El volante bimasa (o volante motor bimasa) es una pieza desconocida por muchos y que, en muchas ocasiones, genera un gran agujero en la cartera de muchos conductores. Sustituirlo, además de costar una media de 700 euros, supone un gran número de horas de trabajo que pueden llegar a incrementar notablemente el precio en la factura final.
¿Qué es el volante bimasa?
Este elemento pasivo del vehículo permite al vehículo almacenar la energía cinética generada por el motor para conseguir una mayor inercia sobre el movimiento y transmitir dicha energía a las ruedas del coche.
Se trata de un disco de hierro fundido que tiene un peso y un equilibrado determinado para que el giro del motor sea preciso, previsto de ranuras de . Este va integrado en el embrague o en el convertidor de par, según se trate de una caja de cambios manual o automática.
Diferencias con volante monomasa
- Volante monomasa: más propio de coches de altas prestaciones o de competición, pues permite cambios de marchas más directos. Es más barato y también se corre más peligro de avería e incluso deterioro de la transmisión.
- Volante bimasa: presente en la mayoría de los vehículos, es más apropiado para usos normales debido a que reduce las vibraciones y ruidos con los dos volantes unidos entre sí.
Partes del volante bimasa
También llamado volante de masa dual por su acepción anglosajona –dual mass flywheel (DMF)–, está compuesto por dos volantes de inercia concéntricos: uno unido al cigüeñal, y otro a la caja de cambios.
Entre estas dos masas divididas, un rodamiento de bolas y un muelle helicoidal se encargan permitir una oscilación de gran ángulo entre ambas partes. La primera de ellas gira de forma complementaria al motor mientras que, la segunda, hace lo propio al unísono de la transmisión. La unión entre ambas piezas queda encomendada a un cojinete (casquillo de fricción). En resumen, sus partes son las siguientes:
- Masa primaria: la que va unidad al cigüeñal y cuenta con muelles para absorber la energía.
- Masa secundaria: la que queda ligada a la caja de cambios a través del embrague.
- Rodamientos: van en la masa primaria y permite que las masas roten.
- Brida: transmite el par motor de la masa primaria a la secundaria.
- Muelles de arco: van en el interior del volante y absorben energía.
¿Qué hace el volante bimasa?
El volante bimasa empezó a incorporarse en los coches a comienzos de la década de los noventa, aunque la proliferación de los motores movidos por gasóleo de alta compresión y los más recientes propulsores de tres cilindros han ayudado a incrementar su uso. Venía a sustituir a los volantes de inercia convencionales usados hasta el momento, más ruidosos y bastos en su funcionamiento.
Actualmente, uno de cada tres vehículos nuevos que se venden en Europa cuenta con un volante bimasa
Los motores de nuestros coches producen vibraciones giratorias en el cigüeñal y en el volante de inercia porque no hay continuidad durante el proceso de combustión. El volante bimasa evita que esas vibraciones se transmitan al resto del tren motriz, procurando eliminar ruidos molestos como traqueteos en la caja de cambios u oscilaciones en la carrocería que acaban mermando el confort de marcha. En su parte exterior, una corona dentada lo conecta con el motor de arranque, así que al girar la llave del contacto, el volante bimasa la inicia su movimiento.
Averías del volante bimasa
Pero toda reacción tiene su reacción. El volante bimasa mejora la suavidad de conducción, pero también es más delicado. Las piezas que lo conforman sufren de un desgaste acusado debido a las enormes velocidades de fricción que alcanzan entre ellas, y al sufrir el acusado paso del tiempo aparecen algunos problemas; más temprano de lo deseado si no conducimos con un mínimo de dulzura.
Pueden provocar graves roturas mecánicas si ambos volantes chocan entre sí o el volante interior se desprende por un desgaste excesivo de los muelles que lo sostienen. Lógicamente, también aparecerán nuevas vibraciones en el coche.
Pero, ¿cuándo sabemos que nuestro volante bimasa está pidiendo ser cambiado por un nuevo? Es primordial estar pendiente de ruidos mecánicos, siendo los más detectables con el coche parado en punto muerto y pisando el embrague. Otras pistas son las vibraciones sobre el pedal de embrague, la palanca de cambios o el asiento. Y si estas son perceptibles al ralentí y desaparecen al iniciar la marcha, mala señal.
En estos casos, lo mejor es acudir al taller cuanto antes para evaluar el volante bimasa. En caso de que los movimientos parásitos sean más acusados, surjan al apagar el motor o las revoluciones caigan por debajo de lo normal, no lo pienses y envía el coche al taller para que sea revisado.
Precios del volante bimasa
Muchas de las piezas que conforman nuestros vehículos necesitan ser cambiadas, unas con más urgencia que otras. El volante bimasa es de las primeras.
Sustituirlo no es barato, de 700 a más de 1.000 euros (incluyendo mano de obra), y lo más recomendable es hacerlo junto con el cambio embrague. Hacer caso omiso y alargar la agonía repercutirá en daños que afectará sobre todo a la caja de cambios e incluso al bloque motor. Eso son reparaciones de varios miles de euros, así que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
Cuidados del volante bimasa
Para alargar la vida útil del volante bimasa, al igual que en el caso del embrague, existen una serie de recomendaciones:
- Arrancar con el embrague pisado: algo que en los coches modernos se ha hecho imprescindible para encender el motor.
- Cambiar a tiempo: sin revolucionar de más ni de menos. Pisar a fondo el acelerador para recuperar velocidad cuando las revoluciones han bajado en exceso sólo sirve para que el embrague y todos los elementos circundantes se estropeen.
- Tener cuidado con el embrague: no beneficia calentarlo demasiado ni soltarlo de golpe.
Otro factor que puede repercutir en un desgaste acusado del volante bimasa es la batería. Una batería descargada o estropeada hará que el motor gire más lento y, consecuentemente, no generará suficiente energía y aumentará la holgura de la pieza tratada. Las reprogramaciones también ayudan a acelerar el desgaste, aunque no se salen de los límites razonables de la mecánica del coche. Al incrementar la potencia y el par, el motor trabaja con más ímpetu sin haber adaptado el resto de componentes.
[NOTA: Información publicada originalmente el 11/2/2019, revisada, completada y mejorada]