Fue en el Autorama de 1967 donde Dodge destapó uno de los prototipos más curiosos de la historia. Hablamos del Dodge Deora, un intento de dar un giro al concepto de pick-up, un segmento que tiene muchísimo interés en el mercado nortaemericano desde los inicios de la automoción.
Se trata de coches enfocados a un uso polivante y práctico, gracias a su caja trasera descubierta, que en las zonas rurales pasaron a ocupar las tareas que antaño cubrían carromatos y carretas. Pero con un mundo en el que las carreteras asfaltadas son cada vez más habituales, ¿cómo podría evolucionar este concepto? Los hermanos Larry y Mike Alexander recibieron el encargo de fabricar un concept car siguiendo los dibujos del diseñador Harry Bradley.
Famosos por sus espectaculares creaciones en el mundillo de los hot rods, una variante de vehículos preparados que entonces (y ahora) generan entusiasmo, los hermanos Alexander se pusieron a desarrollar el pick-up del futuro. Después de que General Motors no les facilitase el material para construirla, debieron emplear una base fue una robusta furgoneta Dodge A100, que ya tenía entre su gama de carrocerías una versión de caja descubierta. Pero el resultado poco tuvo que ver con el original.
Comenzaron cortando una sección de los pilares del techo de la Dodge A100 para reducir su altura y dar la impresión de que todo el vehículo era más bajo. Luego tomaron el portón trasero de un Ford Station Wagon de 1960, de forma que se accedía al interior desde el frontal, con una puerta alojada entre los faros que pivotaba para que pudiesen entrar dos ocupantes. Como colofón de esta curiosa apuesta, la parte superior del parabrisas podía levantarse, gracias a que contaba con un motor eléctrico.
Para mover este curioso vehículo se recurrió a un motor de seis cilindros en línea, situado en posición trasera, escondido por una tapa bajo la superficie de carga. Se acoplaba a un cambios de tres relaciones. Y sí, refrigerarlo era un problema, por lo que tuvieron que montar un radiador por delante del eje trasero, que recibía el aire que le llegaba de las toberas laterales de aire en la carrocería. Otra cosa que hubo que cambiar de ubicación fue el depósito de combustible, que se colocó tras la cabina, tan futurista como el resto del prototipo
El éxito del Dodge Dera no se hizo esperar y copó portadas de revista. Se mantuvo dos años más como coche de exhibición, hasta que fue vendido en 1970. Desde entonces se mantuvo en manos del mismo propietario, lo que explica que a día de hoy esté en un estado de mantenimiento envidiable (en 2002 fue retaurado por completo). No sabemos si lo conduciría alguna vez, pero desde luego, ir sentado por delante del eje delantero tiene que transmitir una sensación muy extraña, sobre todo a la hora de enfrentarse a una curva.
Este show car jamás llegó a fabricarse en masa y su éxito se redujo a ser el símbolo de una época en que la imaginación primaba sobre otras consideraciones, como el consumo o la seguridad, a la hora de diseñar coches. Tuvo una segunda vida, en forma de coche a escala. Hot Wheels lanzó una serie de del Dodge Deora que, todavía hoy, es de las más perseguidas por los coleccionistas, gracias a su diseño único.
Fuente: FCA
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