Estoy seguro de que todos, o el 99% de los que están leyendo esto, han soñado alguna vez con conducir un deportivo. ¿Quién no se ha imaginado nunca a bordo de un flamante bólido cuándo era un niño? Al igual que ocurre con los descapotables, no es un tipo de vehículo que se compre pensando demasiado con la cabeza, precisamente.
Afortunadamente, como en cualquier otro segmento (dentro de sus limitaciones), hay una gran variedad de deportivos en el mercado. Los hay de dos, cuatro y hasta cinco plazas, con maleteros relativamente aceptables y otros diseñados para una bolsa de farmacia. Algunos apuestan por las sensaciones antes que las prestaciones, otros más por la potencia pura y dura, y los más inaccesibles para la mayoría de los mortales hacen un batiburrillo de todo con la máxima calidad.
Definición
Tomando como referencia el diccionario Merriam-Webster, un deportivo es «un coche generalmente pequeño y bajo para dos pasajeros, diseñado para ofrecer una respuesta rápida, sea fácilmente manejable y se pueda conducir a alta velocidad». No debemos nunca confundir un deportivo con un coche que, simplemente, presente un acabado deportivo; no es lo mismo.
Quien así lo considere, afirmará que un coche puede ser un “deportivo”, pero aún no es un “verdadero deportivo”. Por lo tanto, los vehículos «normales» pueden estar equipados con un paquete deportivo y/o accesorios para dar la apariencia, pero pueden no ajustarse a una definición estricta de coche deportivo. Para otros, es cualquier automóvil que ofrezca mayor rendimiento o potencia que las ofertas más básicas.
Algunos argumentarán que un coche deportivo puede definirse por sus intenciones. Si el susodicho está diseñado para maximizar el rendimiento por encima de la practicidad, dicen, es un deportivo. Sin embargo, esta definición basada en la intención proporciona poca orientación para determinar si un automóvil es deportivo o no. Otros mantendrán que la distinción entre un deportivo y cualquier otro tipo de vehículo radica en cómo es la suspensión y su manejo.
Road and Track, unas de las publicaciones estadounidenses con más prestigio en el sector, resume el debate sobre la definición de lo que es un coche deportivo con una simple observación: “Pregúntale a cinco personas la definición exacta de un automóvil deportivo, y probablemente obtendrás cinco respuestas diferentes”. Como vemos, no existe una definición clara de lo que realmente es un deportivo, pero podemos acercarnos a ella.
Pero sí que existe un pensamiento común que parece recoger casi todas las perspectivas sobre el significado de “automóvil deportivo”. Si ha sido diseñado con las premisas de ofrecer un alto rendimiento con capacidades similares a las de un coche de circuito, es probable que pueda denominarse con mayor acierto como “deportivo”. Porque si hay algo que prepondera a la hora de clasificarlos es por su velocidad, y no me refiero solo a las cifras prestacionales en línea recta.
Porque el hecho de que un coche sea rápido tampoco significa en absoluto que sea deportivo. Un Rolls-Royce Phantom es rápido, pero no es deportivo. Hay otros factores muy importantes aparte del motor que se han de tener muy en cuenta, tales como el peso y el reparto del mismo entre sobre los ejes, la puesta a punto de la suspensión y de la dirección y, sobre todo, cómo te hace sentir. Si continúas leyendo, te diré qué hace especial a un deportivo de forma desglosada.
Grupo mecánico y estructural
Como se acaba de mencionar, además de la velocidad y la potencia, las sensaciones tras el volante también entran en juego, al igual que el precio, la posición del motor, la tecnología utilizada, la estética, la clientela objetivo, la transmisión y el volumen de producción. Siempre habrá excepciones, pero podemos clasificar las características que hacen de un vehículo un deportivo en los siguientes puntos:
Motor
¿Realmente es necesario un motor grande para que un coche sea deportivo? No tiene por qué. Volviendo al ejemplo anterior, un Rolls-Royce Phantom tiene un bloque 6.7 V12 de 460 CV y 720 Nm. Hace el 0 a 100 km/h en 5,9 segundos y alcanza los 240 km/h. Sin embargo, un coche que roza los seis metros de longitud y supera las 2,5 toneladas de masa, no es apto para “irse de curvas”.
En el otro lado del cuadrilátero tenemos algo que, a priori, puede parecer poca cosa. El Lotus Elise S es un biplaza de menos de cuatro metros con un motor 1.8 sobrealimentado por turbo de 220 CV y 250 Nm. Alcanza los 234 km/h, pero es capaz de llegar hasta los 100 km/h desde parado en 4,6 segundos. ¿La clave? Un peso inferior a la tonelada. Y no sólo eso, también está más cerca de suelo y su momento polar de inercia (explicado unas líneas más abajo) es ínfimo frente al del buque inglés.
Los motores de los coches deportivos se diseñan con el objetivo de ofrecer prestaciones por encima del ahorro de combustible, y están convenientemente reforzados para aguantar el estrés extra al que están sometidos. Porque si tienes un deportivo, no lo llevarás permanentemente por debajo de las 3.000 vueltas, ¿verdad? El sonido también ha de ser sugerente, puesto que ha despertar más emoción que un diésel de cuatro cilindros.
Transmisión
Al igual que el motor, la transmisión también ha de estar convenientemente preparada para soportar el “maltrato”, ya sea automática o manual. Estas últimas cada vez están menos presentes, siendo pocos los deportivos de alta gama que aún la ofrecen, como Porsche y Aston Martin en el 911 y V8 Vantage respectivamente. Algunos incluso pueden hacer el punta-tacón de manera automática, de forma que el embrague sufra lo menos posible.
Una vez la fuerza del motor es gestionada por la caja de cambios, la energía térmica se trasforma en cinética y un diferencial (o varios) se encarga de transmitir el movimiento hacia las ruedas, bien sea a las delanteras (FWD), las traseras (RWD) o a las cuatro (AWD/4WD).
Normalmente asociamos deportivo a un automóvil de propulsión. Cierto es que es la configuración clásica, pero si el fabricante mejora los parámetros descritos en este bloque, casi cualquier coche puede ofrecer un comportamiento deportivo, incluso un sencillo Fiat 500.
- Deportivos de tracción delantera. Una configuración que, a priori, no parece demasiado entusiasmante. Sin embargo, desde la década de los 80, numerosos fabricantes han afinado muchos de sus coches más modestos para ofrecer una conducción espirituosa sin que cueste un ojo de la cara. Y no siempre han sido coches urbanitas como el Abarth 595, el Ford Fiesta ST o el Volkswagen Golf GTI. Durante los 90 pudimos ver coupés deportivos memorables como el Toyota Celica, el Opel Calibra o el Fiat Coupé.
- Deportivos de tracción total. Si ha habido algo que ha motivado a usar la tracción total como una aplicación deportiva, ha sido el mundial de rallies. Nombres como Mitsubishi Lancer Evolution, Subaru STI o Audi Quattro lo han demostrado. Incluso Lamborghini no hace otra cosa en sus superdeportivos desde el Murciélago (2002) que equiparlos con un sistema de tracción integral, aunque algo tuvo que ver su adquisición en 1998 por parte del Grupo VAG.
Chasis
La estructura de un deportivo no suele ser la misma que la de cualquier otro vehículo que pulula por nuestras carreteas. Los fabricantes se molestan en diseñar un esqueleto que sea ligero y rígido, todo con el objetivo de ofrecer un comportamiento dinámico a la altura de lo que se espera.
A diferencia de un todoterreno, un deportivo no necesita sortear obstáculos por encima del suelo. Tiene que ser rápido de reacciones (momento polar de inercia) y, para ello, busca siempre un bajo centro de gravedad. Por este motivo, cualquier deportivo está más cerca del suelo que cualquier otro tipo de coche. Además, cuanta menos distancia al suelo haya y más centrados estén los pesos (entre ambos ejes), más aplomo sobre el asfalto tendrá.
Suspensión
Una suspensión deportiva no solo mejora la apariencia de un vehículo, también añade estabilidad y precisión a la hora de afrontar tramos revirados. Tanto los muelles como los amortiguadores están optimizados para minimizar los vaivenes de la carrocería en los cambios de viraje, al igual que en las fuertes aceleraciones y detenciones.
Como consecuencia, el recorrido de la suspensión es menor que en la de un turismo normal y, por ende, el coche es más incómodo cuando se abordan carreteras en mal estado o bacheadas. La menor altura tampoco es favorable a la hora de rebasar resaltes o acceder a algunos aparcamientos, aunque algunas compañías ofrecen en opción un sistema que eleva unos pocos milímetros la altura del eje delantero para evitar rozarlo.
Ejes
Las vías de los vehículos deportivos, por norma general, suelen ser más anchas respecto a los vehículos de los que derivan (si es que derivan de alguno). A más anchura, más estabilidad. Asimismo, una distancia entre ejes (batalla) más corta, hacen al coche muy manejable en curvas cerradas, pero también más nervioso a la hora de sacarle las cosquillas. Por el contrario, una batalla larga prepondera la estabilidad en giros rápidos a costa de reducir la maniobrabilidad.
En los extremos de ambos ejes están las ruedas y los frenos, otra pareja de componentes muy importante en los deportivos. Los neumáticos, cuanto más superficie tengan con el suelo, más agarre generarán. Para ello se suelen utilizar gomas de compuesto blando y más anchas en el eje motriz. Es lo más eficaz para circular rápido sobre asfalto seco, pero también se gastan antes, son menos eficientes en el ahorro de combustible (más rozamiento con la superficie = más resistencia = más consumo) y en lluvia son más tendentes a generar aquaplaning.
A diferencia de la actualidad, donde las llantas de aleación son grandes por pura estética, los deportivos están equipados con neumáticos de perfil bajo para poder acoger un sistema de frenado a la altura de las prestaciones del coche. ¿De qué sirve circular a 300 km/h si no puedes detenerte en pocos metros? Un deportivo ha de tener grandes discos de freno, preferiblemente ventilados y perforados, con generosas pinzas también.
Los discos carbocerámicos se ofrecen como opción en muchos vehículos de alta gama, pero su montaje tan solo tiene sentido cuando el coche va a circular a un elevado ritmo a menudo. A diferencia de los discos de acero, los carbocerámicos necesitan estar a altas temperaturas para funcionar correctamente. En situaciones de lluvia o de circulación a bajas velocidades, no aportan ninguna ventaja; todo lo contrario.
Dirección
El buen manejo del vehículo es imperante en cualquier coche que se considere deportivo. Conseguir una dirección apropiada que implique más al conductor depende de distintas variables:
- Demultiplicación. El glosario de km77 la define como la relación entre el giro del volante y el cambio de dirección de las ruedas. Cuanto mayor es la demultiplicación, menor es el esfuerzo de girar el volante, a costa de necesitar más recorrido para lograr el mimo efecto y, consecuentemente, las reacciones del coche son más difíciles de percibir y de corregir.
- Nivel de asistencia. Una dirección demasiado asistida también ayuda a una desconexión sensorial con el eje delantero. Maniobrar es mucho más cómodo, pero es más complicado percibir cuando los neumáticos están llegando al límite de su agarre. En los últimos años se han venido incorporando sistemas de asistencia variable, las cuales ganan peso de forma directamente proporcional a la ganancia de velocidad.
- Sensibilidad. Una dirección destinada a la conducción rápida también tiene que transmitir al aro del volante lo que ocurre bajo las gomas. La idea de un deportivo es ofrecer confianza para rodar a altos ritmos, y nuestro tacto es un buen amigo del que nos podemos fiar. Si las manos detectan que algo no va bien, siempre podrá corregir con mayor rapidez.
Momentopolardeinercia
La primera ley de Newton, establece que un objeto permanecerá en reposo o con movimiento uniforme rectilíneo al menos que sobre él actúe una fuerza externa. Se puede definir como la resistencia que ofrece el coche a intentar girar sobre sí mismo. Cuanta mayor sea el momento el polar de inercia, mayor es esa oposición y menor es la agilidad del coche a la hora de tomar curvas.
Si los pesos están bien distribuidos, el centro de gravedad estará situado en el centro del coche. Si las masas están cercas entré sí, el coche podrá girar con menos esfuerzo, por tanto es más ágil gracias a un bajo momento polar de inercia. Piensa en un martillo: ¿Cómo te cuesta menos moverlo de un lado a otro? ¿Sujetándolo cerca de la cabeza o desde el extremo del esa? Es por esta razón por la que la mayoría de los deportivos de alto nivel tienen el motor en posición central.
Tipos de deportivos
Podemos distinguir entre muchos tipos de deportivos, pero grosso modo se pueden clasificar en tres categorías: deportivos, superdeportivos e hiperdeportivos. El por qué están colocados en diferentes puntos de la jerarquía automovilística es por la velocidad de la que son capaces de rodar. Pero, contrariamente a la creencia popular, repetimos que la velocidad absoluta no es el único factor limitante.
- Deportivo. Un coche deportivo puede ser un instrumento bastante recomendable. Hay un equilibrio y un tacto que se pueden diluir a medida que la potencia se incrementa; no necesita más.
Son suficientemente rápidos como para perder el carné de conducir y brindan una conducción ejemplar frente a cualquier otro vehículo. Pero sobre todo, como premisas intangibles, ha de ser divertido y gratificante. Puede ser de tracción delantera, total o trasera, y suele ser mínimamente práctico. - Superdeportivo. Presenta un nivel de rendimiento que es suficiente para asustar a la mayoría de las personas. Elementos como el drama y el prestigio van más allá de los límites de un deportivo, al igual que la tecnología y el precio.
Generalmente, tiene más de 500 CV, es más difícil de exprimir a fondo con seguridad y no es tan utilizable para el día a día debido a su escasa practicidad. En esta categoría, la tracción delantera queda descartada. - Hiperdeportivo. Absolutamente todo en un hiperdeportivo es extremo: el diseño, las prestaciones, el paso por curva y el precio. Es un coche que se sienten frenético, un monstruo dedicado a la velocidad, algo que no lo hace precisamente usable para ir al supermercado y hacer largos viajes.
Mayoritariamente, el motor está colocado tras los asientos, y se acercan peligrosamente, o superan, el millar de caballos. No esperes encontrar ninguno con pedal de embrague.
Por último, pero no menos especial, querría hacer una breve mención a un segmento que está en pleno auge:
- SUV deportivo: son dos términos que chocan entre sí. Es como decir “tanque deportivo”, es una antítesis por su propia concepción. Pero bueno, para gustos los colores, y si el fabricante de turno quiere vender su SUV deportivo, lo hará. Suspensión más firme, dirección más directa, aspecto más imponente y más potencia. Quizá los mejores ejemplos los podamos encontrar en algunos modelos como el Porsche Cayenne (quien lo inició todo) o el Cupra Ateca.
¿Cuáles son los deportivos «tradicionales» actualmente a la venta?
Primero, ¿qué entendemos por deportivo «tradicional»? En los albores de la automoción, cualquier coche que saliese a la venta contaba con una estructura básica idéntica: motor colocado en posición longitudinal, delante del habitáculo y detrás de las ruedas delanteras. Un eje de transmisión se encarga de transmitir la potencia a las ruedas posteriores a través de una caja de cambios manual.
Esta configuración se la debemos al Mercedes 35 HP (o PS) de 1900, el primer vehículo que abandonó el diseño de carruaje motorizado. Sin embargo, en 1962, la extinta marca Matra fabricó el que es el primer deportivo de motor central de producción. El Matra Djet se adelantó al DeTomaso Vallelunga (1964), Ferrari 250 LM (1964) y Lamborghini Miura (1966). No era muy potente (70 o 90 CV, según el motor), pero ya demostró las ventajas a nivel dinámico del motor central.
Es por ello por lo que la mayoría de las compañías enfocadas en deportivos comenzaron a apostar por esta configuración. Pocos fabricantes generalistas se han atrevido a hacer deportivos de motor central, siendo añorados algunos modelos como el Toyota MR2, el Opel Speedster, la pareja Smart Roadster/Coupé o los Renault 5 Turbo y Clio V6. Pero esto es arena de otro costal (para el siguiente punto, de hecho).
Actualmente, los deportivos «tradicionales» puros» están en plena decadencia. Las cajas de cambio manuales han perdido el terreno a favor de las más rápidas y eficientes automáticas, que no más divertidas. La propulsión también está abandonando el segmento en pro de la tracción total, más eficiente pero no siempre más entretenida. Es por ello por lo que solo he tenido en cuenta a aquellos que cumplen el requisito de motor delantero-tracción trasera.
Si queremos apostar por algo que sea divertido de conducir, barato de mantener, fácil de aparcar y asequible de comprar, la pareja Mazda MX-5/Fiat 124 Spider es la apuesta más segura. El japonés se ofrece tanto con techo de lona (de accionamiento manual) como metálico (RF), y con dos propulsores atmosféricos de 132 y 184 CV; en el Fiat son turboalimentados de 140 o 170 CV (en el caso del Abarth). Es suficiente para mover con mucha soltura los apenas 1.000 kg de masa.
Sin movernos del país del Sol Naciente, tenemos a otra pareja que también destaca por su gran relación precio-prestaciones-diversión: el Toyota GT 86 y el Subaru BRZ. Más o menos por el mismo precio tenemos también el Nissan 370Z, mucho más potente que los Toyobaru, pero también más caro de mantener. Y si buscas algo más radical, desde Reino Unido nos llega el Caterham Seven, un auténtico kart de apenas media tonelada con mecánicas de 80 a 240 CV.
Desde estados Unidos también tenemos a un buen representante, el Ford Mustang. Se ofrece tanto con carrocería coupé como descapotable, y puedes tener un cuatro cilindros muy eficiente bajo el capó o todo un V8. Por el lado alemán están los BMW Serie 2 y Serie 4, y Mercedes Clase C Coupé, con mecánicas diésel y gasolina que superan los 400 CV en sus versiones más prestacionales. Y desde Gran Bretaña tenemos el Jaguar F-Type, con propulsores de cuatro, seis y ocho cilindros (este último solo automático).
Si queremos algo más distinguido, BMW también cuenta en su gama con el Z4. Si lo quieres en su versión manual, tan solo está disponible con el motor de cuatro cilindros y 197 CV (sDrive 20i). Su hermano nipón, el Toyota Supra, ya comienza a alejarse del término “asequible” (69.900 euros) y tan solo puede estar equipado con una transmisión automática. A cambio, nos llevamos un deportivo brillante en muchos aspectos, como hemos podido comprobar.
En Lexus también tenemos la oportunidad de hacernos con un deportivo tradicional, el RC. Tan solo se ofrece en versión automática y con dos opciones mecánicas: o híbrida de 223 CV o un V8 de aspiración atmosférica de 464 CV. Por otro lado, aunque tradición de Audi es un poco “anti-deportiva” (motor longitudinal delante del eje y tracción anterior o total,) dentro de la gama A5 y TT tenemos a los modelos S (que no “S-Line”) y RS, que sí podemos aceptar en el barco.
Si nos vamos más allá de las seis cifras, casi todos los fabricantes de deportivos apuestan por la configuración de motor central, incluso en algunos es la única opción disponible (McLaren, Lotus y Lamborghini), al igual que las transmisiones automáticas. El BMW Serie 8, Bentley Continental GT, Ferrari Portofino, GTC4 Lusso, Lexus LC, Mercedes SL y Maserati GranCabrio/GranTurismo aportan un enfoque más viajero. El Ferrari 812 Superfast, Mercedes-AMG GT y Nissan GT-R, por el contrario, abogan por un empaque más racing.
Aunque las berlinas, por norma general, no suelen ser consideradas como un deportivo tradicional al uso, lo cierto es que hay opciones que nada tienen que envidiar a sus homólogos de dos puertas. Véase el Alfa Romeo Giulia, Bentley Flying Spur, BMW Serie 3 y Serie 5, Jaguar XE y XF, Kia Stinger o el Porsche Panamera. ¿Los sedanes eléctricos también pueden ser deportivos? No hay más que echar un vistazo al Porsche Taycan.
¿Hay algún deportivo de motor central por debajo de los 100.000 euros?
La respuesta es sí, pero la lista es breve: Alfa Romeo 4C Spider (mientras siga en venta), Alpine A110, Lotus Elise, Lotus Evora, Porsche 718 Boxter y 718 Cayman. Y, aunque no se comercialice en nuestro país, existe aún un pequeño deportivo digno de mención, el Honda S660. Pertenece al segmento keijidōsha(kei car) japonés, es decir, un coche que no excede de los 3,4 metros de longitud, 1,48 m de anchura, 2,0 m de altura y cuyo motor queda limitado a 660 cc y 47 kW (64 CV).
Vale, no será muy potente, pero cumple con las premisas de un coche deportivo. Es biplaza y su condición de motor central le otorga una relación de pesos del 45% delante y 55% detrás. El volante es pequeño (350 mm), se ofrece con caja de cambios manual (algo extraño en el segmento kei), apenas pesa 830 kilos, es muy manejable (3.395 mm de longitud) y es relativamente asequible (1.980.000 yenes, algo más de 15.000 euros).
Conclusión
Un deportivo no se suele caracterizar por ser práctico o excesivamente cómodo. Ofrece otras cualidades, aspectos que son capaces de transmitirnos sensaciones que van más allá del mero hecho de llevarnos de un punto a otro. Son vehículos que nos aportan la capacidad de circular rápido con mayores garantías de seguridad que cualquier otro vehículo, a la vez que sacarnos una sonrisa cada vez que hundimos el pie derecho y tomamos una curva.
Bien es cierto que, en los tiempos que corren, el “deportivo tradicional” ya no es lo que era. Los clientes quieren todo: que sea rápido, bonito, cómodo y espacioso. Es por ello por lo que cada se apuesta más por los SUV deportivos, aunque en la cartera de los fabricantes también son igualmente válidos otros conceptos, como las berlinas, los familiares y los compactos de aspiraciones racing.
¿Quieres deportividad moderada? Un Suzuki Swift Sport puede ser una auténtica delicia de conducir. ¿Quieres algo más de garra sin perder practicidad y con tracción total? ¿Qué tal un SEAT León Cupra ST? ¿Mejor una berlina con piel de cordero y corazón de lobo? El BMW M5 siempre ha sido la referencia. ¿Algo con más nervio y más “puro”? Un Nissan 370Z es un gran alternativa. Y si el dinero no es un impedimento, tal vez un Ferrari F8 Tributo te pueda interesar. ¿A quién no?