A menos que tu coche esté hecho completamente de materiales a prueba de corrosión, es más que posible que tengas que combatir el óxido, por muy bien que, aparentemente, lo tengas cuidado. En otras palabras, no importa lo bonito que tengas la chapa y la pintura de tu vehículo, el óxido vendrá a por él en algún momento de su vida. Puede propagarse rápidamente y dañar las piezas contaminadas, lo que resulta en costosas reparaciones.
Peor el óxido es fácil de evitar si se está preparado para lidiar con él. Cualquier vehículo puede acumular óxido durante el año, especialmente en invierno. Afortunadamente, puedes ayudar a prevenirlo con la lectura de algunos consejos útiles, siendo el primero el realizar una inspección minuciosa del coche para asegurarte de que no haya ningún tipo de corrosión. Si encuentras áreas que están oxidadas, deben repararse lo antes posible para evitar que el óxido se extienda y haga daños mayores.
¿Qué provoca la aparición de óxido en el coche?
La causa más común de que aparezca óxido es el exceso de humedad resultante de la exposición continua a la lluvia o la nieve, o de vivir en una zona cercana a la costa. Un coche también puede oxidarse por vejez o por no estar debidamente cubierto. Si no tienes una plaza de aparcamiento entre cuatro paredes y un techo, todo el conjunto se expone a muchos contaminantes dañinos que hay presentes en el aire, así como a malas condiciones climáticas.
El óxido se desarrolla cuando el metal reacciona con el oxígeno y el agua. El oxidante aparece como una capa de color marrón rojizo que puede provocar corrosión. Este daño suele ocurrir en los coches debido a una combinación de factores, como bien pueden ser:
- El clima. La exposición regular a la lluvia, el aguanieve y la nieve aumentará las posibilidades de que la humedad oxide los metales del coche. Las sales que se tiran a las carreteras heladas también aceleran el proceso de corrosión, mientras que las temperaturas más altas generalmente también conducen a tasas más elevadas de óxido.
- La edad. Con el tiempo, la pintura y los revestimientos protectores pueden sufrir desgaste. Si la estructura metálica está expuesta a la humedad, se probable que se oxide y corroiga.
- Los materiales. Los vehículos más antiguos, generalmente, se fabricaban sin revestimientos no reactivos, lo que los hacía más vulnerables a la oxidación. Los más nuevos sí que usan este tipo de revestimiento, en lugares como en el arco de las ruedas.
- Estilo de conducción. Si tiendes a conducir fuera de las carreteras asfaltadas o a través de los charcos, sabes que estás aumentando el riesgo de que aparezca corrosión.
¿Dónde suele surgir el óxido?
El óxido puede generarse en cualquier parte donde haya metal. De hecho, el óxido de la superficie es, a menudo, la punta del iceberg, ya que es común que se forme dentro de un panel y se abra camino hacia afuera. Lo más importante a tener en cuenta son las burbujas de pintura exterior. A menudo, este es un signo temprano de óxido. Más allá de mirar por encima de la carrocería, hay algunas áreas a las que se debe prestar especial atención. Es por ello por lo que conviene hacer hincapié en el estado de elementos como:
- Vigas del chasis. Estas corren por debajo de ambos lados de un coche, justo por debajo de las puertas.
- Pasos de rueda. Los arcos donde se alojan las llantas y sus correspondientes neumáticos son ciertamente propensos a oxidarse, especialmente en los vehículos más veteranos que, generalmente, no disponían de ningún revestimiento protector.
- Sistema de escape. Si el tubo en su conjunto (colector, tramo intermedio y silencioso) está expuesto a la humedad del exterior, es probable que la corrosión haga acto de presencia, a lo que también se puede sumar el barro y la suciedad acumulada.
- Suspensión. Tiende a entrar en contacto con la humedad debido a su proximidad a los neumáticos, que pueden levantar suciedad y otros elementos de la calzada cuando se circula con el coche.
- Suelo del maletero. Levanta cualquier alfombra o moqueta para buscar signos de óxido. En el maletero se han podido derramar líquidos que puede que no hayan sido secados correctamente y han calado a la sección inferior.
- Parabrisas. Las áreas situadas alrededor del vidrio son propensas a gotear y a una mayor exposición a la humedad.
- Puntos de unión. El óxido también se puede acumular en cualquier sección donde se unen dos partes de la carrocería, como el maletero, el capó, los guardabarros o los marcos de las puertas, así que asegúrate de revisarlos también.
- Rallones y abolladuras. Normalmente, la superficie de estas imperfecciones se oxida cuando se dejan desatendidas durante largos periodos de tiempo.
- Agujeros de drenaje. Una zona que a menudo se pasa por alto, pero que pueden obstruirse con suciedad y escombros, lo que permitirá que el agua se acumule y, consecuentemente, aparezca oxidación. Revísalos cada vez que laves el coche; los encontrarás a lo largo de la parte inferior de los paneles de las puertas, del capó y del maletero.
¿Cómo puedo evitar que el óxido se manifieste en el coche?
Atento a dónde estacionas.Aparcar sobre césped, tierra, nieve o superficies mal drenadas es lo mismo que pedir que el óxido venga y se asiente de forma permanente. Dado que pasan la mayor parte de su tiempo inactivos en nuestro lugar de residencia, abordar la plaza habitual puede ser de gran ayuda para mantener a raya el óxido. Ten en cuenta que las viejas superficies de asfalto agrietadas pueden proporcionar tanta humedad a los bajos del coche como un campo de tierra en primavera, por lo que aplicar una capa de sellador de pavimento puede ayudar.
Mantener el coche limpio y seco. Demasiada suciedad contribuye a que el óxido se acumule de una forma más veloz. Debes lavar el coche al menos una vez cada dos semanas, sin importar la estación. Puedes hacerlo a mano o llevar el coche a un túnel de lavado. Por otro lado, cuando el interior se moja, existen posibilidades de que la humedad se extienda hacia fuera. Para evitarlo, limpia a fondo cualquier superficie mojada a bordo con una toalla. Si se te derrama algo dentro, retira lo más importante con una toalla y deja que el resto se seque al aire.
Ten cuidado con la sal. Es uno de los mayores contribuyentes a la oxidación. Cuando se combina con agua, el metal se corroe más rápido. Por eso la oxidación es más común en invierno, ya que las carreteras están cubiertas de sal de roca. Es posible que, si quieres evitarlo, tengas que lavar el coche una vez a la semana durante los meses más fríos. Y esto no significa que esté a salvo de la oxidación si vives junto a una playa, la sal marina de la arena aún puede llegar a las carreteras.
El bicarbonato de sodio ayuda. Si a menudo tienes que circular con la sal de la carretera, puedes optar por añadir una pequeña cantidad de bicarbonato de sodio al agua y el jabón con los que lavas el coche. Apenas una cucharada de bicarbonato de sodio neutralizará el efecto ácido de la sal y otros productos químicos para derretir el hielo que se usan en las carreteras.
No dejes al coche sin combustible. Una de las reparaciones más costosas debido al óxido es el reemplazo de un módulo de la bomba de combustible. Si bien las partes interiores de esta pieza están bien protegidas, su placa superior de metal y las líneas de salida están muy expuestas. Los depósitos de combustible y sus partes pueden ser atacados por dos fuentes de humedad: la primera es externa, y la segunda es la condensación interna causada por la diferencia entre las temperaturas del combustible líquido y del aire exterior en un ambiente húmedo. Mantenerlo lleno durante la temporada de lluvias ayuda a reducir el efecto de condensación.
Revestimiento cerámico. Encerar el coche solía ser la mejor manera de reducir el daño exterior, pero ahora, la mayoría de los talleres recomiendan hacer uso del revestimiento cerámico como una alternativa más duradera y rentable. Este polímero líquido se puede aplicar a la pintura del coche, donde se adhiere, y no se rompe ni siquiera ante condiciones severas como una tormenta de granizo. Y si bien el encerado ha de hacerse cada pocos meses, el revestimiento cerámico no necesita de una nueva aplicación hasta un plazo de en torno a tres años (o más).
Un aerosol antioxidante. Si ves que se acumula un poco de óxido, lo mejor que puedes hacer es tratarlo de inmediato antes de que se propague. Si lo atrapas a tiempo, no tendrás que llevar el coche al taller ni reemplazar la pieza oxidada. Cualquier área donde la pintura esté burbujeando suele ser un signo de óxido. Primero, limpia la zona y déjala secar. Ya sin la humedad, puedes aplicar un spray antioxidante, una alternativa si no puedes asumir el gasto de un encerado o de un revestimiento cerámico. Una vez aplicado, la protección puede ser de un año.
Fuente: El País Motor, RAC