Hubo un tiempo en el que la única preocupación de los fabricantes de automóviles era que estos fueran más rápidos, más potentes, más fuertes o más bonitos. Gastar en seguridad era algo que ni siquiera se les pasaba por la cabeza. “La seguridad no vende”, decían. Todo esto cambió con un artículo de denuncia sobre el peligro de los coches que circulaban por Estados Unidos. Fue entonces cuando los británicos se propusieron fabricar el coche más seguro del mundo.
Cinturones de seguridad, airbags, ABS, paneles de absorción de impactos, y hasta una reja atrapa-peatones que no evitaba atropellarlos, pero sí que conseguía que la experiencia del atropellado fuera de cinco estrellas. Muchas fueron las soluciones de British Leyland (BLMC), pero solo algunas de ellas llegaron a buen término y, todavía hoy en día, siguen siendo las mejores aliadas de los conductores.
De la necesidad a la virtud
En los años sesenta, las pruebas que debían superar los coches para circular no eran ni mucho menos exhaustivas en cuestiones de prevención de accidentes. Por ello, los coches que invadían las calles preferían centrarse en muchos otros aspectos que llamaban más la atención del futuro comprador. Pero había un hombre que no estaba dispuesto a pasarlo por alto.
El abogado y defensor de los derechos de los consumidores Ralph Nader publicaba en 1965 un informe en el que señalaba la peligrosidad que suponía para conductores y peatones la mala dirección y la pésima resistencia de los coches de Estados Unidos. Posiblemente gracias al ruido que generó este enfático luchador, la administración se puso las pilas y en 1968 establecía unos estándares federales de seguridad para vehículos de motor.
La carrera había comenzado. Ningún fabricante quería perderse pillar parte del pastel más grande que existía: los Estados Unidos. BLMC no podía ser menos. En un primer momento, desarrolló versiones adaptadas del MGB y del Austin 1300, pero lo verdaderamente revolucionario estaba a punto de comenzar.
La búsqueda del coche más seguro del mundo
La verdadera intención de British Leyland no se quedaba solo en hacer unos pequeños ajustes a sus modelos, sino que querían destacarse verdaderamente por la seguridad de sus vehículos. Con este objetivo iniciaron en 1970 un proyecto de investigación y desarrollo que tuvo como resultado el Vehículo de Sistema de Seguridad (SSV1) y los cinco prototipos del proyecto Vehículos de Investigación de Seguridad (SRV).
El SSV1 se fabricó en 1972 y ya presentaba muchas novedades. Era un coche de espacio interior reducido, con tres puertas. Su base era el MGB GT al que se habían añadido una serie de extras como airbags, ABS, suspensión autonivelante y paneles que absorbían los impactos en los laterales. También era curioso el rompedor espejo montado en un disparatado techo que ampliaba la visión del conductor.
Pero las dos grandes genialidades o locuras del SSV1 no estaban ahí. ¿Conocéis la propuesta de incorporar un alcoholímetro en los coches que impida arrancar si se da positivo? Pues el coche de la BLMC llevaba algo parecido, más rudimentario pero también más divertido. El vehículo llevaba instalado un juego para evaluar el estado del conductor. Se reproducía un patrón de luces de colores que el conductor debía replicar en el orden correcto. De no ser así, tras fallar en tres ocasiones, el coche quedaba inutilizado durante una hora, cuando ofrecía una nueva oportunidad.
La otra gran revolución tenía que ver con los peatones. Los atropellos fueron una de las grandes preocupaciones de BLMC, posiblemente la mayor. El programa de investigación que llevó a cabo la marca no concluyó ninguna manera de evitarlos, así que se decidió por conseguir que un atropello fuera una situación más segura y agradable.
Este SSV1 portaba un prominente parachoques frontal en la parte baja del vehículo. Con ello se pretendía que, al golpear a un peatón, este no saliera impulsado y cayera delante del coche, sino que al golpearle en una zona baja la persona se estampara contra el capó.
Pese a todo el trabajo y todas sus invenciones, nada de esto llegó a hacerse realidad en ningún coche de la marca.
Los prototipos que precedieron al coche más seguro del mundo
Dos años después del SSV1, BLMC presentó cinco prototipos que iban más allá en la búsqueda del coche más seguro del mundo.
SRV1: Copiaba al Morris Marina pero incluía una parachoques absorbe impactos y un exterior deformable para amortiguar los golpes y para comodidad del atropellado. También incluía reposacabezas en los asientos traseros.
SRV2: también basado en el Marina, puso su foco de nuevo en el peatón. Su morro bajo con faros retráctiles no tenía otro objetivo. Además, era un coche pensado para los choques frontales, siendo capaz de absorber un impacto a más de 60 km/h, o eso decían.
SRV3: Tomando como partida un Morris 1800 era el punto de partida del . Como el resto de prototipos, presentaba un importante cambio en la delantera, con un frontal muy bajo. Pero sus avances más importantes estaban en los laterales. Llevaban pestillos cola de milano en la parte inferior de las puertas y, además, su posición estaba asegurada con almohadillas y riostras anticolapso. De este modo, se pretendía que los golpes laterales no tuvieran incidencia dentro del vehículo.
SRV4: Se trataba de un llamativo Mini Clubman muy bien acolchado. La principal preocupación había sido la seguridad del peatón. Por ello, se aumentó la distancia entre ejes para que la parte frontal fuera más alargada. Además, el material de toda la zona delantera era más blando para mayor confort de la víctima de atropello.
SRV5: Con él llego lo nunca visto, la barrera atrapa-peatones. El prototipo se basaba en el Austin/Morris 1300 e incorporaba novedades de varios tipos; pero que esto no nos distraiga de lo verdaderamente importante.
Ser atropellado iba a dejar de ser una experiencia traumática. Por suerte, todavía no habían llegado Youtube ni las redes sociales porque posiblemente se habría convertido en un reto viral. El reto de que un coche te atropelle y te deje atrapado sobre su capó.
Así era el SRV5. Además de un morro inusitadamente bajo, disponía de un sistema que, al sufrir un impacto frontal contra un peatón, hacía saltar una barrera que paraba al peatón una vez iniciaba su caída al suelo tras dejarse su integridad física contra el capó. Nunca ser atropellado había sido tan seguro.
En definitiva, British Leyland inició un camino de investigación en seguridad que muchos otros han seguido y que ha permitido grandes avances de los que nos beneficiamos todos.
Puede que no consiguieran crear el coche más seguro del mundo, pero su trabajo se dejó notar en automóviles posteriores. Claro que hubo propuestas más acertadas que otras, pero de eso se trata. Puedes triunfar o puede que la realidad te atropelle, y si algo te va a atropellar mejor que sea un SRV5.