Entre 1954 y 1963 se fabricaron tan solo 1.400 unidades de uno de los coches más hermosos de la historia, el Mercedes-Benz 300 SL Gullwing, el fabuloso alas de gaviota que ganó su apodo por sus puertas unidas al techo con bisagras y que se convirtió en uno de los símbolos de la histórica marca de la estrella. De ellos, apenas 29 (un 2% de la producción), tenían su carrocería realizada en aleación de aluminio. Eran los Mercedes-Benz 300 SL Alloy Gullwing, que es precisamente el coche del que hoy te vamos a hablar.
Gracias al empleo del aluminio, la carrocería pudo reducir su peso nada menos que 80 kilogramos sobre la variante convencional, realizada en acero. Esto tuvo un problema para la gran mayoría, que fue hacer prohibitivo el ya de por sí caro 300 SL Gullwing. Solo los realmente ricos pudieron hacerse con una de las pocas botellas especiales de la ya de por si excelente cosecha que fue el alas de gaviota.
Los Mercedes-Benz 300 SL Alloy Gullwing, más ligeros, consiguieron así ser todavía más competitivos frente a los deportivos italianos y británicos e italianos de tres litros. Ayudaban también las mejoras mecánicas en el motor Sonderteile de seis cilindros en línea, con un nuevo árbol de levas y el aumento de 15 CV de potencia en un coche que, en el momento de su lanzamiento, fue más rápido del mundo. Sus 215 CV, eran suficiente para propulsar al coche a una velocidad máxima de 260 km/h, una velocidad asombrosa para la época.
Y es que, tras esa carrocería hermosísima, el Mercedes 300 SL era todo un prodigio mecánico. Entre muchas de sus primicias, contaba el primer sistema de inyección de combustible utilizado en un coche de producción. Su sistema de inyección mecánica fue desarrollado a partir de un sistema similar al utilizado en el caza Messerschmitt Bf 109E de la Segunda Guerra Mundial, un V12 de 33,9 litros de cubicaje.
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El Mercedes-Benz 300 SL Alloy Gullwing y acoplado a un transmisión manual de cuatro velocidades, derivaba del W194 de competición, que a su vez había sido tomado de la berlina de lujo de cuatro puertas W189 (uno de los antecesores del Clase S) que se había lanzado en 1951. Con tan buenos mimbres, su éxito no tardaría en llegar, sobre todo en Estados Unidos. Max Hoffman, el más influyente importador de automóviles de la historia (con hazañas como el BMW 507) recomendó personalmente el coche y acertó, pues más del 80% de la producción se vendió en Norteamérica.
Los altos alféizares implementadas en el 300 SL lo hicieron famoso también por lo difícil que resultaba entrar y salir del coche. El problema a menudo se agravaba ya que las piernas siempre quedan un poco rígidas tras un largo viaje. Pero los ingenieros de Mercedes dieron con la solución y desarrollaron un volante abatible para que fuese un poco más sencillo deslizar la extremidades dentro o fuera de la cabina.
El coche que se ve aquí fue fabricado para el industrial suizo René Wasserman, un entusiasta de los coches deportivos que solicitó a su 300 SL con los mejores elementos de equipamiento imaginables: Ofrece la más deseable actualizaciones de fábrica y opciones, incluyendo el motor Sonderteile, suspensión deportiva y llantas Rudge, interior de cuero rojo, maletas a juego, luces de carretera cerrados, instrumentación en ingles…
Como ves, el Mercedes-Benz 300 SL Alloy Gullwing número de chasis 5500786 que ilustra este artículo es uno de los «alas de gaviota» más exclusivos jamás fabricados. El coche se completó el 5 de octubre de 1955, y el pripio Wasserman recogió el coche y condujo su nuevo 300 SL de vuelta a casa. ¡Quién no lo haría! No se sabe cuándo Wasserman vendió el coche, en la década de 1960 había sido exportados a los Estados Unidos… donde pasó por varias manos, entre ellas un director de Blenheim Motors o un senador de Pensilvania que competía en carreras en su tiempo libre.
Nos cuenta RM Auctions que el coche tuvo una completa restauración en los años 90 por Kienle Automobiltechnik en Stuttgart, Alemania, una de las instalaciones más destacadas del mundo, conocido por sus restauraciones de Mercedes-Benz clásicos y del 300 SL en particular. Era clave, ya que la carrocería de aluminio es muy delgada y puede doblarse si lo colocan manos inexpertas.
Prestaron atención a todos los detalles y, si además tenemos en cuenta que todos sus componentes mecánicos son los originales y que desde 2002 apenas ha recorrido 2.481 km, contaba con todo para que los coleccionistas de todo el mundo hiciesen saltar la banca en su subasta el mes pasado en Monterrey, en el Concurso de Elegancia de Peeble Beach.
¿Qué ocurrió? Parece difícil encontrar un coche más deseable. La puja alcanzó los 4.500.000 dólares… pero no cambió de manos, ya que se pensaba que se vendería entre 5,5 y 6,5 millones de dólares y se había acordado no vender a no ser que se superase el récord mundial de un Mercedes 300 SL, establecido en 4.620.000 en la subasta de Scottsdale (Arizona) en 2012, por otro Mercedes-Benz 300 SL Alloy Gullwing… si bien no tan especial como. Posiblemente hoy alguien muy rico lamenta no haber offrecido 121.000 dólares más por uno de los Mercedes-Benz más codiciados en el mundo.
Fuente: RM Sotheby’s
Galería de fotos (por Patrick Ernzen, cortesía de RM Sotheby’s)