La década de los 60 fue especialmente prolífera en Estados Unidos. En esta especie época dorada del automovilismo se vieron muchos deportivos que se convertirían en referencia y que siguen siendo recordados a día de hoy. Pero pocos a la altura del Dodge Charger Daytona que vamos a repasar. Un auténtico nativo americano que se alzó con un impresionante récord y que incluso llegó a ser prohibido por un cambio en la normativa debido a lo rápido que era y a los estándares de seguridad.
Corría el año 1968 cuando el departamento Special Vehicles Group de Chrysler se proponía hacer una versión más potente y aerodinámica del Charger. Sacaron un primer ejemplar que no terminó de convencer, necesitaban que fuera aún más radical. Así que en 1969 presentaron Charger Daytona con un frontal puntiagudo muy trabajado para reducir la resistencia a altas velocidades y una zaga con la luneta enrasada para optimizar el flujo del aire.
Comprobaron en el túnel de viento que el Dodge Charger Daytona lograba un coeficiente aerodinámico de apenas 0.28 Cx, por debajo de todos sus rivales de la época. El problema era que la trasera se elevaba a altas velocidades, así que tuvieron que resolverlo drásticamente incorporando un gigantesco alerón que podría responder a dos razones. Se dice que su altura (58,4 centímetros) puede ser para despejar la línea del techo o para facilitar la apertura y cierre del maletero.
En todo caso, con este cambio se consiguió aumentar la carga aerodinámica en el eje trasero y hacer al Dodge Charger Daytona más estable. Lo siguiente fue llevarlo a producción para conseguir la homologación para llevarlo a la NASCAR. Se hicieron apenas 503 unidades, muy por debajo de otros coches que servían para ese propósito. Uno de los motivos es que con sus 5,49 metros de largo era difícil que entrase en la mayoría de plazas de aparcamiento, no era un coche demasiado práctico que digamos.
Este ejemplar tomaba como base al famoso Charger R/T de 1969, por lo que utilizaba un motor V8 Magnum de 7.2 litros con 375 CV y la suspensión o los frenos adecuados a su nivel de potencia. Opcionalmente también podía llevar un motor V8 HEMI 426 de 7.0 litros que aumentaba la potencia hasta los 425 CV. Apenas se hicieron 70 unidades con esta mecánica, que es la más valorada por los coleccionistas en la actualidad. Se ofrecían tanto con una caja de cambios manual de cuatro velocidades como con una automática de tres.
Aunque lo que hizo que el Dodge Charger Daytona pasara a la historia fue su desempeño en la NASCAR. En la primera prueba en la que compitió, en la Talladega 500 de 1969 ya se alzó con la primera posición. Ganaría otra carrera más ese año y otras cuatro en 1970, dejando un impresionante récord al superar los 321,87 km/h (200 mph). Coincidiría un tiempo con su «primo» el Plymouth Superbird de 1970, siendo apodados cariñosamente como los Winged Warriors (guerreros alados) por su aerodinámica.
La fiesta no duraría mucho, pues al año siguiente decidieron cambiar la normativa de la NASCAR, prohibiendo las especificaciones aerodinámicas en los coches con motores de más de 5.0 litros. Acabaron de esta forma con los «aero-cars» que marcaron época en dicha competición. De hecho, el récord del Dodge Charger Daytona estuvo vigente casi dos décadas y por el camino batió hasta 28 récords de velocidad en el desierto salado de Bonneville.
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