El ser humano es considerado como el ente vivo más inteligente en la Tierra. Sin embargo, no todos estamos al mismo nivel, por eso hay quienes descubren e inventan, y quienes se aprovechan de los primeros. La mayoría de los mortales pertenecemos a este segundo grupo, quedando relegados a aprender lo que otros han logrado crear. Pero no siempre la tarea es sencilla. Por ejemplo, ¿a qué no naciste sabiendo conducir?
Cada vez que se nos ofrece una nueva pieza de tecnología, es probable que se produzca el caos. Imagínate intentar utilizar un ordenador por primera vez sin haber leído ninguna de las instrucciones ni escuchado los consejos de alguien que lo haya usado. Así es como se sintió la gente cuando los coches aparecieron por primera vez a finales del siglo XIX. Y es por eso que tenemos los conocidos manuales del propietario, que nadie suele leer salvo que surja una duda acerca del funcionamiento de una pieza exacta.
Pero está ahí por algo, y aunque nunca hayas leído uno, realmente el un libro muy completo que conviene tener siempre a mano. Estos contienen todos los datos de nuestro coche, sus características, el cómo funcionan todos sus sistemas mecánicos y electrónicos. Pero claro, después de millones de ediciones, es normal que todos los manuales del propietario tengan una estructura común. Pero, ¿cómo fue el primero? El Museo Automotriz de la Fundación Simeone de Filadelfia (Pensilvania, EE. UU.) cree tener la respuesta.
Cuando Karl Benz presentó el Benz Patent-Motorwagen en 1886, la gente estaba un poco confundida. ¿Cómo narices se suponía que esta máquina de aspecto extraño se ponía en movimiento? ¿Y cómo se mantenía dicho movimiento? ¿Qué había que hacer exactamente para pasar de un punto A a un punto B? El vehículo a motor personal eran algo tan nuevo en ese entonces que se hacía necesario un tutorial, y tal vez incluso una mano amiga dedicada, para ponerlos en movimiento. Era tecnología alienígena.
No vamos a desgranar los detalles y dejaremos que el vídeo del museo te ilustre (abajo), pero en pocas palabras, el supuesto primer manual del propietario de un coche recoge en términos muy sencillos todo lo necesario para hacer funcionar al mencionado Benz Patent Motor-Wagen. Eso incluye instrucciones con pequeñas y útiles imágenes que ayudaban a tener una idea de dónde estaban ubicados todos los componentes del vehículo y lo que hacía cada uno de ellos para poder iniciar (o detener) la marcha.
Fuente: Museo Automotriz de la Fundación Simeone
Vía: YouTube