De forma paradójica, parece que uno de los elementos más prescindibles en el futuro de los coches, será el propio conductor. Y es que el coche autónomo viene para quedarse.
Independientemente de las polémicas que suscita, su desarrollo podría ser clave para desarrollar una tecnología capaz de evitar errores humanos. Las últimas noticias que nos llegan desde este ámbito, apuntan a que incluso los coches autónomos podrían funcionar sin estar específicamente programados para ello. Es decir, aprenderían por ellos mismos.
Ya os habíamos comentado como los investigadores aprovechaban los escenarios hiperrealistas de videojuegos como el Grand Theft Auto para que estos coches entrenasen y mejorasen su inteligencia artificial.
En sintonía con esto, ya se están empezando a desarrollar coches autónomos que habrían aprendido a reaccionar en situaciones complejas gracias a simulaciones. De esta manera, los coches autónomos no saldrían del todo «vírgenes» a la carretera sino que habrían entrenado en escenarios con alta concentración de tráfico o en rotondas complicadas, por ejemplo.
Una de las empresas que más está desarrollando esta nueva técnica de configuración del coche autónomo, es la israelí Mobileye.
En participación con Intel, esta compañia estaría ahora mismo probando como respondería una flota de vehículos BMW autónomos.
Bajo la premisa del «aprendizaje reforzado», básicamente bastaría marcar un objetivo para que los coches adaptasen su propio comportamiento para alcanzar dicho objetivo de la manera más eficaz y segura posible. En otras palabras, inteligencia artificial.
Concepto que nace de la imposibilidad de cubrir toda la inteligencia necesaria para enfrentarse a situaciones cambiantes que serían inabarcables de traducir vía código.
¿Recuerdas cómo en 1997 el imbatible Kasparov perdía en su propio juego contra la máquina Deep Blue de IBM?. Uno de los principales miedos que ha tenido el ser humano con la tecnología se enmarca dentro del «efecto 2000». El temor a que las máquinas alteren su software en contra de nosotros.
Y es que se hacen infinidad de preguntas que llegan hasta los límites de las ética: ¿Atropellaría el coche autónomo a un peatón para evitar un choque trasero que podría acabar con la vida del conductor?
Cuestiones de carácter estratégico son las que pasan por la cabeza de Shai Shalev-Shwartz, vicepresidente de Mobileye. Para él sería una cuestión de alcanzar el equilibrio entre una conducción ofensiva y otra defensiva. Para ello sería crucial que el coche autónomo también aprendiese de los conductores de su entorno.
En palabras del propio Shai, y en un tono mucho más controvertido, para él es crucial: «aprender las reglas para saber como romperlas». ¿Cuál será la próxima sorpresa que nos traiga el coche autónomo?
Fuente: MIT Technology Review