Seguimos reivindicando la memoria de las, en ocasiones, injustamente olvidadas pioneras del mundo del motor. Hace poco hemos relatado las increíbles historias de la inventora de los intermitentes, Florence Lawrence, y a Clärenore Stinnes, la primera mujer en dar la vuelta al mundo en coche. También a Dorothy Elisabeth Levitt, la antecesora -un siglo antes, estamos hablando de principios del siglo XIX- de nuestra protagonista de hoy.
Hélène Mariette Delangle, conocida como Hellé Nice, fue una pionera en el masculinizado mundo de las carreras durante el siglo XX. Acumuló 1.800 victorias en tan sólo seis años, y estableció el récord mundial de velocidad en un Bugatti Type 35. Sin duda una de las mejores conductoras de la época, por no decir la mejor. Tal y como la describe la escritora Miranda Seymour en el libro Helle Nice: en busca de una leyenda de las carreras de coches: «La más profesional y competitiva del reducido grupo femenino presente en los precarios circuitos de la época, donde la muerte solía ser una más de los participantes».
Su vida se vio truncada al ser acusada de ser un agente de la Gestapo
Hellé Nice nació un 15 de diciembre de 1900, al suroeste de París. Antes de verse envuelta en el mundo del motor, fue modelo y bailarina. La historia exacta de por qué adquirió tal destreza al volante no está clara, sin embargo, algunas informaciones apuntan a que tan sólo con 3 años, durante la carrera París-Madrid, quedó prendada por la atmósfera de la competición, aunque con probabilidad era demasiado pequeña para ser consciente de lo que la rodeaba a ese nivel.
No fue hasta 1920 cuando su relación con el mundo de las carreras se puso seria. Se hizo amiga de pilotos como Henri de Courcelles and Marcel Mongin y asistió a muchas competiciones, adquiriendo un creciente interés por el mundo del motor. Sin embargo, hasta casi una década después no comenzaría su imparable carrera.
Sus logros
La carrera de Nice comenzó un 2 de junio de 1929, cuando participó en el Grand Prix en la tercera jornada femenina del Autódromo de Linas-Montlhéry, al sur de París. Por muy estereotipado y desagregado que parezca, se trataba del único evento deportivo serio para mujeres en la época (espera, ¿vemos a mujeres hoy en día competir con hombres en la F1?). Nice fue una de las cinco mujeres que compitieron, y lo hizo la volante de un Omega Six, a una velocidad media de 100 km/h. Ganó la carrera, fulminando a Violette Morris y a Lucy Schell.
La semana siguiente participó en el Actors’ Championships y alcanzó el récord de velocidad del día (esta vez participaron hombres), conduciendo un Bugatti 35C, como el de la foto.
Cuando volvió a Montlhéry en diciembre de 1929, Nice volvió a romper el récord de velocidad para mujeres, alcanzando más 194km/h. Continuó batiendo récords el año siguiente, y en 1930 corrió en su primer Grand Prix en Le Man´s, quedando tercera. También se convirtió en la primera mujer en conducir en Woodbridge, Nueva Jersey. Realmente alcanzó tantísimos logros que nos tenemos que limitar a los más importantes.
En septiembre de 1933 participó en la trágica carrera de Monza, donde tres pilotos perdieron la vida. También participó en el Rally de Montecarlo de 1935 junto a Madame Marinovitch, ganando la Ladie´s Cup. En el verano de 1936 viajó a Río de Janeiro junto a su pareja, Arnaldo Binelli, para competir en el que sería el trágicamente recordado Grand Prix de São Paulo.
Al final de la carrera sufrió un accidente que la hizo volar por los aires antes de estrellarse. Murieron seis pilotos y otros 45 resultaron heridos. Nice estuvo en coma durante tres días, pero a los tres meses se recuperó. Volvió a las pistas un año después, y se convirtió en una heroína nacional en Brasil.
La época más difícil: comienza la guerra
Tras su accidente, la imparable carrera de Nice se vio fatalmente truncada; las oportunidades para una mujer que había sufrido serias lesiones en la cabeza se redujeron drásticamente. En el espacio de un mes, Jean Bugatti muere y la Segunda Guerra Mundial comienza, junto a la época más difícil de Nice.
En 1949, tras el final de la guerra, la suerte sigue sin sonreírle; en una fiesta en Monte Carlo para celebrar el armisticio y la vuelta de las carreras, Nice es acusada por el piloto Louis Chiron de ser una espía de la Gestapo. Este incidente acabó con su carrera. Sus patrocinadores, amigos y seguidores le dieron la espalda.
Pasó el resto de su vida en París, dependiendo de la caridad de una institución. Murió el 1 de octubre de 1984, en una austera habitación en Niza. Actualmente, la Fundación Hellé Nice trata de preservar su imagen y los logros que alcanzó, impensables para una mujer de la época. Hellé vivió la vida como una aventura, pasando por pruebas muy duras y también por hazañas memorables. A veces, merece la pena echar la vista atrás y mirar la vida de forma retrospectiva. No sabemos lo que nos hemos podido perder.
El motor de la leyenda
Nice pilotó tras el volante de muchos coches míticos: Bugatti, Hispano-Suiza, Miller, Alfa Romeo, pero sin duda fue el Bugatti Type 35 con el que logró más victorias. Este clásico de las carreras fue el primero que incorporaba un radiador en forma de arco. De este modelo se llegaron a fabricar alrededor de 400 unidades gracias al prestigio demostrado en los circuitos.
Tras conocer a Ettore Bugatti, el propietario de la compañía pensó que Nice sería la persona ideal para conducir uno de sus modelos y romper con la hegemonía masculina.
Después de la Primera Guerra Mundial, Bugatti continuó construyendo coches de carreras. La gran oportunidad llegó en 1921 cuando un equipo de 5 coches de Bugattis entró en el Voiturette GP en Brescia y volvió a casa con los primeros cuatro puestos. En 1924 construyó el coche que se convirtió en leyenda: el Bugatti type 35. Equipado con un motor de 8 cilindros en línea alcanzaba los 135 CV a 5300 rpm.
El debut del Bugatti tuvo lugar en el Gran Premio de Lyon de 1924, una ocasión idónea para presentar en sociedad a un modelo que incorporaba una serie de elementos totalmente novedosos: ruedas de aluminio con tambor incorporado, carrocería en forma curvada, eje delantero tubular, ligero y rápido. Se trataba de una preciada joya al alcance de muy pocos bolsillos.
Desde sus inicios en los años 20, como vehículo de grandes personalidades hasta la década de los 60, considerado como pieza de coleccionista, la carrera del Bugatti ha sido más que brillante y exitosa. También su conservación ha sido relativamente sencilla pues, en su día, este modelo disponía de un amplio catálogo de piezas de repuesto. Actualmente, gracias a la dedicación de los seguidores de la marca y las nuevas tecnologías, se continúan fabricando reproducciones totalmente fieles al original.
El primer modelo que se fabricó, montaba el motor de ocho cilindros en línea y contaba con una cilindrada de 1.991 c.c. Posteriormente surgieron diferentes versiones en función de las modalidades de las carreras en las que participaba, dando lugar a modelos como el 35 A, 35 C, 35 T, 35 B, 37 y 39.
Para que os hagáis una idea de cómo eran las carreras hace un siglo, en este post hacemos una maravilloso recorrido por los modelos más míticos y primeros coches de carreras.
Fuentes: Henry Ford.org, Petrolicious