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Rolls-Royce Camargue by Pininfarina (6)
Luis Blázquez

Rolls-Royce Camargue by Pininfarina, el súmmum del lujo entre los 70 y 80

Este Rolls-Royce es un gran desconocido por muchos. Y eso que estuvo más de una década a la venta. Sin embargo, en aquellos días, los coches de la entidad británica eran significativamente más raros que ahora, como demuestra el hecho de que solo se construyeron 531 ejemplares entre 1975 y 1986. Bautizado como Rolls-Royce Camargue, este lujoso coupé fue diseñado por la famosa casa de diseño italiana Pininfarina. Hoy, te contamos su historia.

Salido de la mano de Paolo Martin, autor de ilustres deportivos como el Ferrari Dino Berlinetta Competizione (1967) o el Ferrari Modulo Concept (1970), el Camargue es el primer Rolls-Royce de producción de posguerra que no fue diseñado internamente (sin incluir el prolífico Corniche construido por Mulliner-Park Ward, y las variantes de carrocería de los modelos de producción derivados). Originalmente, este diseño fue ofrecido por la turinesa a Mercedes-Benz, pero esta lo rechazó y dio pie a que fuese apropiado por Rolls-Royce.

Tomando su nombre de la región costera al sur de Francia (Camarga), en su debut se convirtió en el buque insignia de la compañía y, por ende, también en el coche de producción más caro del mundo. El precio en Reino Unido en su lanzamiento era de 83.000 libras esterlinas, unos 650.000 euros actuales. Pero, en parte, lo merecía. En su debut ante la prensa en 1975, Rolls-Royce destacó mucho el sistema automático de climatización de dos niveles, el primero de su tipo y cuyo desarrollo necesitó la friolera de ocho años.

Estructuralmente, el Camargue comparte plataforma con el Corniche y el Silver Shadow, lo que le otorgaba una generosa distancia entre ejes de 3.048 milímetros y una longitud de 5.169 mm ; el compacto medio de la época, como el recién llegado Golf, no llegaba si quiera a los cuatro metros. Curiosamente, también fue el primer Rolls-Royce que se diseñó con cotas métricas y el que introdujo una parrilla ligeramente inclinada –7°– en lugar de una completamente vertical en un propósito de lucir un aspecto global más dinámico.

La estética del Camargue desarrollada por Pininfarina es diferente a la de cualquier Rolls-Royce anterior o posterior. Las líneas son angulosas y elegantes, típicas de una berlina de lujo italiana sin mermar los rasgos característicos de la compañía británica. La carrocería del coche es larga y ancha, con los tres volúmenes bien diferenciados, pero inconfundiblemente la de un coupé. Además, la amplitud del conjunto se enfatiza aún más con los faros delanteros y posteriores de destacada presencia y, por supuesto, por el espíritu del Éxtasis.

En aquel momento, el Camargue fue criticado por su diseño y precio intransigente. En verdad, este gran coupé fue atacado por ser poco elegante, hasta el punto de ofrecer unas superficies sin rasgos distintivos que no tenían nada en común con otros modelos Rolls-Royce de la época. Sin la clásica rejilla corporativa, fácilmente podría haber usado una marca diferente, quizás la de un modelo estadounidense de la época. Hay quien dice que la parte posterior parece una versión engrandecida y simplificada del querido FIAT/SEAT 124.

Bajo ese largo y horizontal capó se escondía el mismo motor V8 de 6,75 litros que equipaba el Silver Shadow, aunque en el Camargue es “un poco más potente”. Como solía ser habitual en la marca, no declaraba las cifras prestacionales en sus fichas técnicas, apelando a que tenía “la suficiente”. Las estimaciones lo sitúan en torno a los 220 CV y 540 Nm, que iban a las ruedas traseras a través de una caja de cambios automática General Motors Turbo-Hydramatic de tres relaciones. Eso sí, el peso del conjunto era de 2.329 kilogramos.

Como imaginarás, el Rolls-Royce Camargue carrozado por Pininfarina se vendió en cantidades muy limitadas en los mercados europeo, estadounidense, canadiense, australiano y asiático. El modelo es considerado por muchos entusiastas de la automoción como el vehículo Rolls-Royce más distintivo jamás producido, y guste en mayor o menor medida, ciertamente es distintivo frente a todos los demás coetáneos de su generación. Es sencillo en sus líneas, pero imponente en sus trazas y su tamaño, un verdadero signo de opulencia.

Al final, terminó siendo una vista previa de la próxima generación de Rolls-Royce y Bentley en sus modelos Silver Shadow y Spirit/Mulsanne, respectivamente. Pero, ¿ha envejecido bien con el paso del tiempo? Bueno, eso depende de los gustos de cada uno, pero es innegable que se trata de un coche con presencia. No creo que alguna vez venza en un concurso de belleza, pero tampoco es un vehículo que haga particularmente daño a la vista. Y, actualmente, a pesar de su rareza, sigue siendo uno de los Rolls-Royce más “asumibles” de comprar.

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