Cuando llega la época de invierno, tendemos a prestar más atención a la nieve, el hielo y el frío per se. Pero, ¿qué pasa con toda la sal de la carretera que viene con estos elementos? Sí, apreciamos que sirva en interés de la seguridad pública, pues la sal gema ayuda a derretir el hielo incluso si está helando. Pero también puede infligir un castigo a un coche, aumentando la probabilidad de aparición de óxido e incluso llegando a perjudicar el propio hecho de conducir.
La sal reduce el punto de congelación del agua y, por lo tanto, es un medio eficaz para mantener las carreteras libres de hielo y aguanieve, mucho más que, por ejemplo, un lanzallamas montado en la parte delantera del vehículo. Sin embargo, los residuos que se quedan en el firme pueden acelerar la corrosión de todas las partes vitales del coche, es decir, los frenos, la carrocería y la estructura propiamente dicha. Por este motivo, y porque los inviernos parecen ser cada vez más duros en todo el país, describiremos algunos pasos que pueden mitigar los efectos de la sal.
¿Cómo afecta la sal de carretera a mi coche?
La sal para carreteras se introdujo por primera vez en la década de 1930 como combatiente para hacer de los tramos asfaltados una rutas más seguras. Lo hace mediante una reacción química llamada descenso crioscópico que reduce el punto de congelación del agua, derritiendo el hielo para que los neumáticos puedan hacer contacto y obtener tracción con el pavimento. Ayuda por tanto a evitar que el vehículo se deslice cuando hay hielo en la carretera. La desventaja es que es altamente corrosiva y, con el paso del tiempo, causa óxido.
Aunque de fábrica los coches salen con una imprimación de impermeabilizante que protege los bajos, con el paso del tiempo y el roce con los badenes y baches se va quitando esa capa protectora, lo que facilita que esa sal esparcida por el suelo entre en contacto con la parte inferior del vehículo, lo que facilitará que la aparición de óxido. Sin embargo, el área inferior no es la única que puede sufrir daños con la sal de la carretera: las puertas, los guardabarros, el capó y el maletero son las partes más vulnerables, ya que retienen más humedad.
El problema de la sal, según explica Juan Manuel Llorente, formador técnico del RACE, es que puede dañar a los coches. Esto es así porque con este compuesto se acelera la oxidación de los metales que forman parte de la estructura de los vehículos. Puede afectar tanto a la pintura del coche, como a la carrocería y a otros elementos, véanse las llantas de aleación, los frenos, los amortiguadores o el tubo de escape, entre otros muchos. El metal se vuelve quebradizo y, si no se trata a tiempo, el área dañada puede derivar en un desagradable picado o agujero.
La razón tras este fenómeno la encontramos en que las partes metálicas de un automóvil entran en contacto con el agua de precipitación que contiene dióxido de carbono (CO2) y oxígeno (O2). La sal de carretera contiene iones de radicales libres que entran en contacto con el agua que se derrite de la nieve. Después de una exposición prolongada al oxígeno, se forma óxido de hierro, lo que acelera el proceso de oxidación. Debido a que la corrosión por la sal y nieve puede ocurrir sin buscarlo, lo mejor es estar pendiente para evitarla en la mayor medida de lo posible.
¿Qué puedo hacer para que la sal no dañe mi coche?
Llorente advierte que también hay que prestar atención al anclaje del capó en los coches, que aísla al motor del exterior. Con la sal, ese cierre se puede estropear y puede provocar, en casos extremos, que el capó se abra durante la marcha, con el consecuente peligro que eso supone al anular toda nuestra visibilidad al volante. Cuanto más dejemos reposar la sal sobre la carrocería, más daño hará sobre esta, especialmente en los puntos de unión. Para evitar que la sal afecte en exceso, lo mejor es rociar el coche con agua a presión.
De hecho, lo más recomendable es aplicar dicha agua tanto en la carrocería, como en el paso de las ruedas (si giras el volante hacia un lado accederás mejor a todas las partes) como por debajo del coche, algo que no suelen hacer los conductores debido a su difícil acceso. Si no tenemos una manguera de agua a presión en casa, recuerda que en algunas gasolineras con autolavado las puedes utilizar, en la mayoría de los casos, por un euro (dos minutos). También hay algunos túneles de lavado que limpian las zonas bajas del coche.
Asimismo, la cera protege la superficie de la pintura exterior como un escudo invisible, siendo alfo muy recomendable de hacer en estas situaciones. Si lo haces, asegúrate de que aplicas una capa buena y fuerte antes de que comience la temporada de invierno para protegerlo de la sal corrosiva. Sella también el tren de rodaje, ya sea por tu cuenta o a través de un profesional. Con la misma lógica, ten en cuenta a las llantas del coche y sus huecos, donde los residuos de la carretera adoran esconderse. Luego, intenta secarlo todo.
Recuerda: si no quitas la sal y la nieve del coche, tu fiel compañero de viajes sufrirá averías antes de lo que le corresponde, lo que no sólo afectará a tu seguridad y a los tuyos, también a tu bolsillo.
Fuente: RACE