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Mario Nogales

Algunos trucos para que la depreciación no afecte (tanto) a tu coche

La depreciación podríamos definirla como la «disminución del valor de un bien por el uso y el transcurso del tiempo». Y está muy claro que en los coches suele ser más acusada que en otros bienes materiales. Se habla de que nada más salir del concesionario, un vehículo nuevo ya ha perdido alrededor de un 18 % de su valor. En cinco años puede que haya perdido el 60 %. Ante estas cifras tan poco alentadoras vamos a repasar algunos trucos para que la depreciación no afecte tanto a tu coche.

Desde el principio hay que aclarar que en este ámbito todo es bastante relativo, que depende mucho del tipo de coche y de la situación del mercado. Ya hablamos que los SUV ahora se deprecian menos por su alta demanda, mientras que los coches diésel han perdido mucho valor debido a que la gente no los busca tanto. Así que vamos a hablar de algunos consejos genéricos que ayudan a mantener el valor del coche, pero sin hacer milagros. Si se compra/tiene un monovolumen diésel, por mucho que se haga la devaluación afectará de forma acusada.

Hacer una compra inteligente

Para los que piensan en la depreciación incluso antes de adquirir el vehículo. A la hora de comprar un coche hay que hacerlo con la cabeza, seleccionando el que cubrirá nuestras necesidades. También es interesante mirar los más vendidos, pues podrían tener una salida más fácil en el mercado de segunda mano si el día de mañana decidimos venderlo. El combustible a elegir también es muy importante. Aunque dijimos anteriormente, el diésel todavía puede ser una opción interesante para mucho, mientras que los eléctricos se están posicionando como la opción para las ciudades.

Ya mencionamos que con solo salir del concesionario, el coche perdía mucho valor. Por este motivo también puede ser interesante la compra de un vehículo de KM0 o un usado con pocos kilómetros. Actualmente hay muchas unidades en stock con generosos descuentos. En este sentido, habría que mirar si dentro de poco llegará una actualización del modelo que nos interesa, ya que podríamos estar comprando un coche que se verá más anticuado en unos meses.

¿Compra o renting?

El renting es una modalidad muy extendida en la actualidad, incluso entre los particulares. Se trata de la adquisición de un coche de forma temporal mediante una especie de alquiler. El usuario nunca tendrá el vehículo a su nombre, pero tendrá algunas ventajas y no tendrá que preocuparse por la depreciación, ya que está pagando por su uso y al final del contrato puede optar por cambiar a otro coche. También hay que considerar el momento y la situación del mercado para tomar la decisión.

Los usados también son una opción

También podría mirarse el otro extremo, que sea un coche usado que ya se ha depreciado todo lo que tenía que depreciarse. En este caso habría que mirar bien el mantenimiento que ha tenido, que esté en las mejores condiciones para que no se convierta en un dolor de cabeza. Es interesante pedir todo el historial del vehículo, que haya pasado las revisiones en talleres oficiales e incluso estaría bien saber el número de propietarios que ha tenido. Algunos datos se podrán conocer pidiendo un informe de tráfico.

Aplicable tanto a los coches nuevos como a los usados, el color es un factor que afecta a la depreciación aunque no lo parezca. A este respecto, conviene huir de los colores más llamativos (hay excepciones), siendo los que menos se depreciar los neutros como el negro, el blanco o el plateado. Y si ya nos hemos decidido por el coche, más vale intentar sacarle un buen precio. Esto es más fácil en el caso de ventas particulares que están dispuestas a negociar, pero también se puede llegar a algunos acuerdos con profesionales.

Mención aparte merecen los coches clásicos. Hay una burbuja importante alrededor de algunos vehículos considerados como históricos, que alcanzan en la actualidad un valor muy superior al que tenían originalmente. Comprar un clásico no es sinónimo de esquivar por completo la depreciación, pero es cierto que hay un buen número de modelos que mantienen bien su valor. Hay que estudiar cada caso con detenimiento. También hay que tener en cuenta aspectos como su mantenimiento o la falta de comodidad, teniendo que evaluar si son vehículos aptos para el uso diario o no.

Cuando ya tenemos el coche

Una vez se ha adquirido el coche que se (o si es uno que ya se tenía), toca cuidarlo para que la depreciación no sea acusada. La primera medida y la más lógica es la de controlar el número de kilómetros. Ese valor es el que marca la diferencia a la hora de vender el vehículo, el que hacer que el valor sea superior o inferior. Esto también es algo relativo, pues si tienes que utilizar el coche todos los días para ir al trabajo no hay mucho control del kilometraje que valga, así que se aplicará dentro de lo posible.

Lo siguiente que hay que intentar cumplir es mantener el coche estrictamente de serie. Cualquier tipo de modificación/preparación/tuning hará que el valor del coche se reduzca. Por no hablar de que si hay cambios estéticos a gusto del propietario, podría no gustar a futuros compradores. Hablamos de cosas fuera del catálogo del fabricante o a los elementos más estridentes, pues hay muchos extras oficiales que pueden mejorar el valor del vehículo.

El mantenimiento del coche también tiene que ser cuidado al milímetro para no aumentar la depreciación. Siempre en centros oficiales y con todas las reparaciones bien documentadas. A la hora de vender el coche no hay que hacerlo con abolladuras o problemas en la pintura, pues esos desperfectos reducirán su valor. Lo mismo con la suciedad, una rutina de limpieza hace que el coche luzca como nuevo y la percepción mejore.

También afecta mucho el momento de la venta, pues puede afectar al precio que se saca del coche. Está demostrado que los descapotables se venden mejor en primavera (cuando el tiempo acompaña) o que los utilitarios tienen mejor salida de cara a verano (cuando los más jóvenes se sacan el carnet). Hay que estudiar el mercado y tener en cuenta el tipo coche y el perfil del comprador al que va destinado.

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