Tal día como ayer pero hace un siglo, el 5 de agosto de 1914, se creaba el primer semáforo de la historia. Fue en Cleveland, en el estado norteamericano de Ohio, donde se iluminó el primer semáforo de la historia tal y como lo conocemos hoy en día. Parece ser que su creación fue compartida, entre Lester Farnsworth Wire, encargado de la división de tráfico del Departamento de Policía de Salt Lake City, Utah, y Garrett Morgan, hijo de un antiguo esclavo que también inventó la máscara de gas y un producto suavizante para el pelo.
Aunque el semáforo cumpla ahora 100 años, el concepto en el que se basa el semáforo es más antiguo todavía que los coches. En 1868 existían en Londres un candil de gas con luces rojas y verdes, para controlar el tráfico ferroviario en la intersección de las calles George y Bridge. Su diseño era sencillo, con dos brazos verticales que podían moverse en una posición horizontal para informar a los conductores de los trenes entrantes que debían detenerse. Para que el sistema fuese visible de noche, los ferroviarios agregaron un par de luces: rojo para detenerse y verde para precaución.
Los primeros semáforos de las calles copiaron el código de colores del sistema ferroviario: el color rojo significaba parar, el verde significaba precaución y añadieron el blanco, que significaba avanzar. Pero este último creó muchos problemas de seguridad y decidieron hacerse cambios. Se mantuvo el rojo (asociado a la sangre y al peligro) para detenerse. El verde, fácilmente visible por la noche (ligado a la salud y la naturaleza) fue el designado para indicar que se podía pasar. El amarillo se eligió porque se ve fácilmente desde lejos (incluso de noche) y se relacionaba con el sol, un elemento que se consideró que podía calmar a los conductores.
Este código de colores, además de regular las idas y venidas de millones de personas en todo el mundo ha pasado a ser un estándar en otros campos, como marcar el número de calorías de los alimentos… o formar parte del logo de coches.com. En China quiso hacerse al revés para que el color del Partido Comunista simbolizara la vía libre… pero no funcionó.
Continuando el modelo americano, fue Siemens quien diseñó para el cruce de la Postdamer Platz de Berlín su primer semáforo eléctrico, una revolución para la Europa de entre guerras. Poco después, en 1933 Copenhague estrenó un diseño que incluía por primera vez la luz peatonal. Casi veinte años después, Nueva York fue la primera ciudad con semáforos que indicaban a los peatones cuando esperar o cruzar. En 1961 aparecería un nuevo elemento, el muñeco que representa al peatón, diseñado por el psicólogo Karl Peglau en la Alemania Oriental… aunque hay ejemplos de siluetas femeninas (introducida en 2004).
Hay millones de ellos en todo el mundo (algunos tan estrafalarios como el de la imagen superior, un robot semáforo en Kinshasa) Sólo en Alemania, 1,5 millones de ellos, según el fabricante Siemens, que produce 22.000 semáforos al año en su fábrica de Augsburg, junto con 2.000 productos también orientados al control viario. El fabricante indica que «si un peatón o un conductor pasara por todos ellos y todos estuvieran en rojo, supondría tener que estar esperando tres años».
Actualmente existen diferentes tipos de semáforo. Algunos funcionan por tiempo (se configuran para que la luz cambien en un perídodo determinado), pero cada vez más se opta por centros de control que, mediante algoritmos, regulan el tráfico, permitiendo que la circulación sea más fluida en unas zonas… y desesperando a los conductores de otras áreas.
En el futuro, además de optar por diseños de semáforos futuristas, algunos consideran que estas luces que controlan el tráfico mundial serán más inteligentes. Podrán sugerirán a los automovilistas apagar el motor, o aprovecharán el tiempo de espera para enviar mensajes clave. Ya hemos visto cómo Honda quiere aprender a hablar con ellos para que siempre los encuentres en verde. Sí, parece que el mundo perfecto está algo más cerca.
Vía: Siemens, La Información, Antena 3.
Fotos: cc Flickr Horia Varlan, Flickr Vit Brunner