Para ser claros, Taylor no fue pionero en el prototipo de automóvil volador. El primer modelo de este tipo fue, probablemente, el Autoplano Curtiss de 1917, que demostró ser incapaz de hacer algo parecido a un verdadero intento de vuelo. No fue sino hasta 1937 que Waterman Arrowbile demostró que los coches voladores podían ser una realidad posible, aunque este modelo nunca progresó más allá de la etapa de prototipo.
Pero el desarrollo temprano del Aerocar continuó a lo largo de los 50, y su primer vuelo largo (desde Salem, Oregón, a Longview, Washington) tuvo lugar el 29 de agosto de 1950. Gracias a los incansables esfuerzos de Taylor por promocionar su creación (en televisión, así como en exposiciones del mundo del automóvil y aviación), el creciente interés del consumidor le permitió atraer inversores para respaldar su concepto de coche volador.
Taylor consiguió recaudar 750.000 dólares adicionales –más de seis millones de euros actuales–a través de la venta de acciones de la compañía, y en mayo de 1954 se envió una versión mejorada (que resolvió el problema de la vibración en el eje de la hélice) a la Administración de Aeronáutica Civil (CAA) para su certificación. El 14 de diciembre de 1956, el Aerocar se convirtió en el primer avión certificado que también podía conducirse en las autopistas estadounidenses, una hazaña que aún no se ha repetido.
Taylor llegó a un acuerdo con Ling-Temco-Vought, un gran conglomerado de compañías estadounidense de diversa índole, para producir en serie el coche, con la condición de que pudiera conseguir 500 pedidos firmes. Cuando pudo encontrar solo la mitad de ese número, los planes para la producción terminaron, y solo se construyeron seis ejemplares, uno todavía volando desde de 2008 y otro reconstruido por Taylor, el único Aerocar III.
Y este ejemplar de 1954 será el que se pondrá a la venta en la subasta Barrett-Jackson de Scottsdale en enero. ¿Temeroso de subir al cielo en una máquina así? Se dice que este Aerocar registró 781 horas de vuelo, junto con 15.000 millas de carretera, algo más de 24.000 kilómetros, así que tal vez eso alivie una parte de tus temores. Está certificado por la CAA, y la casa de subasta declara que es actualmente apto tanto para circular por el aire como por la carretera.
Fuente: The Drive
Galería de fotos: