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Mario Nogales

Opel Grandland 1.5D 130 CV EAT8, a prueba: ¿mejora mucho?

A veces menos, es más. Esa es la filosofía que se ha llevado con el nuevo Opel Grandland. Efectivamente, su nombre se simplifica y pierde esa X que denominaba a los crossover de la marca hace unos años. Sin embargo, mantiene su esencia al tiempo que renueva completamente su diseño o su tecnología. Ya está disponible a partir de 29.507 euros sin descuentos, una tarifa algo por encima de la media, pero que incluye un buen número de bondades como vamos a intentar mostrarte a continuación.

Aunque no es oro todo lo que reluce. Este ejemplar no es una nueva generación, sino una actualización ligera del anterior Grandland X. Mantiene la misma plataforma y la gama mecánica prácticamente inalterada, fabricándose en la planta alemana de Eisenach. Las principales mejoras del SUV compacto suceden en el apartado estético y en la tecnología del interior, mientras que la habitabilidad seguirá siendo la misma. Ahora vamos a conocerlo a fondo:

Exterior

Aunque se trate de una actualización, lo cierto es que los cambios estéticos son más que evidentes en el nuevo Opel Grandland. Al igual que el resto de modelos recientes de la marca, como los Mokka y Crossland que ya pasaron por esta sección, incorpora el Opel Vizor en el frontal. Eso se traduce en esa parrilla superior carenada con forma de máscara de color negro, que va perfectamente integrada. Lleva un marco cromado por la parte superior que va en línea con los faros. Opcionalmente están los matriciales Pixel LED IntelliLux, los que ya montaba el Insignia y son adaptativos al contar con 84 LED por faro.

También hay cambios en otros puntos del Grandland. Destaca, por ejemplo, que los bajos de la carrocería ahora vayan en plástico negro o que aparezcan unas protecciones en plata de alto brillo. Se suma la opción a la pintura bicolor para tener el techo y los pilares en negro, haciendo contraste. La línea superior de las ventanillas va remarcada por una fina tira cromada. Las llantas de este ejemplar son de nuevo diseño y van desde las 17 hasta las 19 pulgadas, pudiendo ir en otro tono como es el caso de las de nuestra unidad.

La zaga del Opel Grandland también es bastante distintiva por el hecho de su altura y de sus formas marcadas, aunque hay que reconocer que después de ver el frontal es claramente la parte que menos cambia. Es muy distinguible su portón, que cuenta con el nombre del modelo y el logotipo del Blitz en color negro de forma opcional. Los pilotos son similares a los del modelo saliente, mientras que el paragolpes ha sido rediseñado en su parte inferior.

Como bien decíamos antes, se trata de una actualización del modelo y no de un completo cambio generacional. Eso se traduce en que el Grandland lleva la misma plataforma y en que apenas cambian sus dimensiones. Se queda en 4.477 mm de longitud, con 1.906 mm de anchura y 1.609 mm de altura; todo ello con una distancia entre ejes de 2.675 mm que repercute en un habitáculo espacioso como veremos a continuación.

Interior

El interior es otro de los puntos que más cambia en el Opel Grandland. Principalmente lo hace a nivel tecnológico gracias a la incorporación del Opel Pure Panel. Así es cómo ha sido bautizadas las dos pantallas que van colocadas de forma simultánea para aglutinar todo el infoentretenimiento. La de la izquierda, que queda justo delante del volante, es una instrumentación digital de 7 o 12 pulgadas. La más grande es personalizable y muestra algunos datos de la conducción de forma simple y clara. Se le podría pedir un nivel más de complejidad y funciones adicionales.

Unida mediante un marco Piano Black va la pantalla táctil principal. De serie son 7 pulgadas y unas funciones algo más limitadas, aunque siempre con conectividad completa con Apple CarPlay y Android Auto. Opcionalmente se suma la de 10 pulgadas con el sistema multimedia Navi Pro, que cuenta con navegación en 3D con información del tráfico en tiempo real y un control por voz más avanzando. Éste último caso solamente puede ir con la instrumentación digital de 12 pulgadas.

Lo cierto es que hemos podido ver que el Opel Grandland es bastante ergonómico y los controles son sencillos. Lo vemos así en una pantalla que cuenta con botones de acceso directo, pero no tanto en los controles de la climatización. Es cierto que se mantienen las ruletas y botones analógicos, pero se complementa con los comandos táctiles a través de la pantalla principal. En general, se aprecia que la marca del rayo ha prescindido de algunos botones superfluos, aunque quedan algunos interesantes como los de la consola central para algunas funciones relacionadas con la conducción.

La calidad de este ejemplar está en lo que consideraríamos la media para modelos generalistas. Los acabados están bien resueltos, no hay fallos aparentes en su construcción, que parece que vaya a perdurar con el paso del tiempo. Los materiales en general tienen buen tacto, con plásticos blandos y acolchados en las partes superiores y una tapicería mixta bastante aparente. Sin embargo, el mayor “pero” que le sacamos a este habitáculo es el abuso de Piano Black en la zona de las pantallas y también en la consola central.

El espacio disponible en las plazas delanteras es muy bueno, sobre todo si hablamos de la cota libre hasta el techo. También son asientos cómodos por anchura y acolchado, aunque eso podrá mejorar si incluimos opcionalmente las butacas con certificación AGR, mucho más confortables y con regulación eléctrica. Otra cosa que hay que mencionar en el Grandland son los generosos huecos portaobjetos, destacando para bien los de la consola central, uno muy profundo y con carga inalámbrica opcional, y para mal el de debajo de la climatización, pues no entran todos los móviles.

Las plazas traseras del Opel Grandland están ligeramente por encima de la media. Presentan un acceso bastante cómodo y el espacio es más que correcto tanto para las piernas como para la cabeza. Como suele suceder en la mayoría de casos, la plaza central carece y forma y será menos aprovechable al quedar el pasajero más cerca del techo y tener un túnel de transmisión entre las piernas. Por suerte, se mantienen las salidas de la climatización en esta segunda fila, además de una toma USB.

Maletero

El maletero del Opel Grandland tampoco cambia respecto al de su antecesor. Eso significa que tenemos hasta 514 litros de capacidad en las versiones de combustión como ésta que conducimos o quedándose en 390 litros para las variantes híbridas enchufables. Aunque hay portón eléctrico opcional, en este caso nos conformamos con la apertura manual y lo primero que apreciamos al abrirlo es la generosa boca de carga que nos queda delante. También se aprecian ganchos y redes para repartir y fijar el equipaje.

Por otro lado, hay un piso que se puede colocar a dos alturas para estructurar este maletero de manera optima. Bajo el piso encontramos un hueco en el que no está la rueda de repuesto, sino en el socorrido kit antipinchazos. Cuando necesitemos todo el espacio disponible de esta superficie bastará con abatir los asientos traseros en dos partes (60:40) para dejar una superficie casi plana y una capacidad de hasta 1.528 litros.

Equipamiento

El Opel Grandland se puede escoger con los tres niveles de equipamiento habituales en nuestro país. Ya de serie ofrece una dotación bastante completa, pues en el acabado Business Edition cuenta con llantas de 17 pulgadas, faros LED, aire acondicionado, sistema multimedia con pantalla de 7 pulgadas, freno de mano eléctrico, sensores de aparcamiento traseros, control y limitador de velocidad, detector de fatiga o lector de señales de tráfico.

Un paso por encima está el GS Line, precisamente el que montaba nuestra unidad de pruebas. Saca un aspecto más deportivo gracias a la carrocería bicolor con techo y retrovisores (abatibles eléctricamente) en negro, llantas específicas, cristales traseros oscurecidos o algunos detalles cromados; además de asientos más deportivos con ajuste lumbar eléctrico, espejo interior fotosensible o sensores de aparcamiento delanteros.

El acabado tope de gama es el Ultimate, que hace que el Grandland se beneficie de llantas de 18 pulgadas en dos tonos, más inserciones cromadas, climatización bizona, tapicería mixta, pantalla de 8 pulgadas con navegación integrada, iluminación interior LED, acceso y arranque sin llave, aparcamiento asistido o detector de objetos en ángulo muerto, entre otras cosas.

Motor

La gama mecánica tampoco es que cambie demasiado en el nuevo Opel Grandland, aunque lo cierto es que tampoco le hacía falta. Hay una opción de gasolina, otra diésel y dos híbridas enchufables con etiqueta CERO de la DGT. El gasolina es el conocido 1.2 Turbo de tres cilindros, con 130 CV. Curiosamente es el único que puede ir con cambio manual, mientras que ofrece opcionalmente la transmisión automática de ocho velocidades. Es la que viene por defecto en la variante diésel 1.5 D que conducimos nosotros, con sus cuatro cilindros y una potencia que también está en 130 CV.

Los más potentes de la gama, en este caso, también son los más respetuosos con el medio ambiente. Los Opel Grandland híbridos enchufables toman como base una mecánica de gasolina de 1.6 litros turbo, a la que se suman uno o dos motores eléctricos. En el primer caso, se mantiene la tracción delantera y se consiguen 225 CV de potencia conjunta. El tope de gama, Hybrid4, consigue la tracción total con ese segundo motor que mueve el eje trasero y que le hace alcanzar los 300 CV de potencia.

Comportamiento

Ya estamos al volante del Opel Grandland 1.5 D, la versión diésel con 130 CV y 300 Nm de par que probablemente sea la más incomprendida, y a la vez efectiva, del modelo. En un mundo en el que el diésel está siendo apartado, la lógica nos dice que esta versión se venderá menos, pero lo cierto es que para los usuarios que recorren muchos kilómetros al día seguirá teniendo sentido. Además, las sensaciones son de diésel de vieja escuela, con mucha potencia en bajas y siendo algo menos aprovechable en la zona alta del cuentarevoluciones.

Sus prestaciones son correctas para tratarse de un SUV compacto. Con la mecánica diésel, el Grandland acelera de 0 a 100 km/h en 11,5 segundos y su velocidad máxima se va hasta los 195 km/h. Como decíamos, no son cifras para echarse las manos a la cabeza, pero es suficiente para moverse en el día a día. El desempeño es bueno, aunque nos hubiera gustado un refinamiento algo mayor, ya que se trata de un motor bastante ruidoso. Tampoco se percibe demasiado trabajo de insonorización en el habitáculo.

Una peculiaridad que hay que mencionar en esta versión diésel es que no está disponible con cambio manual. La única opción en la gama es el gasolina de acceso 1.2 Turbo, en el resto de casos la protagonista es la transmisión automática EAT8. Es la conocida caja de convertidor de par presente en muchos modelos PSA y que siempre se ha caracterizado por su suavidad en todo momento. Sin embargo, no es todo lo precisa que nos gustaría y a veces se muestra algo lenta de reacciones. Aunque también dependerá del modo de conducción que llevemos seleccionado.

En esta versión del Opel Grandland contamos con el botón Drive Mode en la consola central, que nos permite escoger entre los modos Eco, Normal y Sport. No es que haya demasiadas diferencias entre ellos, pero sí que se nota en parámetros como el tacto de la dirección o la respuesta del cambio. En el más eficiente nos ayudará a bajar los consumos y el más deportivo nos permitirá apurar un poco más, pero en ningún momento podemos esperar demasiado dinamismo de este SUV compacto.

La puesta a punto del chasis del Opel Grandland busca más la comodidad que otra cosa. Se mueve bien, pues tiene un peso contenido de 1.448 kg en esta versión, pero no es lo más adecuado para marcarnos un tramo de curvas. Se le da mejor la ciudad por el tarado blando de la suspensión o la autopista por su buena estabilidad. No es un coche para correr y eso también queda demostrado (afortunadamente) en sus consumos. Terminamos la semana con una media de 6,3 litros, algo por encima de lo homologado, pero asequible para un coche de estas características.

Mientras estamos conduciendo el nuevo Opel Grandland también es fácil percibir y beneficiarse de algunos sistemas de ayuda a la conducción inéditos. Aunque nuestra unidad no lo tenga, por primera vez se ofrece la cámara nocturna Night Vision con detección de personas y animales a 100 metros. Otras bondades de este ejemplar son el control de crucero adaptativo con función Stop&Go, la cámara panorámica de 360º, el asistente de aparcamiento automático o el sistema de aviso de ángulo muerto.

Opinión coches.com

El Opel Grandland es un coche que ha sabido evolucionar de forma inteligente. Con esta actualización se introducen un buen número de cambios que sirven para afinar precisamente eso que se le demandaba. Ahora tiene una estética más atractiva y acorde al resto de la gama, además de una tecnología bastante completa y accesible. Mantiene una habitabilidad generosa que es uno de sus puntos fuertes y una gama mecánica simplificada, pero que cubre las necesidades de prácticamente todo el público.

El precio queda algo por encima de la media al partir de 29.507 euros. Además, quien quiera optar por una versión más equipada ya se tendrá que ir hasta prácticamente los 35.000 euros, siendo los híbridos enchufables considerablemente más caros. Eso sí, en coches.com puedes encontrar ofertas muy interesantes para este modelo o sus rivales, además de buenas opciones de financiación.

Opel Grandland 1.5D 130 CV EAT8
7.5Nota
Lo mejor
  • Estética renovada
  • Espacio interior y maletero
  • Consumos con el motor diésel
Lo peor
  • Piano Black del interior
  • Solamente una versión manual
  • Algo ruidoso
Diseño7.5
Habitabilidad8
Acabados7
Maletero8
Equipamiento7.5
Motor7.5
Comportamiento7
Calidad Precio7.5

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