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Renault Sport Spider 1997 (13)
Luis Blázquez

Renault Sport Spider, la historia de la maravillosa y eclipsada barchetta francesa

“Simplifica, y luego hazlo ligero”. Eso es lo que defendía Renault a mediados de los 90, cuando creó un barchetta diseñada para disfrutar de la experiencia pura de conducción. Inspirándose en la filosofía de diseño de Colin Chapman, la firma francesa construyó un automóvil del que el fundador de Lotus, probablemente, se habría sentido orgulloso: el Renault Sport Spider. No es el tipo de coche que la mayoría espera de la firma parisina, pero si el que uno esperaría nuevo otra vez.

Aunque parezca difícil de creer, este fue el primer modelo de calle en llevar, oficialmente, el apellido Renault Sport. Comenzó su vida como un experimento con tecnología de la Fórmula 1, pero los entusiastas querían una variante que pudieran conducir en la vía pública, por lo que la compañía lo puso en producción en 1996. Eran otros tiempos, una época donde hasta marcas generalistas tenían en su gama más de un coupé o deportivo. Después de todo, Renault Sport también puso un motor de Fórmula 1 en una Espace.

En una época de bonanza para la marca en la categoría reina del automovilismo con Benetton y Williams, y fueron aclamados como unos maestros. Pero en el momento en el que la gente acudía a los concesionarios para ver las ofertas del fabricante francés, el máximo exponente en la gama era el Clio Williams… Y no mucho más. Entonces, para cosechar aún más los beneficios de su dominio, la firma del rombo creó Renault Sport y un vehículo apropiado para llevar dicho nombre. Efectivamente, ese fue el Renault Sport Spider.

Fue uno de los coches más salvajes jamás fabricados por Renault. Creó muchos titulares e hizo famosa a la submarca Renault Sport casi de la noche a la mañana. Se veía raro, no tenía nada más que lo esencial y pocos le auguraban éxito, pero era bonito y rápido, y eso es todo lo que importa. Porque si bien el Clio tratado por Renault Sport era una bestia que podías usar todos los días y luego disfrutar en un circuito, el Spider es completamente diferente. Al decir que no había comodidades en él, deberías de creernos muy en serio.

Este coche no tiene dirección asistida, servofrenos ni calefacción. Tampoco tiene techo. Hay un par de extras con los que se podía pedir, como un parabrisas y una radio. Sí, no es un vacile, el parabrisas era un opcional. Tenía un deflector de viento de serie, pero para conducir el coche se recomendaba encarecidamente un casco. Fue diseñado pensando en las carreras, así que lo que tienes es un volante, tres diales (cuentarrevoluciones, temperatura del agua y del aceite). El velocímetro está montado en el centro y es digital.

Además, tienes dos asientos Recaro y un interior resistente a la intemperie. No hay nada más básico que eso. Eso lo hacía pequeño y ligero. De hecho, la masa era de tal relevancia para la marca que ni siquiera tiene manijas de puerta externas. Pero lo que tiene son puertas de tijera, aunque para abrirlas, debes meter la mano en el interior y tirar del asa. Este es un compromiso extraño, pero todo este ahorro de peso lo convierte en un vehículo enérgico para ser llevado a altas velocidad, en una pista o en un tramo revirado.

Tras los asientos se escondía un motor acorde a lo que uno esperaría, teniendo en cuenta que la ligereza y la simpleza eran los aspectos primordiales a cumplir. Se trataba de una unidad de 2.0 litros y cuatro cilindros atmosférica, capaz de entregar 150 CV y 185 Nm, el mismo bloque (F7R) que daba impulso al Renault Clio Williams. No son cifras que impresiones, pero permitían a este deportivo alcanzar los 100 km/h desde parado en menos de siete segundos y continuar hasta los 211 km/h de velocidad máxima.

Si miramos los datos de rendimiento en bruto, este es un coche bastante impresionante por su tiempo y precio. Pesaba 930 kilogramos gracias a que Renault Sport construyó el Spider sobre un chasis espacial de aluminio. Eso quiere decir que era muy rígido, y eso se transforma en agilidad. La explicación es sencilla: cuanto menor sea el peso a desplazar, menos energía consume el motor, menor es la fuerza a ejercer para detener el coche y, por supuesto, es más sencillo hacerlo cambiar de dirección (momento polar de inercia).

El Renault Sport Spider es una bestia realmente genial en la pista, por lo que fue necesario uno de los grandes de todos los tiempos para eclipsarlo: el Lotus Elise. Este era una máquina digna de llevar el legado de Colin Chapman: era ligera, muy sencilla y rápida en un circuito. Fue algo desafortunado para Renault Sport porque el Elise era más rígido, más ligero y en general mejor que el Spider. También era más barato. La única ventaja de Renault era su potencia, pero esto era insignificante porque era 140 kg más pesado que el Elise.

El éxito del modelo británico condenó al Renault Sport Spider y las cifras de ventas se mantuvieron bastante bajas. En total, se fabricaron entre 1.500 y 1.900 ejemplares del Renault Sport Spider, de los cuales solo 60 de ellos tenían el volante a la derecha. Esto hace que el Spider sea una alternativa rara y emocionante al Lotus Elise. La mayoría de las personas no pueden recordar cuándo vieron por última vez un Spider, e incluso es más probable que nunca hayan visto uno. Esto convierte a la barchetta de Dieppe en un coche muy, muy interesante.

Fuente: Renault Sport

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