Bajo la espesa capa de nubes inglesas en un antiguo areódromo de Appleton, pequeña ciudad al sur de la ciudad de Manchester, se descubre un pequeño cementerio de deportivos. El viento chirría cuando pasa por entre los recobecos de los coches ya oxidados y algo que les hace a todos iguales, son de la misma marca. Junto a lo que queda de pintura en el capó se puede observar el logo de la marca: Triumph.
Se trata del cementerio de chatarra de Appleton en el que todos los vehículos pertenecen a la fima británica por excelencia, madre de algunos de los modelos más famosos de la historia de la automoción británica. Allí entre malas hierbas y alguna que otra flor se pueden observar modelos como el TR4 o TR6.
Los ejemplares que se acumulan en este lugar tienen el volante tanto a la izquierda como a la derecha, lo cual indica que algunos de ellos provienen o estaban destinados a su uso en carreteras fuera de la isla británica. El precio de uno de estos en buen estado ronda los 15.000 dólares (14.000 euros aproximadamente al cambio), si ya se va uno a concurso pueden alcanzar los 50.000 dólares (alrededor de 46.000 euros) como es el caso de un TR4 de 1965.
La pregunta que se hacían muchos de los locales era ¿por qué se encuentra este cementerio de coches Triumph allí? ¿Cómo llegaron a parar tanta cantidad de vehículos de la misma marca a ese inhóspito aeródromo de Reino Unido? Indagando en el asunto, parece ser que el nombre que aparecía en uno de los laterales de uno de los TR4 de competición era Mike Mueller, antiguo miembro del Triumph Car Club de Chicago y Illinois Norte, del cual él era vicepresidente.
La respuesta llegó pronto a descubrirse. El principal destino de los coches producidos por la marca Triumph era a Estados Unidos ya que era uno de sus principales nichos de mercado. Desafortunadamente, la friebre por el Triumph no duró mucho y en los años ochenta desaparecía la marca siendo sustituida en el mercado por los Rover.
Pero no fueron todo lágrimas para la marca que en los 90 experimentó un resurgir en Reino Unido por el que muchos vehículos de la marca se trasladaron de vuelta a la isla que les vio partir, es por eso que la mayoría de ls vehículos tienen el volante a la izquierda. A parte de reutilizarse para la conducción, muchos de los Triumph se despiezaron para dar forma a otros vehículos, es por eso que a muchos les faltan todos sus elementos mecánicos.
El propietario del terreno repleto de chatarra era el taller mecánico TR Blizt el cual, tras saber de la repercusión mediática, decidió limpiar el lugar y almacenar aquello que pudiera interesar en un futuro. El taller era el encargado de reparar o vender modelos de la ya desaparecida Triumph por lo que les puede servir a la larga algunos de los elementos de los vehículos deshechados para futuras restauraciones. Como memoria a la marca perdida, el taller decidió colocar una versión de competición del TR4 como objeto de exposición para aquellos que quieran recordar viejas glorias.
Fuente: Urban Ghosts Media
Imágenes: Dave Harding