El automóvil, tal y como lo conocemos en la actualidad, parece abocado a la desaparición. Cada vez las normativas son más estrictas y recientemente el Parlamento Europeo elevó el objetivo de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) hasta el 45 %. Esta medida que ha traído de cabeza a muchos fabricantes es solo el principio. Muchos países ya han puesto fecha de caducidad a los vehículos más contaminantes y en España ya se barajan fechas para prohibir todos los coches que emitan CO2.
El Gobierno ha planteado acabar con la venta de todo vehículo de combustión interna para el año 2040. Esta prohibición incluiría a los diésel y a los gasolina, pero también a híbridos y coches de GLP y GNC. En este amplio abanico están todos los que emiten algo de CO2 (aunque se haya ido reduciendo la cantidad). De esta forma, dentro de 22 años solamente se podrían matricular vehículos totalmente eléctricos o los de pila de combustible, justo los que no implican una emisión directa de CO2.
El objetivo de implantar esta medida es la completa descarbonización del país. De hecho, se ha fijado 2050 como la fecha para prohibir la circulación de estos vehículos de combustión interna. Estas medida estarán recogidas en la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Este borrador también recoge otras limitaciones como la prohibición de actividades de fracking, así como de investigaciones que conlleven la explotación de hidrocarburos.
De esta forma España se une a otros países que ya tienen fecha de prohibición para los coches de combustión. Los primeros que lo tienen en su agenda son Finlandia o Dinamarca, mientras que otros como Francia y Alemania barajan el mismo plazo que España. El Gobierno considera que este plazo de 32 años es suficiente para la adaptación. Para entonces las gasolineras tendrán que instalar puntos de recarga eléctrica y las fuentes de energía renovables podrían generar electricidad suficiente para abastecer al parque móvil.