El 22 de noviembre de 2016, varios conductores de Uber se reunieron para protestar por las calles de Londres. El objetivo era llamar la atención de Sadiq Khan, alcalde la ciudad. Más de 100 vehículos fueron por las calles a baja velocidad y tocando el claxon, bloqueando el tráfico. Todo viene de una sentencia de finales de octubre de 2016, cuando Uber fue obligada a tratar a sus conductores ingleses como trabajadores contratados y no como autónomos.
Uber asegura que va a recurrir la sentencia, pero eso no ha evitado que los usuarios de sus servicios reclamen salario, bajas por enfermedad y vacaciones, exigiendo sus derechos como trabajadores. En mayo de 2017, la empresa debe renovar su licencia para actuar en la ciudad, y los protestantes reclaman que se asegure el trato digno desde la alcaldía londinense.
Actualmente ganan menos del mínimo legal. Uber dice que sus conductores ganan £16 por hora trabajando menos de 10 horas semanales, aunque con un 25% superando las 40 horas. Los protestantes aseguran que ganan £4 a la hora, trabajando entre 70 y 90 horas cada 7 días. ¿Quién dice la verdad?
¿Por qué servicios como Uber generan tantas protestas?
A falta de una resolución que probablemente no se de hasta mayo de 2017, lo cierto es que ya no sorprende que Uber se encuentre con protestas mientras hace negocio. No son los únicos, como demuestra la experiencia de Blablacar en España.
El gremio de los taxistas es el principal afectado por estas soluciones de coches compartidos, que consideran una amenaza para su sector. En octubre de 2016, hubo protestas en Lisboa fomentadas por los taxistas portugueses, que tuvieron apoyo de taxistas españoles procedentes de Madrid y Barcelona.
De hecho, en nuestro país, las protestas de los taxistas lograron cerrar Uber en 2014. La empresa se vio obligada a reenfocar su estrategia, y volvió a inicios de 2016 con Uber X. Dado que había sido prohibida por no tener autorización para ofrecer estos servicios, decidió ofrecer solo su servicio de conductores privados con licencia. Sigue vigente desde marzo y sin más problemas a la vista.
Uber ya se ha mostrado extremadamente competitiva en territorios como Nueva York. Los taxistas al otro lado del charco están perdiendo la batalla. Pero Uber no es su único «enemigo». Blablacar también afronta problemas y protestas. En el año 2015 ya la acusaron, pero salió ilesa y siguió ofreciendo sus servicios. Aun así, desde la Comunidad de Madrid han redoblado sus esfuerzos contra la app, y se ha declarado una guerra abierta.
Si no puedes con tu enemigo…
Así las cosas, tenemos dos sectores que considerar afectados por las actividades de los servicios de coches compartidos. Por un lado, los métodos de transporte público clásicos, como los taxistas y conductores de autobuses. Por otro, los conductores cuyo sueldo depende de estas apps y no reciben un trato digno ante la falta de responsabilidad social empresarial.
«Si no puedes con tu enemigo, únete a él». Desde el gremio de los taxistas ya cuentan con myTaxi como método más directo para competir en una jungla cada vez más poblada. Aun así, desde la federación madrileña de taxis no se fían, dado que myTaxi depende de terceros. Por ello, ya trabajan en crear un servicio en el que ellos tengan el control. El reto será atraer usuarios y ofrecerles alicientes que hagan atractivo el cambio de servicio.
Para los conductores que dependen de las apps no es tan «sencillo». Su trabajo depende directamente de las empresas, pero necesitan una garantía de que sus derechos serán respetados. Quizá Londres sea la ciudad que marque tendencia a este respecto. De momento, los conductores se han hecho notar. Queda ver cómo actuará el alcalde.
Fuente: The Guardian, Sabemos, El Confidencial (también aquí)