En la gama de Audi hemos visto todo tipo de combinaciones alfanuméricas. El protagonismo que antes estaba en el A (seguida de un número), ahora recae en la Q que representa los SUV. Entre medias también hay un buen número de deportivos S e incluso los extremos RS. Sin embargo, nunca hemos visto en producción el nombre Audi RS 8. La berlina de representación sí que tiene variante deportiva, el S8, pero nunca llegó a ir un paso más allá. Al menos de forma oficial…
Pero de forma extraoficial, crear un RS 8 siempre había sido una idea que barruntaba su cabeza. Desde que comenzó su historia con el RS 2 Avant en 1994, la división deportiva Audi Sport (antes Quattro GmbH) no ha dejado de sorprender en todos los sentidos. Con más de 25 modelos en su haber en más de un cuarto de siglo de historia de los RS, parecía que quedaban poco más que hacer. Y mientras se hablaba de la posible electrificación de la gama, apareció un prototipo inédito que no había visto la luz.
En una exposición en el Audi Forum en Neckarsulm (Alemania) aparecía por primera vez ese RS 8 Prototype que jamás llegó a producción, junto con otras rarezas de la firma de los cuatro aros. Este ejemplar fue realizado en 2013, este vehículo conceptual completamente funcional se basa en el Audi S8 de la generación anterior, con su mismo motor de V8 biturbo de 4.0 litros y 520 CV. El S8, con la ayuda del sistema de tracción total quattro y un peso cercano a las dos toneladas, cubría el sprint de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos y alcanzaba los 250 km/h de punta (318 km/h deslimitado).
Teniendo en cuenta que el Audi RS7 Sportback lanzado también en 2013 contaba con 560 CV y 700 Nm de par motor provenientes del mismo motor, es bastante probable que éste RS 8 sedán ofreciera cifras similares. En todo caso, Audi no dice por qué el RS 8 no llegó a la línea de montaje. Seguramente, tuvo algo que ver con que el S8 era lo suficientemente rápido y potente, y el RS7 Sportback cubría las demandas de quien buscaba una gran berlina prestacional.
Dejando a un lado el motor, el RS 8 lucía como debe hacerlo: combinando a la perfección una gran elegancia con una marcada agresividad. Sus tomas de aire crecen en tamaño e integran componentes de fibra de carbono, y su chasis está más cerca del suelo. Esas lantas de 21 pulgadas en dos tonos esconden frenos carbocerámicos con pinzas de color naranja. Los detalles de su equipamiento no se especifican, pero sería el buque insignia de Audi en cuanto a tecnología.
En el interior, se puede ver un nuevo volante con la zona inferior achatada envuelto en Alcántara con costuras naranjas, y molduras de fibra de carbono a lo largo del salpicadero, la consola central, los paneles de las puertas y el pomo del selector de cambio rediseñado, así como un interruptor de arranque/parada heredado de Lamborghini. Sin embargo, el control giratorio para el MMI no se ve por ninguna parte y el cuadro de instrumentos no muestra, aparentemente, ningún dial digital.
El caso es que todavía lamentamos que no haya un Audi RS 8 en la gama actual de la marca, aunque hay otras formas de conseguir algo similar. Por ejemplo, hubo un S8 preparado por MTM que llegaba hasta los 760 CV, mientras que el de ABT se quedaba en unos nada despreciables 700 CV. Parece que en el futuro tampoco llegarán las siglas RS a este modelo, que tendrá que conformarse con el V8 biturbo. También hay algunos rumores sobre una posible electrificación de cara a la próxima generación, empleando el V6 ligado a un motor eléctrico, eso sí.