Que el SEAT Ateca ha sido uno de los coches más exitosos de la pasada década no es ningún secreto. La marca española entraba en el segmento crossover en 2016 con un modelo compacto en el que se aplicaba su filosofía al dedillo. A pesar de que fuera un segmento muy disputado y que tuviera rivales de la talla del Nissan Qashqai, el público respondió ante el Ateca y rápidamente fue consiguiendo niveles de ventas muy positivos.
Tras comercializar más de 300.000 unidades a nivel mundial y llegando a destacar en el mercado total (más de 66.000 ejemplares), se decidió actualizar el SEAT Ateca. Si ya se trataba de un modelo con cualidades notables, el objetivo era convertirlo en el mejor SUV compacto, una meta ambiciosa y, a la vez difícil, de alcanzar. Aunque tras haberlo probado de primera mano hay que decir que tiene argumentos para acercarse a ese objetivo.
El diseño tampoco es que cambiase mucho, pero evolucionaba lo suficiente para que se aprecie la actualización desde fuera y también es un lenguaje que está comprobado que gusta. El interior sí que ha tenido una renovación ejemplar y se pone al día en el apartado tecnológico. Es realmente completo en cuanto a opciones de conectividad, por lo que satisfará a los usuarios más exigentes es este ámbito. Ya era bastante amplio tanto en su habitáculo como en el maletero, así que tampoco ha hecho falta crecer en este sentido.
Donde sí que crece ligeramente es en su gama mecánica. Entre sus motores de tres y cuatro cilindros hay opciones más eficientes, disponibles tanto con el cambio manual como con el automático DSG. La pena es que esta generación no vaya a poder incorporar los nuevos sistemas de propulsión híbridos enchufables. En todo caso, a nivel de comportamiento dinámico seguimos ante uno de los mejores del segmento. El chasis es un punto fuerte del SEAT Ateca, que sobresale ante otros rivales por su equilibrio y precisión. ¿Argumentos para ser el rey? Sin duda…
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