Menuda semanita ha vivido Saab. A principios de semana parecía que iba a salir de su laberinto. El dinero que la salvaría de la suspensión de pagos, llegaba de China. Pero a mediados de semana la cosa se torcía. Los gerentes de la automovilística sueca veían cómo los inversores orientales deseaban acumular poder para, en última instancia, quedarse con Saab:
«Pang Da Automóvil Co. y Zhejiang Youngman Lotus Automóvil se ofreceron para comprar Saab, en lugar de invertir en el fabricante de automóviles sueco. La nueva oferta fue rechazada», decían desde Saab, en un comunicado. La marca no quería que su historia corriese el mismo final de Volvo, ahora en manos de Geely.
El miércoles la tormenta se tranquilizó y se buscaba imperiosamente otro tipo de acuerdo. Si no aparecía algún inversor en el último momento, Saab podía perder la protección judicial y ser declarada en bancarrota. La necesidad de capital en Saab es acudiante. La marca apenas fabrica coches desde hace ¡medio año! debido a la deuda acumulada con sus proveedores.
Ante semejante panorama, a Swedish Automobile, dueños de Saab, no le ha quedado más remedio que recular y fimar el acuerdo de venta a las empresas chinas por 100 millones de euros. A no ser que las autoridades nieguen la autorización a la venta o aparezca otro inversor (arduo difícil), podemos afirmar que Saab ha acabado en manos chinas. ¿Existe otra salida para que la marca sobreviva?
Tras la salida de General Motors, que la vendió a Spyker en 2010 y evitó que la marca desapareciese cuando todo el mundo la daba por desaparecida, han sido los chinos los únicos que han apostado por ella. La Sociedad Americana, North Street Capital, al conocer la noticia, ya ha revocado la prevista suscripción de 2.3 millones de acciones de Swan y el compromiso de ofrecer un préstamo Saab Automobile de 60 millones de dólares.
Fuente: Saab
Foto: Motorpasión