El Porsche Cayenne, a pesar de ser el modelo que menos sigue la filosofía de la marca de Stuttgart, probablemente se ha convertido en el vehículo más importante de cuantos han lanzado. Ya hemos hablado de que ayudó a salvarles de la crisis económica y que consiguió asentar las bases para conseguir ese éxito del que hacen gala en la actualidad. Hoy vamos a hacer un repaso a su origen y la importancia de anticiparse a las tendencias de forma magistral. No hay que olvidar que el proyecto data de mediados de la década de 1990…
Fue en ese momento en el que se presentó un estudio que decía que los Porsche 911 y Boxster que formaban su gama no podrían sostener a la marca por sí solos. Al fin y al cabo, vender solamente deportivos tiene ciertas limitaciones, así que tenían que diversificar. Y eso que el Boxster ya había ayudado bastante a salir de su crisis económica de 1992, en la que llegó a arrastrar unas pérdidas de 240 millones de marcos alemanes. Para hacer el «tercer Porsche» de la gama se plantearon cinco conceptos.
Los dos finalistas fueron un monovolumen enfocado al lujo y un todocamino de carácter deportivo. En Estados Unidos, que era el mercado de mayor volumen para Porsche en esa época, desecharon la primera idea y apoyaron la segunda porque era «una apuesta segura para una clientela más amplia». Así que la marca comenzó a buscar un socio estratégico para entrar en un segmento que les era totalmente desconocido. Por aquel momento no podía haber mejor partner que Mercedes-Benz, que andaba trabajando en el Clase M y permitió que Porsche se uniera al proyecto.
En verano de 1996, ambos fabricantes comenzaron a trabajar juntos, pero no duró mucho la relación, ya que a finales de año rompieron el acuerdo debido a desacuerdos sobre la relación económica de las dos empresas. En la búsqueda de otro colaborador, se toparon con Volkswagen, que también quería hacer un producto similar. Todavía no pertenecían al mismo grupo, así que fue clave para el acuerdo que el presidente del Consejo de Dirección de Volkswagen, Ferdinand Piëch fuera a su vez nieto del fundador de Porsche.
En junio de 1997 se comenzó a trabajar en el proyecto «Colorado», que no era otro que el de desarrollar la base que daría vida al Porsche Cayenne y al Volkswagen Touareg. Porsche haría el desarrollo y Volkswagen asumiría la responsabilidad de la producción del nuevo ejemplar. Habría partes idénticas (como las puertas) y otras muy similares (como los interiores), pero cada uno tendría su identidad. De hecho, en primera instancia no compartían motores y la puesta a punto del chasis fue hecha por separado.
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