Reconozco que soy un enamorado del Volkswagen Golf. Nací con el primer GTI y conduje la tercera generación muchos años y muchos km. Logró que Europa olvidase al Beetle de un plumazo y con el paso del tiempo se sumó a la electrificación, con el GTE (híbrido enchufable) y el e-Golf, una variante eléctrica. Pero Volkswagen ha que la octava generación se descuelgue de la electrificación total. Eso le tocará al ID.3.
En nuestra prueba a fondo nos preguntábamos si el ID.3 era un digno sucesor del Golf. Hubo detalles que nos encantaron. La facilidad para conducirlo en ciudad cautiva. Maniobra en espacio muy reducido y te mueves en silencio y sin humos. La sorpresa llegó al llevarlo a nuestra zona de curvas favorita. Porque es capaz de enlazarlas sin inmutarse, a velocidades que solamente un coche compacto con una puesta a punto deportiva sería capaz.
Como es habitual en los coches eléctricos, a la hora de realizar viajes toca planificarse. Porque la autonomía real si utilizas vías de alta capacidad y te mueves a velocidades medias de 120 km/h… pues ten en cuenta que toca parar cada 250 km más o menos.
No nos convenció el interior. Es amplio y cómodo, pero se han pasado a la hora de reducir mandos. Podemos llegar a admitir una pantalla del sistema de infoentretenimiento táctil. Pero se usan superficies táctiles para prácticamente todo. Desde los mandos del volante al de las luces. Incluso los elevalunas o el «botón» que activa las luces de emegencia.
El precio es alto, pero al nivel de sus alternativas con este sistema de propulsión. Además, es un coche en que la marca sigue apostando por descuentos, están las ayudas a la compra del Plan Moves III que rebajan esa cantidad y, si tienes donde enchufarlo, puedes amortizar la diferencia con el paso de los kilómetros a poco que lo cargues en horas valle.
Galería de fotos: