Nepal, ese país que geográficamente se encuentra ubicado en el Himalaya, rodeado en el norte por la República Popular China y en el sur por la India ¿Cómo llegaría el primer coche a esta región?
Pues es una historia curiosa, aunque la leyenda cuenta que fue en 1922 y al volante, el príncipe Eduardo de Inglaterra durante una expedición de caza, pero aquello se queda en leyenda. Nepal por aquél entonces era una monarquía y estaba mucho más aislado que ahora, hasta el punto de que no tenía carreteras asfaltadas pero eso no impidió que los coches recorrieran sus tierras, aquí os contamos cómo llego el primer coche a Nepal.
Se trató nada menos que de un Mercedes-Benz Typ 230, una berlina lujosa que por aquél entonces pertenecían sólo a los ricos, llegó a hombros de 60 porteadores nepalíes. El destinatario era Juddha Shumsher Jung Bahadur Rana, primer ministro del país y comandante de las fuerzas armadas, la berlina fue un regalo de parte del mismísimo Adolf Hitler, como muestra de aprecio hacia Nepal en el año 1939.
La intención del canciller alemán era sobornar al rey Tribhuvan, quien era un amante de los coches clásicos, para que los Gurkha, las fuerzas especiales nepalíes y que a día de hoy siguen siendo una de las más letales del mundo, le apoyaran militarmente durante la Segunda Mundial. Al final los Gurkhas apoyaron al ejército británico contra el nazismo, y el rey Nepalí jamás le devolvió el coche, pero eso es ya otra historia. Eso sí, quién pensaría que fuese Hitler el encargado de introducir el coche en Nepal, ¿verdad?
Sigamos con el coche, debido a la ausencia de carreteras el Mercedes-Benz Typ 230 fue transportado a hombros como si un paso de semana santa se tratase. Tardaron días en llevarlo hasta Katmandú desde la frontera India, combatiendo altas temperaturas y fuertes pendientes. La berlina iba sobre una plataforma de madera y tenía sus ruedas desmontadas para facilitar su transporte. Desde que el primer coche pisó tierra Nepalí creó una especie de fiebre por el automóvil en un país sin carreteras, un hecho muy curioso.
Por aquella época sólo Katmandú tenia habilitadas carreteras pavimentadas aunque sólo para caballos y carros, y como el gusanillo por tener automóviles ya estaba creciendo en el país, miembros de la familia real comenzaron a encargar vehículos al extranjero que llegaban al puerto de Calcuta y después eran transportados por tierra hasta la frontera con Nepal. Debían atravesabar el Himalaya hasta llegar a la capital y de eso se encargaban decenas de porteadores.
Los porteadores no sabían el nombre de los coches que transportaban, eran simplemente conocidos por números como 34, 60 o 96, en función del número de personas que hiciesen falta para llevarlo a hombros, imaginaros el dolor de espalda de los pobres nepalíes. Como recuerda Dhan Bahadur Gole de 92 años, último superviviente de los porteadores de coches, y que jamás se ha montado en coche: «los vehículos al no poder circular por los estrechos y empinados caminos eran cargados en largas cañas de bambú. Los coches más grandes requerían de hasta 96 culíes o cargadores paras subir los senderos.»
No fue hasta 1957 ¡ya era hora! cuando se construyó la primera carretera asfaltada de Tribhuvan, que comunicaba el país con la India. Aquél primer coche que llegó como regalo de Hitler al rey Tribhuvan, fue utilizado por el monarca hasta su muerte en 1955. Después de haber servido de conejillo de indias para que los mecánicos aprendieran, el Mercedes-Benz Typ 230 descansa en el Palacio Narayanhiti convertido ahora en un museo, cuando en 2008 la república acabó con la monarquía.
Hoy en día hay más de 500.000 vehículos circulan por los 17.000 kilómetros de carreteras que hay en todo Nepal, aunque sí que es cierto que siguen habiendo lugares inaccesibles al volante de vehículos modernos, pero eso es el encanto de Nepal.
El nepalí Times nos enseña como en aquella época los porteadores se hacían con el coche y para la capital que se lo llevaban a hombros, eso de que los coches cargan con las personas allí ocurría al revés por lo menos durante 18 años. Te dejamos con el vídeo, que no tiene desperdicio.
Fuente: Meridianos, YouTube
Fotografías: Volkmar Wentzel para National Geographic.