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Mario Nogales

Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV, prueba a fondo del pintoresco SUV pequeño

El sector del automóvil en la actualidad podría resumirse a grandes rasgos, en una palabra, en un solo término: SUV. Todas las marcas están ampliando su oferta de este tipo de carrocerías y los usuarios responden comprando siguiendo la tendencia. Y hoy tenemos que hablar de Volkswagen, que curiosamente ha ido del tamaño más grande al más pequeño. Comenzaron por el Touareg, le siguió el Tiguan, después el T-Roc y ahora tenemos con nosotros al Volkswagen T-Cross.

Se trata del SUV pequeño de la marca alemana, un modelo que comparte la plataforma MQB A0 con el popular Volkswagen Polo. Y eso precisamente hace que sea un vehículo “made in Spain”. Al igual que el utilitario, este ejemplar se fabrica en la planta de Landaben, en Navarra, desde donde se exporta al resto de mercados. Además, por primera vez desde 1984 se cumple el hito de fabricar dos modelos de forma simultánea en estas instalaciones.

Y decir que el Volkswagen T-Cross viene con una premisa muy concreta. A pesar de sus dimensiones contenidas y su forma de SUV, quiere destacar por espacio interior, como si fuera uno de esos monovolúmenes de los que ya no quedan. También incorpora una tecnología actualizada como ya vimos en el Polo, muchas opciones de personalización y una gama de motores bastante lógica. Acompáñanos para descubrir todas sus virtudes.

Exterior

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Desde el lateral se puede apreciar esas peculiares proporciones cuadriformes, una sensación que viene debido a su escasa longitud y su elevada altura. Concretamente son 4,11 metros de largo, 1,78 metros de ancho y 1,58 metros de alto. La distancia entre ejes es de 2,56 metros, viendo de esta forma que es más grande que el Polo en todas sus cotas.

Lo cierto es que el Volkswagen T-Cross es un modelo que gana en directo. Inicialmente puede no entrar tan bien por los ojos como el T-Roc, pero luego vamos descubriendo algunos detalles que lo hacen destacar. En el frontal destaca una amplia parrilla, dividida en dos por este listón cromado y con su correspondiente marco inferior en el mismo acabado. Los faros son estrechos y su firma lumínica coincide con esa barra. Los antinieblas van enmarcados en una moldura plástica de color negro.

Precisamente ese plástico negro es el mismo que está presente en los bajos de la carrocería, incluyendo los pasos de rueda. En nuestra unidad de pruebas aparecen unas llantas de 17 pulgadas que son bastante cabales, aunque no llamarán tanto la atención como otras de hasta 18 pulgadas y que pueden ir en color. En el perfil también se aprecian unas barras de techo discretas en acabados cromado.

La zaga es probablemente la zona más llamativa del Volkswagen T-Cross. En la parte superior aparece un pequeño spoiler de techo y, en la zona intermedia, lo más destacado: los pilotos. Van enmarcados en una especie de máscara con un acabado negro brillante que los une por el centro del portón. Justo por debajo de la matricula aparece el nombre del modelo en una posición centrada y en la parte inferior se puede ver que las salidas de escape quedan ocultas.

Interior

En el diseño interior del Volkswagen T-Cross no hay tanta innovación como la que veíamos por fuera y nos encontramos básicamente lo mismo que en el Polo. Eso quiere decir que tenemos una pantalla de 8 pulgadas como epicentro del sistema multimedia. Destaca por su rapidez y facilidad de uso. También por su conectividad con Apple CarPlay y Android Auto, algo que nos da la vida, pues esta unidad no lleva la navegación opcional.

Lo que sí que lleva es el Digital Cockpit, esa instrumentación digital de 12,3 pulgadas que permite personalizar la información a mostrar desde los botones del volante multifunción. Destacan principalmente sus gráficos y la buena integración en el conjunto. Los controles de la climatización son los habituales en la marca, con unos botones analógicos simples y prácticos.

Uno de los factores que más destacamos en el lanzamiento del Volkswagen T-Cross fue la personalización. En las primeras imágenes destacaban los coloridos interiores y las opciones de customización que presentaba. Aunque nuestra unidad es un poco más sobria, ya se aprecia esa moldura plástica que recorre el salpicadero con un diseño llamativo. En el habitáculo predomina el uso de plásticos duros, aunque su tacto no es malo y los ajustes parecen hechos para resistir el paso del tiempo.

Donde sí que difiere del Polo es en la habitabilidad, ganando el SUV en este apartado. En el Volkswagen T-Cross las plazas delanteras van colocadas en una posición 10 centímetros más alta, logrando esa visión elevada que tanto se busca en los crossovers. A los reglajes en los asientos hay que sumar la profundidad y la altura del volante e incluso la posición de los cinturones de seguridad. No faltan bastantes huecos portaobjetos repartidos por el interior.

Y a pesar de sus dimensiones contenidas, las plazas traseras serán uno de los puntos más destacados del Volkswagen T-Cross. Se sitúan por encima de la media del segmento por su altura al techo y por esta banqueta trasera con desplazamiento longitudinal. Los asientos se pueden mover 14 centímetros, aunque eso si, solo de una pieza, no por partes. Eso permite adaptar el espacio para las piernas, que encontramos más que correcto. No lo es tanto la plaza central que, como en otros modelos del segmento, es muy estrecha y cuenta con un prominente túnel de transmisión.

Maletero

El maletero del Volkswagen T-Cross también varía debido a ese asiento trasero deslizante. En su posición más atrasada nos encontramos con 385 litros de capacidad, que puede ampliarse hasta los 455 litros de maletero si los movemos hacia delante. Es un volumen más que interesante para el segmento de los SUV pequeños e incluso llega a superar a lo que ofrece su hermano mayor, el Volkswagen T-Roc.

Otras bondades de este maletero son el piso a doble altura, para repartir la carga de una forma más adecuada, o la posibilidad de abatir los asientos traseros en dos partes (60:40). De esta forma queda una superficie totalmente plana con una capacidad de 1.218 litros. Incluso se podría abatir el asiento del copiloto para albergar objetos largos en el interior, una opción que no está disponible en casi ningún ejemplar del segmento.

Equipamiento

El Volkswagen T-Cross se ofrece en nuestro país con tres niveles de equipamiento bien diferenciados. Parte con el Edition, que incluye llantas de acero 16 pulgadas, faros halógenos, retrovisores en el color de la carrocería, pilotos traseros LED, parrilla con lámina cromada, banqueta trasera abatible y con desplazamiento longitudinal, piso de maletero a doble altura, Isofix en plazas traseras y algunas ayudas a la conducción como el Front Assist, el aviso de salida de carril o el detector de fatiga.

Más interesante es el Advance, el que está presente en nuestra unidad de pruebas y que suma las llantas de aleación de 16 pulgadas, climatizador bizona, asientos delanteros regulables, cajón portaobjetos bajo el asiento del copiloto, inserciones decorativas en el salpicadero, reposabrazos central delantero, control de crucero adaptativo con limitador de velocidad o sensores de aparcamiento delanteros y traseros.

El acabado tope de gama en este SUV pequeño es el Sport. Permite un mayor nivel de personalización y añade llantas de 17 pulgadas, faros Full LED, barras de techo en plata anodizada, paquete cromados exterior, asientos delanteros deportivos, tapicería específica, iluminación ambiental, climatizador bizona con filtro de carbón activo, Digital Cockpit de 10,25 pulgadas, sensor de lluvia o los tres modos de conducción.

Entre la lista de opcionales del Volkswagen T-Cross destacan algunos paquetes para darle un toque diferencial al modelo. La deportividad viene de la mano del paquete R-Line, que modifica la carrocería, introduce llantas de 18 pulgadas y algunos detalles para el interior. También están los paquetes de diseño Naranja Calatea o Bamboo Garden que aportan combinaciones de color inéditas y realmente llamativas para este ejemplar.

Motor

La gama mecánica del Volkswagen T-Cross no es demasiado extensa y apenas tiene una opción diésel y dos de gasolina. El único diésel disponible es el 1.6 TDI de cuatro cilindros y 95 CV. Por la parte de la gasolina todo el protagonismo recae en el 1.0 TSI de tres cilindros. Está disponible en dos niveles de potencia, 95 y 115 CV, siendo el más potente el único que puede llevar la transmisión automática DSG de 7 velocidades, el resto son manuales.

En nuestro caso tenemos el modelo tope de gama: el Volkswagen T-Cross 1.0 TSI de 115 CV y 200 Nm de par ligado al cambio manual y a la tracción delantera, única opción en este modelo. Con esta configuración las prestaciones no son demasiado destacadas, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 10,2 segundos y una velocidad máxima de 193 km/h. Por otro lado, su consumo mixto homologado es de 6,1 l/100km y sus emisiones de CO2 se quedan en 137 g/km.

Comportamiento

Siempre que se prueba un modelo con motor tricilíndrico hay cierto recelo por la fama que suelen tener. Pero lo cierto es que en el caso del Volkswagen T-Cross nos ha sorprendido por su refinamiento. Aunque desde el exterior se puede percibir su condición a través del oído, lo cierto es que desde dentro no resulta nada ruidoso y tampoco llegan apenas vibraciones. ¡Buen trabajo con el aislamiento Volkswagen!

De la pequeña mecánica turbo de 1.0 litro tenemos que decir que rinde mejor en la zona media del cuentarevoluciones, pues en bajas puede resultar algo perezoso. Los 115 CV de potencia resultan más que suficientes para el SUV pequeño, ya que tiene un peso contenido de 1.250 kg. Los adelantamientos se hacen con bastante facilidad y destaca por una agilidad bastante buena en casi todas las circunstancias.

Aunque esta versión puede configurarse con la transmisión automática DSG de 7 velocidades, el cambio manual de seis relaciones nos parece la mejor opción para el T-Cross. Cuenta con un tacto correcto, aunque los recorridos son bastante largos. Aún así nos mantiene bastante conectados con la conducción. Por cierto, para modificar ligeramente su comportamiento contamos con tres modos de conducción: Eco, Normal y Sport; aunque las diferencias son mínimas al no modificar ni comportamiento el cambio ni la suspensión.

Hablando de la suspensión, tenemos que decir que es algo más rígida de lo que podemos esperar entre los integrantes de este segmento. El Volkswagen T-Cross puede resultar algo seco en ciudad, sobre todo cuando pasamos por badenes o cuando cruzamos tramos de carretera con desperfectos. La parte positiva de este aspecto es que en curvas consigue reducir los balanceos que suelen acompañar a este tipo de carrocerías y ofrece un comportamiento preciso.

Aunque en general hay que decir que este SUV pequeño ha sido concebido buscando siempre el equilibrio. La comodidad sigue siendo una premisa importante, situada en la parte superior de la lista de objetivos de Volkswagen con este ejemplar. La calidad de rodadura ya dijimos que era notable gracias a esa insonorización y también notamos que no hay demasiados ruidos aerodinámicos a altas velocidades a pesar de su altura elevada.

La dirección es otro de los puntos que deja luces y sombras en el Volkswagen T-Cross. Está bien porque es muy directa y eso va acorde al carácter urbanita que tiene el modelo. Es fácil callejear con él y nos aporta esa agilidad que buscamos en un coche de este tamaño. Aunque, por otro lado, pasa lo mismo que en la mayoría de ejemplares actualidad. La dirección sigue estando demasiado asistida y eso hace que perdamos precisión y sensaciones al volante.

La posición de conducción elevada es algo que se busca en estas carrocerías, pero no es sinónimo de que estemos con un coche apto para salir fuera del asfalto. Queda más que claro que el Volkswagen T-Cross no es el vehículo ideal para frecuentar caminos, pues su altura libre al suelo es similar a la que veríamos en cualquier compacto. Está pensado para ciudad y algunos desplazamientos ocasionales fuera de ella, por lo tanto no hay ninguna opción a tracción total (ni falta que hace).

Tras una semana conviviendo con el Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV, nos queda un consumo medio de 6,5 litros. Lo cierto es que nos ha sorprendido gratamente porque no está demasiado alejado del homologado. Es, en parte, gracias a su peso contenido y a esas dimensiones reducidas, pues hemos visto medias superiores en otros modelos con este mismo motor. También hay que tener cuidado con el pedal derecho e ir con tiento, pues de lo contrario la mecánica de tres cilindros tiende a consumir más.

Opinión coches.com

Hubo un momento en el que pensamos que en Volkswagen se habían vuelto locos. ¿Tenía sentido que lanzaran el Volkswagen T-Cross cuando es solamente 12 centímetros más pequeño que el T-Roc? ¿No se canibalizarían sus ventas? Aunque eso fue antes de probarlo y de verificar el planteamiento tan diferente que tienen entre ellos. Porque de este ejemplar podríamos decir que es un pequeño gran coche y que tiene una disposición similar a la que tenían los casi extintos monovolúmenes pequeños.

Destaca por la amplitud de sus plazas y por esa banqueta trasera deslizante, que permite tener un maletero de hasta 455 litros. También por las opciones de personalización o por un equipamiento a la altura. En términos de diseño sorprende bastante y se lleva un buen número de miradas cuando vamos por la calle. La pega principal que se le podría sacar a este modelo es que su precio está bastante por encima de la media.

Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV
7.8Nota
Lo mejor
  • Diseño diferenciado
  • Espacio interior y maletero
  • Posibilidades de personalización
Lo peor
  • Algunos materiales del interior
  • Gama de motores escueta
  • Precio por encima de la media
Diseño8
Habitabilidad8.5
Acabados7.5
Maletero8
Equipamiento7.5
Motor8
Comportamiento7.5
Calidad Precio7

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