Como hemos comentado en la entradilla, nos encontramos ante un ejemplar muy especial, casi único, ya que es uno de los tres que se produjeron con este estilo radical de coupé descapotable (Drophead Coupé), dos de estas unidades fueron confeccionadas sobre un chasis de Rolls-Royce Silver Cloud I (sobre la que trata este artículo) y un tercero sobre un chasis Bentley S1. En cualquier caso una verdadera “obra de arte”.
Hace más de medio siglo era bastante normal que algunos fabricantes de automóviles de alta gama “cedieran” sus chasis para que carroceros “ajenos” a la marca realizaran un trabajo a medida que, por unas razones u otras, no se podía o no se quería llevar a cabo.
Freestone & Webb era uno de estos carroceros, una firma que se creó en el año 1923, gracias a la colaboración entre V. E. Freestone y A. J. Webb, estableciendo su sede en Brentfield Road, en el norte de Londres. Freestone había aprendido su oficio trabajando en Crossley Motors, mientras que Webb había regresado a Inglaterra tras hacer lo propio en los mejores carroceros franceses de la época. La firma londinense tenía un gran prestigio y era especialmente admirada por sus creaciones realizadas en las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Ciñéndonos al vehículo que nos ocupa, hemos de decir que Freestone & Webb realizaron un trabajo excepcional. Hay que tener en cuenta que los Rolls-Royce de mediados del siglo XX se distinguián por sus formas suaves y redondeadas en cambio, esta unidad modificada, es todo lo contrario, con líneas angulosas y unas agresivas aletas posteriores realzadas por la pintura elegida, en dos tonalidades diferentes de azul Lugano.
Pero si por algo llama la atención este modelo es por su techo de lona escamoteable, mediante un mecanismo eléctrico, que se recoge en un hueco especialmente habilitado para ello detrás de los dos asientos, de tal forma que se disimule perfectamente y no “estropee” la bella línea de cintura de este ejemplar “casi único”.
Estamos de acuerdo en que la carrocería es atractiva, pero no lo es menos su interior, con dos asientos totalmente regulables, dotados de apoyabrazos abatibles. En cada puerta hay disponible un cenicero extraíble, además de una “bandeja para fumador” deslizante, justo debajo de la radio. Y ya que hablamos de ésta, cabe comentar que es el modelo original (Radiomobile “His Master’s Voice”), dotada de una antena eléctrica. Otra curiosidad consiste en que también hallamos dos pequeños cubículos donde guardar todos los complementos necesarios para realizar un buen “cocktail” y que éstos, además, no se derramen debido a las irregularidades de la carretera.
La tapicería está elaborada en el prestigioso cuero Connolly, con una tonalidad rojo escarlata, con las alfombras a juego realizadas en la no menos exclusiva lana británica Wilton. El salpicadero, así como las molduras y los marcos de las ventanas están forrados en una exclusiva raíz de nogal del Cáucaso.
El equipamiento es de lo más completo, con dirección asistida o elevalunas eléctricos (nada comunes para la época). El amplio maletero está forrado con moqueta de lana roja y debajo de una tapa, escondida bajo el falso suelo, encontramos una completa dotación de herramientas. En la parte inferior se encuentran, también, la rueda de repuesto y el gato elevador.
En un caso como éste el propulsor no es tan importante como el resto del “conjunto”, pues no se buscan unas altas prestaciones, más bien al contrario, un ritmo sosegado que nos permita disfrutar de la conducción. Por ello es más que suficiente con los 178 CV de su motor de seis cilindros y 4.887 c.c., alimentado por dos carburadores SU. La transmisión es una automática Hydra-Matic de cuatro velocidades.
El hecho de que fuera diseñado solamente para dos ocupantes, y la existencia de todo este “equipamiento tan sigular” hizo que algún ocurrente periodista, al verlo por vez primera en el stand de Freestone & Webb en el Earl’s Court Show de 1958, lo bautizase como “Honeymoon Express”.
Se desconoce, por el momento, el valor que alcanzará en la subasta que el próximo 12 de mayo celebrará la casa RM Auctions en Mónaco, pero seguro que si te decides a adquirirlo, para darle una sorpresa a tu futura esposa (una escena peliculera con el típico cartel de “Just Married” y arrastrando unas latas), te cueste más que el domicilio conyugal…
Vía | RM Auctions
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