Ni Frankfurt ni gaitas. La noticia bomba del mundo del motor saltaba el pasado viernes. Volkswagen reconocía haber engañado a la EPA (Agencia de protección medioambiental estadounidense), al consejo de la ARB (la agencia que se ocupa de la calidad del aire en California) y a los clientes.
«La hemos cagado por completo», decía el jefe de Volkswagen en Estados Unidos, Michael Horn. Los ingenieros de la marca habían instalado en sus vehículos un sistema que detectaba que el coche estaba siendo sometido a un examen, activa los controles de contaminación completos y el vehículo superaba la prueba. Luego, este mecanismo defeat device se desactivaba y el vehículo contaminaba libremente por el resto de sus días. Y no poco. De 10 a 40 veces más que los límites legales en una conducción normal, según la EPA.
Ahora Volkswagen, que no hace mucho hinchaba pecho como primer fabricante mundial en el primer trimestre de 2015, reconoce que no se ha tratado solamente de los 482.000 coches con el motor 2.0 TDI common-rail vendidos en EE UU. El engaño podría llegar a afectar a 11 millones de automóviles en todo el mundo. Según las primeras investigaciones internas, «el software estaba presente también en otros vehículos diésel del grupo». Además de Volkswagen, Audi, Skoda, Seat y Porsche montaban esos diésel que «cumplían» la Euro5.
Las reacciones han surgido en cadena. La canciller Angela Merkel reclamaba a la empresa «transparencia total». Leemos en las agencias de noticias que Francia, Italia y Corea del Sur ya han anunciado que revisarán vehículos para conocer el alcance del fraude. Llama la atención que sean todos países con grupos automotrices, que pueden estar buscando defender sus industrias frente al poderío alemán en este campo, que sin duda se tambaleará tras este caso.
La primera de las reacciones llegó, como no, desde la Bolsa. La cotización de Volkswagen se hundió el lunes en la Bolsa de Frankfurt hasta su mínimo en tres años, con una caída cercana al 20%. El martes fue aún peor. La compañía de Wolfsburgo, cuya capitalización bursátil ascendía el viernes a 77.800 millones, perdió en estos dos días 26.450 millones.
Volkswagen paga sus errores en bolsa: cae un 25% en lo que va de semana http://t.co/JMFGNXquEspic.twitter.com/YzOv1OV1om
— elEconomista.es (@elEconomistaes) septiembre 22, 2015
El primer movimiento de la empresa ha sido provisionar 6.500 millones de euros por las posibles pérdidas. Poco nos parece. Además de la multa y de revisar cientos de miles (¿millones?) de coches, habrá que recuperar la confianza de los consumidores. Eso es más complicado. Por ahora Volkswagen Canadá ha decidido suspender las ventas de los modelos afectados y la filial estadounidense se plantea una medida similar.
La segunda de las decisiones es cortar cabezas. Todo parece indicar que la primera víctima será Martin Winterkorn. El presidente de Volkswagen, que se hizo con el poder tras una lucha interna con el nieto del fundador, Ferdinand Piëch podría ser sustituido el viernes por el director de Porsche, Matthias Müller si la información que publica el diario Tagesspiegel se confirma.
¿El mayor engaño de la historia de la automoción?
Ha habido muchas mentiras en el mundo del automóvil. De hecho, los otros dos gigantes de la automovión, han sufrido en sus carnes qué significa mentir al consumidor.
- Toyota «pedalgate»: El pasado año el fabricante nipón tuvo que pagat una multa récord de 1.200 millones de dólares después del veredicto del Departamento de Justicia de EE.UU. La compañía sabía que algunos de sus modelos sufrían aceleraciones involuntarias pero ocultó el defecto. Tarde para los 89 fallecidos y 52 heridos que provocó (una alfombrilla defectuosa en unos casos, sistemas de control electrónico en otros).
- General Motors y su airbag: Hace bien poco, el mayor fabricante estadounidense aceptaba pagar una multa de 900 millones de euros por ocultar fallos en el sistema de ignición en millones de vehículos antes de 2009. Esto hacía que los airbags no saltasen y dejaban desportegidos a los ocupantes del vehículo. El fallo supuso la muerte, al menos, de 124 personas (y 275 heridos).
Pero, a pesar de todo, el golpe a Volkswagen es mucho mayor. Porque pueden existir errores mecánicos, pero queremos pensar que no se hacen a propósito. En el caso de ese defeat device, está puesto ahí a conciencia. El aparato no se programa él solo para falsear los datos de emisiones. Hay responsables directos de esa decisión y debería saberse quién aprobó esa estrategia que se comprueba que fue «pan para hoy y hambre para mañana».
La gravedad del caso de Volkswagen es que el engaño se produjo conscientemente
Se amenaza no solamente a Volkswagen, sino que toda la industria automovilística alemana está en el disparadero. No dejamos de ver en la prensa generalista y económica los resultados del estudio del Consejo Internacional para un Transporte Limpio (ICCT por sus siglas en inglés). En él se señalaba a las empresas que más mienten en sus consumos… Mercedes y BMW ocupan los primeros lugares.
También el diésel puede haber quedado herido de muerte en Estados Unidos. Este combustible, que nunca había despegado en Norteamérica (el 23% de las ventas de Volkswagen son con estas mecánicas). Con una imagen muy mala (ganada a pulso),
¿Qué puede ocurrir si tienes un 2.0 TDI?
Es demasiado pronto para saber qué puede pasar si eres propietario de un coche con motor 2.0 TDI common-rail anterior a la normativa Euro 6 y cuenta con ese software que mentía sobre sus emisiones cuando lo homologaron.
Leamos entre líneas el, por ahora, enigmático comunicado de Volkswagen. Aseguran que piensan «desarrollar medidas técnicas para eliminar esta desviación entre las emisiones en el banco de pruebas y las reales». ¿Traducido? Puede que te llamen a revisión si tu coche equipa un motor EA189 (Volkswagen, SEAT, Audi y Skoda), vendido entre 2008 y 2015. Once millones de coches a revisión para volver a activar el defeat device.
Sí sabemos que los motores 2.0 TDI bomba-inyector no están afectados, ni tampoco los Euro 6 que equipan el sistema anti-contaminación SCR con inyección de AdBlue. La marca señala que estos cumplen las exigencias de la EPA y de la Unión Europea.
«Tenemos que arreglar los coches para evitar que esto vuelva a suceder y tenemos que hacer esto bien. Este tipo de comportamiento va totalmente en contra de nuestros valores», aseguraba Michael Horn ayer. Pero el daño puede que ya esté hecho.
Fuentes: Volkswagen, El País, El Economista