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Mario Nogales

Ford Edge 2.0 TDCi 210 CV Powershift 4×4, prueba a fondo

La tendencia SUV sigue con un ascenso imparable, de eso no hay duda. Aquí en Europa vemos como los de tamaño compacto copan los ránking de ventas, con un reciente incremento de la oferta de SUV pequeños. En definitiva, nuestro mercado es muy diferente a otros como el americano, en el que triunfan los modelos más grandes. Entre ambos mundos queda situado el Ford Edge que probamos esta semana.

Porque no hay que olvidar que este ejemplar apareció por primera vez en Estados Unidos en el año 2006. La primera generación se comercializó únicamente en Norteamérica pero, ante los buenos resultados, decidieron crean un producto más global. La segunda generación vio la luz en 2015 y ya lleva un par de años en nuestras carreteras. Hay algunos cambios menores entre el Edge europeo y el americano, pero esencialmente son el mismo vehículo.

No podíamos dejar pasar la oportunidad de poner a prueba al tope de gama de este modelo, el Ford Edge 2.0 TDCi 210 CV Powershift 4×4. El primer motivo es porque el año que viene será lanzado un lavado de cara bastante interesante. El segundo motivo es por comprobar como se comporta un nativo americano al otro lado del charco, en carreteras europeas, y si se ganará el corazón del exigente cliente del viejo continente.

Exterior

Desde el primer vistazo apreciamos sus raíces. Tiene un ADN puramente yankee, algo que lo diferencia sustancialmente de otros vehículos que llenan nuestras carreteras. Las dimensiones son más ‘de allí’ que ‘de aquí’. Se muestra imponente con sus 4,81 metros de largo, sus 1,93 metros de ancho y sus 1,69 metros de alto. La distancia entre ejes se sitúa en 2,85 metros para asegurar un espacio interior a la altura.

El diseño exterior también ayuda, pues el Ford Edge rezuma carácter lo mires por donde lo mires. Sus líneas desvelan su procedencia, con un frontal muy musculado y situado en posición elevada que desprende energía. Lo hace a través de una gran parrilla hexagonal, surcada por dos lamas horizontales, que queda en consonancia con los afilados faros delanteros. En la parte baja del ancho paragolpes hay espacio para las luces antiniebla, rodeadas de un marco cromados.

Su perfil deja claro que estamos ante uno de los D-SUV más grandes del mercado. Llaman la atención las llantas de 20 pulgadas de nuestra unidad, que van en negro y contrastan a la perfección con el color naranja Canyon Ridge de la carrocería. También destaca por sus ciertos aires de coupé, un efecto que se consigue con el pilar C inclinado y una ligera caída del techo. Las puertas están marcadas por unas nervaduras y los faldones laterales está rematados en plástico negro.

Pasamos a la zaga, la que probablemente sea la parte mas llamativa del Ford Edge. Eso es gracias a los pilotos traseros LED, que tienen una forma alargada y quedan unidos por el medio haciéndolo inconfundible de noche. Aquí también se aprecia su deportividad con el spoiler trasero que parte del maletero o la doble salida de escape cromada que queda alojada en un difusor plástico. No nos llegan a convencer al ser falsas, teniendo el tubo real cilíndrico en su interior.

Interior

En el interior del Ford Edge nos encontramos prácticamente lo mismo que en otros modelos de la marca. El protagonismo recae en la pantalla de 8 pulgadas que queda integrada en la parte superior de la consola central. Cuenta con el sistema multimedia SYNC 3 de la marca, que presenta una personalización y un manejo avanzado. Por debajo quedan los botones para controlar la radio y el climatizador, algo anticuados teniendo en cuenta la tendencia actual.

En la zona de la palanca de marchas quedan algunos botones más y se ahorra espacio al utilizar un freno de mano eléctrico. Detrás del volante multifunción encontramos una instrumentación mixta bastante particular. Si nos fijamos veremos que los números de las esferas son analógicos, pero que dentro de ellas hay pantallas que nos muestran distintos datos. Son a color e igual de personalizables que la principal, lo que es de gran ayuda durante la conducción.

Ford es una marca generalista y no ha buscado alardes con el Edge. Sin embargo, observamos una calidad bastante buena, que satisfará a la mayoría, sin llegar al nivel de los premium. Esto se traduce en que tenemos plásticos de tacto agradable en casi todo el habitáculo y el único que no convence es el que ocupa la consola central, rodeando la pantalla. La tapicería mixta que cubre los asientos en nuestro acabado también es muy notable.

Si tenemos que hablar de la habitabilidad del Ford Edge hay que decir que va acorde a sus dimensiones. Parece que han seguido la filosofía de ‘todo a lo grande’ y es de los pocos que pueden presumir de cinco plazas reales. Las delanteras son muy destacadas, con una altura libre al techo ejemplar y amplitud por los cuatro costados. Además hay bastante huecos portaobjetos repartidos por el habitáculo, algunos en sitios que no acostumbramos (salpicadero o por detrás de la consola central).

El acceso a las plazas traseras se hace sin ningún problema a través de sus amplias puertas. Esta segunda fila podrá albergar a tres pasajeros gracias a sus generosas cotas de altura, anchura y espacio para las piernas. Es cierto que la plaza central carece de la forma de las otras dos, pero no está elevada y tampoco tiene un túnel de transmisión demasiado molesto como en otros modelos.

Maletero

El maletero del Ford Edge se encuentra algo por encima de la media del segmento al ofrecer una capacidad de 602 litros. Además de ser una buena cifra, se refuerza gracias a sus formas regulares y aprovechables. El acceso también es bueno, pues el portón tiene unas dimensiones generosas y cuenta con accionamiento eléctrico que permite incluso abrirlo pasando el pie por debajo. La única pega que le podríamos sacar es la altura de la boca de carga.

Bajo el piso del maletero encontramos una grata sorpresa. Han sacado espacio para la rueda de repuesto y a su alrededor hay algunos huecos para dividir la carga. En el caso de que necesitemos una mayor superficie para cargar objetos voluminosos, bastará con plegar los asientos traseros en dos partes (60:40) desde los botones del maletero. De esta forma la capacidad se incrementará hasta los 1.847 litros.

Equipamiento

En España, el Ford Edge se puede configurar hasta con cuatro acabados distintos. El equipamiento es muy completo incluso desde el más básico, Trend, que ya incluye llantas de 19 pulgadas, pantalla táctil de 8 pulgadas, climatizador automático, cámara de visión trasera, control de crucero o sensores de luz y lluvia. El Titanium es el más equilibrado y suma algunos elementos cromados, instrumentación digital, asientos y volante calefactados o portón eléctrico.

Nuestra unidad de pruebas queda identificada con la inscripción Sport, pero ahora ha pasado a denominarse ST-Line. Este acabado tiene un aspecto exterior más deportivo con paragolpes específicos y llantas de 20 pulgadas, pedales de aluminio o navegación y sistema de sonido Sony de 12 altavoces. El tope de gama es el Vignale, con un aspecto más distinguido con cromados, cuero para la tapicería y salpicadero y un completo equipamiento.

También se puede optar por algunos de los elementos de la lista de opcionales para completar su dotación. Hay varios paquetes para mejorar en términos de seguridad y ayudas a la conducción. No hay que desestimar sistemas como el detector de ángulos muertos, cámara de visión delantera 180º, dirección eléctrico adaptativa o los faros LED dinámicos adaptativos. Nuestra unidad también llevaba el enorme techo panorámico, menos práctico.

Motor

Si vemos la gama mecánica del Ford Edge sentimos que nos falta algo. No se trae de Estados Unidos sus grandes mecánicas de gasolina, aquí en Europa solamente se puede escoger en diésel. El motor protagonista es el 2.0 TDCi de cuatro cilindros y biturbo, ya visto en otros modelos de la gama. La variante de acceso es el 2.0 TDCi de 180 CV y 400 Nm que va ligado a una caja de cambios manual de seis velocidades.

El tope de gama es nuestro 2.0 TDCi de 210 CV y 450 Nm de par entre las 2.000 y las 2.750 rpm, que en este caso va ligado a la transmisión automática Powershift de doble embrague y seis velocidades. En ambos casos, la tracción 4×4 viene de serie. Las prestaciones del SUV grande son modestas, acelera de 0 a 100 km/h en 9,4 segundos y su velocidad máxima es de 211 km/h. Su consumo homologado es de 5,9 l/100km y las emisiones de CO2 de 152 g/km.

Comportamiento

Arrancamos la mecánica diésel. En frío y en parado notamos que es bastante audible y que no destaca por refinamiento. Por suerte, en marcha se aprecia que el aislamiento del habitáculo es bueno y que se beneficia del sistema adaptativo de atenuación de ruido. Funciona de forma similar a los auriculares, pues genera ondas sonoras en dirección contraria a las que llegan del motor. En general, se puede decir que la calidad de rodadura es elevada a pesar de sus dimensiones.

El motor 2.0 TDCi tiene un funcionamiento algo limitado. La explicación es que su entrega de potencia sucede a bajas vueltas (entre 2.000 y 2.500 rpm), presentando a medio y alto régimen algunas carencias significativas. En pocas palabras, en esos momentos no parece tener los 210 CV que se leen en su ficha técnica. También es algo entendible si tenemos en cuenta su tamaño y un peso que ronda las dos toneladas.

La transmisión Powershift casa bien con dicha mecánica. Las transiciones entre marchas son muy suaves, aunque no es todo lo rápido y preciso que nos gustaría. Rodando en modo normal las reducciones llegan un poco más tarde de lo que demandamos. Para solventarlo hay un modo Sport, que si bien no es muy deportivo, hace que el cambio sea más directo. También está la opción de recurrir a las pequeñas levas en el volante para ir a nuestro gusto.

El comportamiento dinámico del Ford Edge está bastante conseguido si pensamos que es un SUV grande. Tiene talante en la mayoría de situaciones, destacando en autovía y carreteras secundarias abiertas, donde se muestra como un rutero ejemplar con el que recorrer miles de kilómetros sin que aparezca la fatiga. Se resiente un poco más en vías reviradas, pues no destaca por agilidad y podrán aparecer algunos balanceos.

En ciudad el único punto positivo que le sacamos es su posición de conducción elevada. El Ford Edge es demasiado grande para callejear por el entorno urbano y también para algunas plazas de garaje, en las que directamente puede que no entre. Este modelo permitirá alguna incursión fuera del asfalto, pero no se trata de un auténtico todoterreno. Tiene una altura libre al suelo de 20,3 centímetros y se beneficia de la tracción integral con un diferencial que pasará par al eje trasero en caso de pérdida de tracción.

La suspensión es capaz de absorber cualquier tipo de bache o imperfección sin resentirse ni comprometer la comodidad del usuario. De hecho, es uno de los elementos mejor conseguidos y ‘culpable’ de ese equilibrio y calidad de rodadura. La dirección no se queda atrás, es adaptativa y ayuda al usuario a maniobrar a bajas velocidades o a conseguir confianza a altas. Su grado de asistencia no es demasiado alto y transmite bastante bien.

Finalizamos la prueba revisando los consumos del Ford Edge. Son bastante altos y alejados a lo que decían los datos de homologación. Obtenemos una media combinada de 8,7 l/100km, aunque también hay que decir que no se buscó una conducción eficiente. También que es algo lógico, ya que el peso, las dimensiones y el tipo de tracción penalizan a la eficiencia demasiado en este caso.

Opinión coches.com

A modo de resumen, el Ford Edge es un SUV grande puramente americano. Desembarca en Europa con las cosas claras y sin perder un ápice de personalidad. El diseño exterior acapara bastantes miradas por su robustez y por salirse un poco de lo habitual. En el interior la tecnología es la habitual de la marca, el equipamiento bastante completo y el espacio disponible notable, tanto por sus cinco plazas de buen tamaño como por el destacado maletero.

Probamos el tope de gama, el 2.0 TDCi 210 CV Powershift 4×4. El bloque diésel tiene una entrega de potencia correcta pero algo limitada debido a sus dimensiones. El cambio automático y la tracción total tienen un comportamiento correcto, pero también penalizan a los consumos. La calidad de rodadura es uno de los puntos donde más destaca . El precio es algo superior al de otros rivales de marcas generalistas, pero algunos lo verán justificado por su carácter que parece decir ‘born in the USA’.

Ford Edge 2.0 TDCi 210 CV Powershift 4x4
7.8Nota
Lo mejor
  • Estética atractiva y diferenciada
  • Habitáculo y maletero espaciosos
  • Calidad de rodadura
Lo peor
  • Calidad de algunos materiales
  • Consumos bastante elevados
  • Precios por encima de la media
Diseño8.5
Habitabilidad8.5
Acabados7.5
Maletero8
Equipamiento8
Motor7
Comportamiento8
Calidad Precio6.5

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