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Toyota GR DKR Hilux T1+ Dakar 2022 – Nasser Al-Attiya (24)
Luis Blázquez

Toyota nos enseña de qué es capaz el GR Yaris, como Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus Hilux

El trabajo de periodista del motor, como todo en la vida, tiene sus momentos. Hay cosas que hacemos que nos hacen más felices que otras, pero pocas se pueden comparar a lo que hemos podido vivir con Toyota y su experiencia de conducción en el Nasser Racing Camp, una finca de 300 hectáreas propiedad del actual campeón del Rally-Dakar, Nasser Al-Attiyah, en Castellfollí del Boix, a una hora de Barcelona. Nos esperaba junto con Isidre Esteve y Pepe López, y sus respectivas monturas de guerra.

Como entusiasta del motor y seguidor habitual del raid más duro del mundo, poder ocupar las plazas de Mathieu Baumel y Txema Villalobos durante un breve espacio de tiempo es todo un honor. Sí, eso implica sufrir intensas fuerzas G, constantes sacudidas y vaivenes, y un calor que puede llegar a ser insoportable para la mayoría de nosotros, quienes apenas hemos disfrutado de cinco minutos a bordo. Esta gente, los profesionales, tienen que experimentar estas mismas sensaciones todos los días durante semanas y más de 4.000 kilómetros.

El catarí, tras la victoria este año a los mandos de su Toyota GR DKR Hilux T1+ ya es uno de los mejores dakarianos de la historia. Este año, digamos incluso que lo ha conseguido con relativa comodidad, aventajando al segundo clasificado en 27 minutos y 46 segundos. Algo más atrás, con una Hilux también, pero algo más veterana (T1.1), pero muy diferente en preparación, terminó el piloto parapléjico Isidre Esteve, acompañado por su inseparable copiloto Villalobos. Ellos fueron vigesimoséptimo de la general y decimosexto dentro de la clase T1.1.

La experiencia fue sobresaliente. Más que nada porque, a los ratos de conversación, teníamos la posibilidad de acompañar a los pilotos en el lugar habitual del copiloto, en el asiento derecho, algo realmente especial que, por su extrema dureza nos confirmó lo que ya sospechábamos. Y es que, si superar una tortura de poco más de cinco minutos de demostración fue realmente duro, no podemos ni imaginar lo que debe ser estar así, con ese nivel de velocidad, de estrés y de esfuerzo durante casi 15 días con etapas de más de 500 kilómetros.

Hablemos de las monturas. La Hilux T1+ de Al-Attiyah es una bestia de competición gestada a conciencia por los ingenieros de Toyota Gazoo Racing, con unas vías más anchas que lo hacen crecer hasta los 2,2 metros, neumáticos de mayor tamaño (37 pulgadas) y una suspensión con 350 milímetros recorrido. Su motor V6 biturbo de 3.4 litros no emana el mismo carisma del V8 atmosférico previo, pero no tiene nada que envidiar en rendimiento. El bloque puede entregar unos 600 CV, aunque para la ocasión estaba limitado a “solo” unos 400 CV.

La Toyota Hilux que Esteve ha empleado en su 17ª participación del Dakar es un modelo T1.1 de 2020. Motivada por lesión medular en el accidente de moto de 2007, que lo dejó en silla de ruedas, la pick-up del piloto leridano cuenta con adaptaciones únicas. El embrague (que solo se utiliza para arrancar en parado) está montado junto al pomo del cambio secuencial, mientras que el acelerador y el freno se montan como aros adjuntos al volante (uno lo empuja y el otro lo contrae). Realmente es sorprende lo que puede hacer con dos manos.

Copilotaje con Isidre Esteve

Para empezar, ver en acción a Esteve desde dentro del coche es algo difícil de olvidar y casi de entender por su complejidad, y así estuvo toda la prueba y siempre con una sonrisa en la cara. Como él dice, “haciendo lo que más me gusta, pilotar”. Y es que la sarna con gusto no pica. No es para menos, ya que su Hilux T1.1 goza del motor V8 de 5.0 litros atmosférico que desarrolla cerca de 400 CV, ruedas de 32 pulgadas, suspensión con 280 mm de recorrido y un depósito de combustible con capacidad para más de 500 litros.

Acceder al puesto de copilotaje no es fácil ni especialmente cómodo. Hay una jaula antivuelco y, una vez dentro, los arneses y el propio asiento no permiten moverse ni un milímetro, cosa que agradecimos unos segundos más tarde, cuando Esteve pisaba a fondo en la pista de tierra. La experiencia no se puede definir de otra forma como “brutal” e “impresionante”. La capacidad para traccionar, el sonido, las fuerzas G y el trabajo que realizan las suspensiones es algo que ninguna otra máquina puede replicar, pero ver a Esteve llevarlo al límite no tiene precio.

Porque, desde fuera, impresiona ver cómo tracciona, frena y pasa sobre las irregularidades de la arenosa superficie sin perder casi la compostura. Es como si los baches no existieran. El V8, además, es un completo escándalo, y las transiciones entre marchas van acompañadas de los petardazos típicos de un coche de rallies. Se percibe rápido, pero no es comparable a cómo se vive desde dentro. La forma de sobrellevar los “pedales” a través de los aros concéntricos del volante es increíble, ejecutando cada movimiento con una precisión digna de un cirujano.

Copilotaje con Nasser Al-Attiyah

Toca cambiarse de coche, y la comodidad de acceso es la misma. Eso sí, es difícil de negar que la Hilux T1+ de Al-Attiyah impone más que la de Esteve, sobre todo por la anchura. El espacio a bordo es aún más angosto y caluroso, ya que el motor está ubicado entre los ocupantes con el fin de mejorar el reparto de pesos. Pero tampoco es que tengamos mucho tiempo para poder fijarnos en muchos más detalles, ya que el catarí comienza desde el minuto uno “a fuego” con un volantazo acompañado de un toque de freno de mano para entrar en pista.

En cuestión de segundos, ya estamos yendo de lado y saltando por los aires, en el sentido más estricto. Y si bien Esteve demostraba un gran refinamiento a la hora de colocar el coche en el lugar deseado, Al-Attiyah es más salvaje. Pero no te dejes engañar, lo hace para meterte miedo en el cuerpo, porque mientras tú vas más feliz que unas castañuelas, Al-Attiyah es capaz de ir cruzado con una sola mano mientras saluda con la otra. Parece que no existe el temor a salirse o a estrellarse, va a fondo y con plena confianza en sí mismo, como ya ha demostrado.

Es un cuatro veces campeón del Rally-Dakar, una prueba en la que ha vencido con tres marcas diferentes (Volkswagen, Mini y Toyota) y en la que ha cosechado 42 victorias de etapa, además de ser 15 veces campeón de rallies de Oriente Medio y medallista olímpico en tiro, entre otros logros deportivos. A sus 51 años, el catarí es uno de esos pilotos que disfruta de cada segundo que pasa tras el volante, ya sea compitiendo con la élite, entrenando, perfeccionando el coche o, como es este caso, dando vueltas a unos pocos privilegiados en su pista particular.

Nota: lo interesante comienza en la marca del 1:14; el resto es solo un periodista demasiado entusiasmado 

Cuando Al-Attiyah hunde el pie del acelerador, el espectáculo es digno de Oscar. Lógicamente, el ruido del motor se hace con el protagonismo junto con el agudo sonido agudo de la caja de cambios Sadev secuencial de seis relaciones y dientes rectos, y la caja tránsfer que reparte el par motor de forma permanente entre las cuatro ruedas. Sin embargo, cuando el piloto suelta el acelerador, podemos percibir otros ruidos metálicos provenientes del tren motriz, el chirriar de las pastillas de freno o las miles de piedras que son disparadas contra los bajos del coche.

Y todo esto a un ritmo que, a buen seguro, todavía contaba con cierto margen de mejora en el trazado del piloto catarí. No me quiero imaginar lo que tiene que ser ir en carrera a todo trapo, porque realmente no estaba dando el 100 % de sus capacidades. Para él es como dar un paseo mañanero, mientras que para nosotros es la demostración de dónde están las habilidades de los pilotos de primera clase. Esta gente compite para ser el mejor piloto del mundo, buscando dejar su huella en la historia por sus méritos y su velocidad sobre terrenos irregulares y arenosos.

Copilotaje con Pepe López

Por si no fuera suficiente, durante la Toyota Gazoo Racing Experience hemos podido sentarnos en el GR Yaris RZ de la Toyota Gazoo Racing Iberian Cup y completar un remarcable tramo con Pepe López al volante. En lo que respecta al coche, se trata de una versión muy parecida al que ya conocemos. De hecho, los cambios se limitan a un habitáculo completamente vaciado y con una jaula antivuelco, los asientos de competición con arneses de cuatro puntos, el volante y el cuadro de carreras, y un juego de neumáticos de tierra.

El coche, impulsado por MSI Motor & Sport Institute, Toyota España y Toyota Caetano Portugal tiene la intención de ser el más competitivo de su clase, al menos en los tramos no asfaltados. Porque es donde este GR Yaris realmente destaca, ya que López nos llevó por una pista similar a la que encontraríamos en una etapa del campeonato del mundo. Con ascensos y descensos por el monte, López iba a fondo en cada curva, sin medias tintas, dejando escasos centímetro de margen con las rocas a un lado y la arbolada en otro; sin mencionar los saltos, claro.

Porque hay zonas en las que pasas derrapando a más de 100 km/h, mientras te encuentras con rasantes que hacen volar el coche varias decenas de metros. El trazado, con poco más de siete kilómetros, es muy estrecho, con continúas subidas y bajadas donde se pierde la perspectiva del horizonte. Si a eso sumamos las mencionadas rocas y árboles, las condiciones son ideales para subir la adrenalina. El doble campeón de España llevó su Toyota GR Yaris a otra dimensión, una en la que nos hace parece “mancos” a pesar de pensar que tú lo harías bien.

La capacidad de absorber baches con una suspensión a priori tan dura la forma en la que el coche entra en cada curva es cuanto menos loable. Lógicamente, las manos de López también marcaban la diferencia, y aunque la una vuelta se desarrolló con un estilo diferente a los de Al-Attiyah o Esteve, fue igualmente espectacular. De hecho, todos estuvimos de acuerdo en que había sido una grata sorpresa que había superado todas las expectativas, sin nada que envidiar a copilotar con dos bestias del Dakar. Al menos en mi caso, la sonrisa no podía ser mayor.

Conclusión

Una cosa está clara, el mundo del automovilismo deportivo (en este caso tipo raid o rallye) es una historia completamente diferente. No tiene nada que ver con lo que puedas sentir en un deportivo o en un superdeportivo apto para las vías públicas, por muy rápidos que sean. Tanto Al-Attiyah, como Esteve y López sienten amor por el motor, la velocidad, la adrenalina y esa nula sensación de tener el peligro cerca. Son magos al volante cuya calidad queda demostrada en cada curva, cada frenada y cada golpe de gas. Sencillamente, impresionante.

Y por eso adoramos un día como este, un día de puro automovilismo, de mucho polvo, muchas emociones y, sobre todo, alegría. Ciertamente, fue un privilegio enorme que uno de los pilotos más grandes de la historia te abra las puertas de su casa, te haga sentir como si fuese tuya, y te cuente algunas curiosidades de primera mano mientras te pone a velocidades que rozan lo que para nosotros podría ser una auténtica locura. Aunque breve, podemos decir que ha sido una jornada de ensueño que nunca olvidaré, y que ojalá muchos otros pudiesen experimentar.

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