En la historia de Ford está escrito con letras de oro el nombre Model T, en el capítulo reservado a la competición lo está el glorioso Ford GT40 de los años 60, uno de los mejores coches de la historia de Le Mans y que logró cuatro victorias consecutivas en Le Mans entre 1966 y 1969.
Para celebrar el centenario de Ford se presentó el sucesor del Ford GT40, el Ford GT 2004. Compartía un diseño casi calcado al del modelo original (algo más largo, ancho y alto). Eso sí, bajo esa carrocería de aspecto retro se escondía un tren propulsor completamente moderno, un motor V8 de estructura modular fabricado parcialmente en aluminio de 5.4 litros con 32 válculas, un nuevo árbol de levas que entregaba 558 CV a 6.500 rpm y un par máximo de 678 Nm a 4.750 rpm. Frenos de disco hidráulicos Brembo de cuatro pistones con rotores perforados y ventilados se aseguraban que el vehículo se detuviese a tiempo.
[vc_row][vc_column width=»1/2″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][/vc_column][/vc_row]
Ligado a una transmisión manual de seis velocidades, el nuevo superdeportivo de Estados Unidos pretendía, como su legendario antecesor, volver a situar al país por encima del resto (automovilísticamente hablando). Alcanzaba una velocidad máxima de 330 km/h y era capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos. Eso lo colocó en la parrilla de salida junto a portentos como el Porsche Carrera GT o el Mercedes-Benz SLR McLaren o el Ferrari 360. De nuevo Ford demostraba que podría competir contra las marcas europeas de tú a tú.
Apenas se fabricaron 4.038 unidades menos de las 4.500 inicialmente previstas. Y creemos que pocas (por no decir ninguna) estará tan inmaculada como esta. Apenas tiene 2.453 millas en el odómetro (3.950 km). No, no nos hemos comido ningún número. Fabricado en 2005, su primer destino fue California y allí permaneció cuatro años. En ese tiempo recorrió 2.100 millas, antes de pasar a una colección.
Obviamente, el estado de conservación es excelente (ha estado en marcha 568 km en los últimos ocho años, 71 cada año). Y conserva manuales originales y todo tipo de parafernalia que entregaban con el coche en un estado que harían la boca agua a cualquier anticuario. Solamente tiene nuevo un juego de neumáticos.
Lo que más nos gusta es su terminación, en el color rojo icónico con las opciones disponibles de fábrica: rayas dobles blancas «de carreras», las llantas GT de aluminio forjadas y un equipo de sonido de McIntosh: la configuración definitiva. Costaba en su día 136.000 euros nuevo… ahora esperan alcanzar por él más de 250.000 en la subasta que se celebra hoy mismo en Amelia Island. Buen negocio… ¿pero merece la pena no haberlo disfrutado nada?
Fuente: RM Sothebys
Galería de fotos (Darin Schnabel, cortesía de RM Sothebys):