1973. Occidente ya no recibe el petróleo de Oriente Próximo como consecuencia de dar apoyo a Israel en la guerra que libró con algunas naciones árabes. Fue un momento en el que, tanto en Europa como en Estados Unidos, se comenzaron a tambalear ante la dependencia de oro líquido, llegándose a duplicar los precios. Los muscle cars del “país de las oportunidades” sucumbieron, y al otro lado se reconsideraron seriamente otras alternativas. Así nació el Volkswagen Elektro-Golf.
Llegamos a 1976. Volkswagen quiere diseñar un coche que sea compacto, práctico, económico y eco-friendly. Dada la cruda realidad en cuanto a los precios del petróleo, los investigadores de la marca decidieron que podría ser una buena idea coger un Golf, despojarlo de su corazón de combustión interna y sustituirlo por uno eléctrico. La potencia era de 20 kW (27 CV), suficiente para poder hacer el sprint de 0 a 50 km/h en 13 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 80 km/h.
Las baterías de plomo-ácido, de 13,4 kWh, podían aporta una autonomía de unos 50 kilómetros. Estas llegaron a cubrir unos 20.000 kilómetros hasta 1986, sirviendo de base de pruebas para distintas baterías y motores eléctricos. Curiosamente, aunque el propulsor de gasolina se retiró, se mantuvo la caja de cambios manual de cuatro velocidades. Gracias a un cargador a bordo de 16,6 V, el Elektro-Golf podía recargarse por completo en unas 12 horas enchufado a una toma de 220 V.
En cuánto a las diferencias estéticas entre un Golf de combustión y el eléctrico, una pequeña “E” se añadía al nombre en la puerta del maletero. Por lo demás, prácticamente indistinguible de cualquier otro. Para hacer los “repostajes”, el primer Golf de cero emisiones ubicaba su toma de corriente en el mismo lugar del tapón de llenado de combustible. Desconocemos si el espacio de carga se veía algo mermado, dado que las baterías se alojaban en el área bajo el suelo del maletero.
Demostrando su confianza en este proyecto, la firma de Wolfsburgo construyó 20 prototipos del Elektro-Golf para ser manejados en la vía pública. Los ingenieros de Volkswagen condujeron los vehículos de forma silenciosa en condiciones de tráfico habituales, volviendo a casa y a la oficina asiduamente con ellos. A día de hoy, es francamente difícil hacerse con uno de estos ejemplares, pero sí que es posible ver una de ellas en la Gläserne Manufaktur de Dresde, también llamada la “fábrica de cristal”.
La segunda evolución del Golf eléctrico, rebautizada como Citystormer, se introdujo en 1981, y en 1985 se actualizó con la nueva carrocería del compacto alemán (Mk.2). Compartían entrañas, con un motor eléctrico de 24 kW (33 CV) y una punta de 100 km/h; se vendieron 70 unidades al público. En 1993 llegó una cuarta iteración, más potente, ligera y eficiente, pero también limitad con 120 ejemplares fabricados. Pero hasta 2014, la marca no se decidió a fabricarlo sin limitar la producción.
Irónicamente, el Volkswagen e-Golf salió después de otra crisis que obligó a muchos a redefinir sus prioridades. Situándonos en la actualidad, Volkswagen se está preparando para demostrar el coche eléctrico será una continuación de la historia de amor hacia estas máquinas de cuatro ruedas que ya comenzó en la década de los 70 con el Elektro-Golf. Ahora hay una nueva familia ID. dispuesta a tomar iniciativa, la cuál ya ha comenzado con el ID.3 y seguirá con muchos más modelos.
Fuente: Volkswagen
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