Esta misma semana hemos publicado la prueba del Volkswagen T-Cross, el que trata del SUV más pequeño de la marca. Lo cierto es que desde el principio tuvimos dudas con su planteamiento, pues había apenas 12 centímetros de diferencia respecto al Volkswagen T-Roc. Al ser tamaños tan parecidos, ¿no se canibalizarían sus ventas? Esos eran los pensamientos iniciales, pero hay que decir que después de haber probado el Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV hemos cambiado de opinión.
Porque desde que nos montamos en su interior nos sorprendió el espacio disponible para un vehículo de apenas 4,11 metros de largo. Aunque ya no se lleven las carrocerías monovolúmenes, este crossover tiene alguna de las soluciones que montaban esos modelos. Destaca el asiento trasero con desplazamiento longitudinal de 14 centímetros que permite modular el espacio entre el habitáculo y el maletero. De esta forma puede llegar a tener una segunda fila muy capaz o hasta 455 litros en el maletero.
Y todo ello en un modelo que se asienta sobre la plataforma MQB A0, la misma que utiliza el popular Volkswagen Polo. Esto lo convierte en un coche nacional, pues se fabrica en la planta de Landaben (Navarra), siendo la primera vez desde 1984 que se hacen allí dos modelos distintos. Compartir arquitectura con el utilitario también le permite contar con las mismas tecnologías y con un equipamiento realmente completo, incluso de serie.
Aunque, sin duda, uno de los aspectos que más destaca en el Volkswagen T-Cross son las posibilidades de personalización que ofrece. Se puede configurar con una gran variedad de colores y materiales, algo muy importante en el segmento en el que se quiere posicionar. Tampoco pasará desapercibido por su imagen exterior, que es atrevida y diferenciada. Si hay que sacarle alguna pega, esa podría ser que su precio está bastante por encima de la media. Si quieres conocer todos los detalles os lo contamos en el vídeo anterior.