El Ayuntamiento de Madrid ha presentado a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) su alternativa para luchar contra la excesiva contaminación que afecta a las ciudades
La propuesta del Ayuntamiento de Madrid se votará en marzo por la FEMP. El texto se centra en el impuesto de circulación, pero incluye un segundo punto en el que se «insta al Gobierno de la nación» a modificar el impuesto de matriculación para que contemple no solo las emisiones de dióxido de carbono, sino también las de dióxido de nitrógeno «dado que han demostrado que son igual o más perjudiciales para el medio ambiente». Si se aprueba, la FEMP la elevará al Gobierno
Los Consistorios sí tienen mucho que decir cuando se trata del impuesto de circulación: lo recaudan ellos. La propuesta de Madrid consiste en modificarlo, aunque partiendo de la situación actual, y añadirle dos coeficientes, dos índices que pueden rebajar su importe o aumentarlo.
La estructura básica de los caballos fiscales (unidad impositiva basada originalmente en la potencia del motor) se mantendría igual. Ahora mismo existen cuatro tramos: vehículos entre 8 y 12 caballos fiscales, entre 12 y 16, entre 16 y 20 y de más de 20 caballos.
El primer coeficiente penalizaría los coches más caros. El Consistorio quiere «hacer el impuesto más progresivo», en palabras del concejal de Hacienda, Juan Bravo. Y pone ejemplos. Actualmente, un Renault Clio que cuesta 11.916 euros paga el mismo impuesto de circulación (64 euros, tramo de 8 a 12 caballos) que un Mercedes B 170 que sale por 26.050 euros. El comprador, con su elección, «manifiesta una capacidad económica objetiva» que se quiere trasladar al impuesto, según explicó Bravo.
El segundo coeficiente, sería de tipo medioambiental. Variará en función de los niveles de emisión de CO2, pero también de dióxido de nitrógeno y de partículas, entre otros. La propuesta del Consistorio consiste en combinar los tramos de emisiones de CO2 que se aplican actualmente al impuesto de matriculación y a la normativa Euro sobre homologación de vehículos, que exige que los coches matriculados cumplan unos máximos de emisiones de varios contaminantes.
La directora de la agencia tributaria madrileña, Rosa Ana Navarro, explica cómo este coeficiente puede modificar en un porcentaje importante de lo que se paga de impuesto de matriculación. Lo hace con el ejemplo de un Renault Laguna de gasolina 2.0 16v y en modelo diésel 2.0 dci. Ambos pagan 137 euros de impuesto. Aplicándoles un coeficiente medioambiental aproximado, resultaría que en el primer caso pagaría 51 euros menos y, en el segundo, 12 más.
La idea es que cada Ayuntamiento, en función de sus problemas particulares de contaminación, pueda adaptar esos coeficientes para penalizar a los coches que empeoran su calidad del aire. El coeficiente de precio estaría comprendido entre 0,7 y 2 (es decir, ahorraría un 30% del impuesto o doblaría su importe). En el caso del medioambiental, el rango variaría entre 0,5 y 2.
Lo que busca Madrid es «una regulación global», según Bravo. «Por mucho que disuadamos nosotros con el impuesto de circulación, lo que tiene en cuenta el comprador de un coche son los 2.000 euros que puede suponer el de matriculación o el carburante que va a utilizar», añade.
Esta es la propuesta del ayuntamiento de Madrid para reducir la contaminación y fomentar vehículos menos contaminantes. Otras ciudades solucionado sus niveles de contaminación de otros modos.
Vía: El País