A Volkswagen le crecen los enanos en Estados Unidos. La marca va viento en popa en el mundo (6,55 millones de ventas este año hasta agosto), pero Europa y EE.UU. son un lastre. En el Viejo Continente en buena parte por la crisis, pero en Norteamérica, con un mercado muy pujante los últimos años, se debe a una mala planificación de producto, sin SUV grandes. Y ahora, otro jarro de agua fría: les han pillado haciendo trampas con sus motores diésel.
El tema tiene su miga y es muy significativo de cómo en Estados Unidos el consumidor se pone por delante siempre de cualquier interés empresarial. La Agencia Ambiental de EEUU (EPA) ha detenctado que el grupo Volkswagen habría instalado en los motores diésel de cuatro cilindros de cinco modelos (Volkswagen y Audi) un software especial que se activaba cuando los automóviles tenían que pasar las pruebas oficiales de emisiones. Luego, cuando eran usados por sus dueños, se apagaba de forma automática.
«Usar un dispositivo para eludir las normas para garantizar el aire limpio es ilegal y constituye una amenaza para la salud pública», señala la EPA en un comunicado. El resultado es claro. Según la agencia Reuters, podría tener una multa de 18.000 millones de dólares y la obligación de revisar casi 500.000 automóviles ya que estos coches estarían contaminando más de lo que permite la legislación.
La denuncia ha partido de la EPA, este organismo trabaja junto con el estado de California y el Departamento de Justicia en una investigación conjunta. Y, mientras tanto, en Europa, los consumidores sabemos que las cifras de homologación no se cumplen. Porque está claro que debe crearse un sistema único, una misma vara de medir, pero no permitir las «trampas» de las marcas para aprobar ese examen… y lo hacen tan bien que cada vez se aleja más el consumo homologado y el real. Port si fuese poco, este desajuste no afecta solamente al bolsillo, sino también a la salud, ya que las cifras de emisiones tampoco se ajustan.
En Estados Unidos se ha comprobado que estos cinco modelos que se han vendido desde 2008 (Volkswagen Jetta, Golf, Passat y Beetle, además de Audi A3) cuentan con una tecnología diésel que no es tan eficaz ambientalmente como se vendía ni como se sometía a la prueba oficial. Y, mientras tanto, en Europa se admite que en el proceso de homologación exista una programación específica…
El Clean Diesel era, además, de uno de los principales argumentos del Grupo para remontar ventas en Norteamérica: potencia, economía y limpieza. Al parecer, no todo se podía cumplir al mismo tiempo… y el 2.0 TDI Clean Diesel, el motor de la discordia, contaba con un artilugio para hacer trampas. Y no poco, ya que según el el diario New York Times, el engaño afectaría a las emisiones del óxido nitroso (NOx) y permitiría que la contaminación superase hasta 40 veces los niveles autorizados.
Hemos visto que en Estados Unidos, cuando alguien desafía la legalidad, lo acaba pagando. No se trata de un tirón de orejas a los europeos, ya que Toyota, General Motors (por seguridad) o Hyundai (por consumos) han tenido que lidiar con multas millonarias para que dejasen de engañar al personal. Ojalá en Europa cunda el ejemplo.
Vía: El Mundo