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Mario Nogales

Microlino, a prueba: el Isetta del siglo XXI en clave eléctrica

Para encontrar el origen de los microcoches nos tenemos que remontar más de medio siglo atrás en el tiempo. La Segunda Guerra Mundial dejó secuelas más que evidentes en muchos países dejando a los fabricantes prácticamente en bancarrota y a la gente con necesidad de medios de transporte baratos. La respuesta a ese problema común parece que llegó con el despegue de los microcoches a principios de los años 50. El Isetta probablemente fue el primero que popularizó este sector y el Microlino que estamos probando ha llegado para revolucionarlo.

El Isetta, aunque se popularizó gracias a BMW, en su momento tenía origen italiano. El primero en llegar fue el que hizo Iso Rivolta, una empresa que hacía frigoríficos y microcoches, que lo presentó en el Salón de Turín de 1954. El triciclo con puerta frontal enamoró a BMW, que compró sus derechos y se puso a producirlo. Se hicieron muchos más con licencias de otras empresas y en otros países. Cuando este concepto parecía perdido, llega el Microlino, con fabricación italiana e ingeniería suiza desde 22.990 euros.

Exterior

No hay dudas de que se han inspirado en el diseño del Isetta original. Basta con ver las formas redondeadas de su carrocería, con superficies limpias y curvas lo mires por donde lo mires. Ese diseño tan limpio y con ausencia de parrilla se debe a la única puerta frontal, algo que veremos a continuación.

La iluminación está servida por una tira horizontal LED que hace las veces de luz diurna y unos faros que van colocados en los espejos retrovisores, otra solución peculiar.

La vista lateral es igualmente llamativa por la ausencia de puertas y por los pequeños pasos de rueda delanteros. Apenas tienen que acoger unas llantas de 13 pulgadas, yendo las traseras parcialmente carenadas para favorecer la aerodinámica y recordar la integración de la rueda trasera del Isetta original.

Se puede escoger con varios tonos de carrocería y tapacubos, incluyendo algunas bitono muy llamativas. La zaga queda rematada por una luneta muy pequeña y unos pilotos LED totalmente horizontales.

El Microlino es un cuadriciclo que puede ser ligero o pesado en función de su configuración. Lo que no cambian son sus dimensiones reducidas, que lo hacen perfecto para la ciudad. Este “huevito” tiene una longitud de apenas 2,52 metros, con una anchura de 1,47 metros y una altura de 1,50 metros. Como podéis esperar, es un estricto biplaza con un interior muy peculiar.

Interior

Hoy vamos a empezar hablando de habitabilidad, pues el Microlino está homologado para solamente dos pasajeros. Era de esperar en un coche que apenas pasa los dos metros y medio, pero la verdad es que sorprende por su espacio interior. Tiene la peculiaridad de un acceso algo más complejo a través de la puerta frontal, que se levanta dejando fijo el volante, dándole a un botón bajo el retrovisor derecho.

Y dentro no se está tan tan mal. Mejor que tengas buena relación con el acompañante, pues no hay ningún tipo de separación entre ambos pasajeros. El hueco para la cabeza es generoso y el de las piernas tampoco es tan justo como podría parecer inicialmente.

Cuando nos acomodamos dentro y cerramos la puerta con ayuda de la asistencia eléctrica, vemos un habitáculo minimalista. El volante de tres radios sorprende. Es completamente circular, no tiene botones y su estética y tacto recuerdan a los Momo de competición antiguos.

A través de él se puede visualizar una instrumentación digital con la información básica como la velocidad, la autonomía o el nivel de la batería. En la parte central hay una pequeña pantalla táctil que solamente sirve para controlar la climatización de una forma un poco espartana, ya que las funciones son muy limitadas.

Si seguimos analizando este interior hay que decir que por debajo está el botón de las luces de emergencia y que el selector de marcha está en el lado izquierdo, justo en el apoyabrazos del conductor. El mando giratorio permite escoger entre R, N y D; teniendo en su interior un modo Sport y por debajo un freno de mano.

En el lado derecho, en la parte del acompañante, está el altavoz Bluetooth portátil desde el que se reproduce la música del móvil, que seguirá siendo el aliado de cualquier usuario de este coche. También hay que mencionar que el tacto y la construcción son muy buenos, con una calidad por encima de la media de los cuadriciclos. 

Maletero

El maletero en un coche de estas características pasa a ser un aspecto secundario. Sin embargo, el Microlino tiene 230 litros de capacidad para quedar por encima de otros modelos más grandes como el Fiat 500 eléctrico. En el caso del Citroën Ami no hay ni maletero al uso, así que punto a favor para este modelo. Es un pequeño cofre situado en la parte trasera en el que podremos meter un equipaje limitado para una escapada para dos personas.

Motor

El Microlino es un cuadriciclo eléctrico dentro de la categoría L7e, que se conduce con el permiso de conducir tipo B como el que tenemos la mayoría. Eso quiere decir que tiene que tener un peso igual o inferior a 400 kg sin las baterías y una potencia igual o inferior a 15 kW. Lo cumple al tener un pequeño motor eléctrico de 12,4 kW, que equivaldría a unos 17 CV y 89 Nm de par. El peso se queda entre 496 kg y 530 kg con la batería, que se puede elegir entre tres opciones. Hay una de acceso de 5,5 kWh, una intermedia de 10,5 kWh y otra más grande de 15 kWh. 

También hay una versión que pertenece a la categoría L6e, es decir, un cuadriciclo que no puede sobrepasar los 45 km/h. Esa limitación llega en el Microlino Lite, que puede ser conducido con el permiso de conducir AM a partir de los 15 años, como si de un ciclomotor se tratase. En este caso, solamente se puede ligar a una batería de 5,5 kWh, que es la más básica. Homologa una autonomía de 95 kilómetros, suficiente para aquellos que busquen trayectos cortos y se carga por completo en un par de horas.

Comportamiento

Nos ponemos a los mandos del Microlino convencional, el L7e que tiene menos limitaciones, y en su versión intermedia con la batería de 10,5 kWh. Lo primero que hay que decir es que conducirlo es una experiencia en sí misma y que te tienes que acostumbrar a él. A pesar de que su mecánica apenas aporta 17 CV a las ruedas traseras se mueve con soltura y permite salidas rápidas entre semáforos. Hace el 0 a 50 km/h en 5 segundos y eso es más que suficiente para en la ciudad. Además, con el modo Sport parece un poco más vivaz.

La batería intermedia de 10,5 kWh es la mejor opción por el momento, ya que en nuestro país todavía no está disponible la de 15 kWh. Homologa una autonomía de 177 kilómetros que ya será suficiente para la mayoría de trayectos diarios, pero que también tiene limitaciones. El Microlino se comporta bien y parece bastante eficiente en ciudad, pero fuera de ella no sirve de mucho.

En autopista y con esa velocidad limitada a 90 km/h veremos que el resto de coches nos pasan con facilidad extrema mientras nosotros vamos a fondo viendo como la autonomía cae a ritmos muy superiores. En la realidad se podrían hacer alrededor de 120 kilómetros, pero aparece algo de “range anxiety” con cada trayecto medio largo.

Volviendo a su carácter urbano, la maniobrabilidad del Microlino es sobresaliente. No destaca mucho por la visibilidad debido a sus pronunciados pilares A, su pequeña luneta trasera o que carezca de espejo retrovisor central. Otra peculiaridad es que no tiene dirección asistida, no le hace falta, y eso le provee de un tacto bastante analógico y satisfactorio. Lo mismo pasa con los frenos, que al tener poca asistencia obligan a pisar con fuerza si queremos que el vehículo se detenga. 

A nivel de chasis el tarado parece bastante duro a priori, ya que la suspensión tipo McPherson es firme. No llega a ser incómodo en ciudad, pero tampoco es adecuado para viajes largos. Además, hay que tener en cuenta que la ausencia de asistencias va ligada a que tampoco tiene ABS, ESP o airbags. La seguridad no está a un mal nivel gracias a su célula de seguridad de acero y aluminio, además de una carrocería de acero autoportante, aunque entendemos que a más de los 90 km/h a los que está limitado, cualquier golpe sería crítico.

Opinión coches.com

Si la llegada de los microcoches fue por cubrir una necesidad en tiempos de posguerra, que se hayan asentado en la actualidad se debe a la necesidad de moverse en las grandes ciudades. Los problemas de aparcamiento y los impuestos llevan a que lo más inteligente sea adquirir un coche pequeño y eléctrico para moverse exclusivamente en el ámbito urbano. Ahí es donde entran el Microlino y otros cuadriciclos, que son perfectos para esas ocasiones y también pueden salir a la autopista al tener matrícula normal.

Eso sí, las limitaciones siguen siendo importantes en un vehículo de estas características. Se puede salir a vías rápidas, pero no pasa de 90 km/h y eso se traduce en tener camiones adelantándote constantemente. También hay que decir que es un biplaza con un espacio muy justo, que puede ser incómodo para personas voluminosas, además de tener muy poca capacidad de carga. Por no hablar de que su precio no es tan asequible como podríamos pensar inicialmente. 

El Microlino parte de 19.500 euros, pero es un precio para su versión Lite que está limitada a 45 km/h por ser un vehículo L6e que se puede conducir sin carnet. Para optar por el convencional que estamos probando ya habría que desembolsar 22.990 euros, una cifra elevada que da acceso a otros vehículos más grandes, aunque menos llamativos. De hecho, la gracia del Microlino es su capacidad de llamar la atención por los cuatro costados, la manera en que se mueve por la ciudad.

Microlino
7.4Nota
Lo mejor
  • Estética original
  • Cargado de detalles estéticos
  • Sensaciones de kart
Lo peor
  • Limitaciones de velocidad y autonomía
  • Baja potencia de carga
  • Precio elevado
Diseño8.5
Habitabilidad7.5
Acabados7
Maletero8
Equipamiento6.5
Motor7
Comportamiento7.5
Calidad Precio7

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