El Porsche 550 Spyder siempre será uno de los modelos míticos de Porsche. Un biplaza de 550 Kg que tomó la decisión de convertirse en leyenda. O en maldito. Todo depende desde el punto de mira que observemos. El 550 estará grabado en nuestras retinas como ‘Litle Bastard’. O como el coche de James Dean. Porque cuando un mito se une a otro, es difícil distinguirlos.
Retomemos ese instante en el que un amigo se acerca a Dean y le comenta que lo mejor que puede hacer es conducir con precaución. Quizá para muchos hubiese sido más que suficiente para mirar la carretera desde un punto de vista diferente. Pero Dean no le dio demasiada importancia. Aún sabiendo que el peso y la velocidad no iban a la par. Así que se subió a su bólido y siguió a su destino final. Y llegó hasta el cruce maldito, Route 466 (en la actualidad conocido como Highway 46) con la Route 41. Ya era un punto maldito, pero James Dean tuvo que corroborarlo.
Por desgracia James Dean fue embestido por un Ford Custom Tudor Coupé. Su conductor, un estudiante. Donald Turnupseed. Su coche iba demasiado rápido para dicha carretera. Claro, no pudo ver a tiempo el coche alemán.
James Dean falleció tras recibir asistencia en el Hospital. El estudiante, sobrevivió. Pero no supo afrontar el accidente. Tras varios intentos de suicidio, murió en un accidente de tráfico en 1981.
El único que pudo sobrevivir al embiste fue el 550. No en sus mejores prestaciones pero un tal George Barris quiso apostar por él. No se lo pensó dos veces. Creía estar convencido de que podía recuperar el modelo. Por ello, se plantó ante la aseguradora y ofreció 2.500 $ por el modelo. Y no le negaron la venta. ¿Quién podía querer un modelo de estas características? ¿Quién podía arriesgarse a estar cerca de un automóvil con tan trágico accidente?
Y como en las películas norteamericanas, empezó la época en la que mano que tocaban el coche, mano que se veía resentida. Vamos, que estaba maldito. Como un maleficio. No hay más que comprobar que cuando el modelo fue trasladado hasta la localidad de Barris, al bajarlo del cambión, se rompieron las cuerdas de sujeción. Lo que provocó que el mecánico sufriera una fractura en ambas piernas al caerse encima de él.
Pero aquí no queda su historia tenebrosa. Barris, en su intento de sacar partido económico a su compra, vendió el motor al piloto Troy McHenry y la caja de cambios al piloto William Eschrid. Ambos padecieron sus garras en una de las competiciones. Cuando competían en uno contra el otro, McHenry perdió el control. Se golpeó contra un árbol. Perdió la vida en el acto. Mientras que Eschrid quedó gravemente herido. Perdió el control por un nefasto fallo mecánico.
Pero parecía que Barris no hacía mucho caso a las voces de la maldición. Siguió vendiendo distintas piezas. Ahora un par de ruedas a otro piloto. Y ambas, reventaron. El piloto, en coma. Y si a esto le sumamos la hazaña de dos estupendos ladrones, apaga y vámonos. Y es que estos amantes de lo ajeno, tomaron la terrible decisión de querer robar el volante y uno de los asientos. Pero no lo consiguieron. Y a cambio, sufrieron unas cuantas heridas en el transcurso de su actuación.
Fue a partir de entonces cuando Barris creyó que sí, que efectivamente el modelo estaba completamente maldito. En las garras de algún ser superior que destinaba sus peores augurios a todo aquel que tocaba el modelo de Dean. A pesar de no querer desprenderse de él, tomó dicha decisión. Pudo más el miedo. O el respeto a lo estratosférico.
Entonces, concretó con la policía de tráfico de California para que lo utilizasen dentro de sus charlas de seguridad vial. En el momento en el que llevaron el coche a un garaje, éste último ardió por completo. Pero el coche, siguió inerte. Resistió a las tan temidas llamas.
Después de ahí, varias fueron sus estupendas aventuras azarosas. En una de ellas, mientras estaba expuesto en un instituto de secundaria, se cayó del expositor y partió la cadera de un estudiante. Tras esto, Barris, que seguía a pie de cañón lo envió a un desguace. Y en ese recorrido, cuando un camión estaba a punto de abandonar al 550 en su destino final, un coche cochó contra la parte posterior del cambión. El conductor del automóvil pereció sepultado bajo ‘Little Bastard’.
Aquí se pierde el rastro del 550. Nadie supo que pasó con él. Algunos creen que Barris lo recibió de nuevo. El propio Barris aseguró en reiteradas ocasiones que nunca lo volvió a ver.
Porsche 550. Un modelo realmente espectacular. Una insignia de Porsche. Una historia perfecta que se truncó. Porque Dean se tenía que convertir en un mito. Porque ‘Little Bastard’ tenía que encontrar su senda maldita. Ambos desaparecieron de la vida dejando un rastro imborrable y que será, por siempre, recordado.