Hablar de Lancia, es tristemente hablar en pasado. Una marca en estado de coma que se resiste (de manera casi anecdótica) en el mercado italiano con el Ypsilon como único modelo.
Y es que a pesar de que la desaparición de la marca era algo que se podía fácilmente predecir. Es inevitable preguntarse: ¿Qué pasó con Lancia?
Fundada en 1906 por el carismático Vincenzo Lancia, la marca hizo suya el concepto italiano de la «Dolce Vita». Coches excepcionalmente bellos como el Aurelia B24S o el Flaminia dotarían de una personalidad única a la marca.
No obstante, a esto último habría que añadirle algo, y es que hablar de Lancia, como no, será para siempre hablar de competición. Y especialmente, de rallies.
Desde el Fulvia al Delta Integrale de Sainz, para la marca competir era una filosofía de vida, y si había un rival con el que a Lancia le gustaba batirse tanto dentro como fuera de un circuito era Alfa Romeo.
Ambas marcas se disputaban mercados idénticos, por lo que el ingenio y la innovación en sus modelos no era prescindible, sino simple supervivencia. Esta rivalidad pasó a ser una hermandad cuando en 1987, Alfa Romeo se anexó al grupo Fiat conjuntamente con Lancia quien formaba parta del grupo desde 1969.
Una decisión estratégica bastante arriesgada, puesto que podría dar lugar a una situación de canibalización. Es decir, que el crecimiento en ventas de Alfa Romeo o Lancia supusiese la reducción en ventas de la otra. Y lo cierto, es que en parte podríamos decir que esto acabó ocurriendo.
Sin echar toda la culpa a la estrategia del grupo Fiat, que en los primeros años sí que resultó beneficiosa tanto para Alfa Romeo como para Lancia (absorbió pérdidas), el problema de tener en alianza a dos marcas con mercados idénticos y estrategias similares, es que al final una de ellas «acabaría sobrando».
Así mismo, si bien el grupo podría aprovechar economías de escala para compartir elementos y diseños entre ambas marcas y por lo tanto ahorrar costes, se les estaba privando de lo más valioso que tiene cualquier marca, su personalidad.
En cuanto a la innovación como seña de identidad de Lancia, cabe mencionar que hablamos de la misma marca que en su día lanzó el Theta (1913) con el primer sistema eléctrico incorporado como equipamiento de serie. O el Aurelia de 1950 con su espectacular motor V6 de producción, algo no visto hasta el momento.
Los últimos años de la marca sin embargo, se caracterizaron por coches que lo tenían complicado a la hora de entusiasmar. Que pecaban de indiferentes y que agonizaban aún más los problemas financieros a los que se enfrentaba la marca desde hace décadas. Una Lancia que había perdido su rumbo y que dependía en exceso del mercado italiano sin la fuerza de poder «hacer marca» de manera internacional.
Principalmente, porque era difícil definir de manera clara qué era Lancia y a qué mercado satisfacía.
Llegó entonces lo que muchos definieron como «la crónica de una muerte anunciada». Sergio Marchionne, CEO de FCA, anunció en 2014 que Lancia se iría de retiro al mercado italiano con la oferta única del Ypsilon. Una decisión estrictamente de negocio que dejó a entender dos cosas: no pudieron hacer de Lancia lo que fue en sus años dorados y que esto supuso un sacrificio para concentrarse más en el desarrollo de Alfa Romeo y a otra escala con Maserati.
Los críticos de Marchionne, entre los que se encuentran personalidades como Ecclestone o Montezemolo,dicen de él que es un hombre de negocios excesivamente enfocado en el coste/beneficio y con nula capacidad de comprender la sentimentalidad que conlleva gestionar marcas con una historia tan rica.
Y es que el declive de Lancia vino por no saber comprender lo que representaba la marca, haberla pasado a un segundo plano y menospreciarla con diseños a los que reaccionabas con un gran bostezo. ¿Qué habían hecho con la marca que hacía poner de pie a los rivales en los rallies? Nos preguntábamos muchos aficionados al ver como una marca con una esencia tan apasionante se había convertido en carne de geriátrico.
Menos mal, que pese a todo, hay algo que no podrán tocar de Lancia. Y ese es su increíble legado.
Grazie per tutto, Lancia