El mundo del automóvil está tomando un rumbo bastante claro. La enorme mayoría de lanzamientos que están realizando los principales fabricantes son vehículos eléctricos. Si concretamos más, un buen porcentaje de ellos portan la carrocería SUV. Queda casi confirmado que en la próxima década todo va a estar copado por coches que cumplen esas dos características y será entonces cuando empecemos a valorar la originalidad. Y seguramente lamentemos la pérdida de modelos como el Audi TT que hemos probado recientemente.
La del coupé de los cuatro aros está siendo la crónica de una muerte anunciada. En los últimos años ya se ha visto la intención de Audi de retirar este modelo, que lleva fue actualizado por última vez en 2019. Son muchos los rumores que ha habido a su alrededor, pero parece casi seguro que desaparecerá, al menos como lo conocemos a día de hoy. Cabe la posibilidad de que se mantenga la denominación TT, pero con un cambio radical que pasaría por electrificarlo parcial o completamente.
Por eso hoy tratamos de hacer ver lo especial del TT, esa esencia que lleva portando desde el lanzamiento de la primera generación en 1998. La edición Tourist Trophy que probamos tiene algunos guiños a ese ejemplar original y un equipamiento realmente completo. Pero, dejando eso a un lado, tiene otras características que lo hace destacar entre la mayoría de coches actuales. Para empezar es un coupé de tres puertas y pequeñas dimensiones. Es un coche muy poco práctico (basta asomarse a las plazas traseras para verlo), pero tampoco le hace falta serlo.
A nivel de diseño ha evolucionado notablemente y deja atrás las líneas redondeadas que quedaron grabadas en la retina de muchos. El habitáculo destaca por su minimalismo, por tener todo en su justa medida, excepto la calidad, que es muy destacada. Entonces, ¿qué hace que sea tan especial? Sin duda tenemos que quedarnos con su comportamiento dinámico equilibrado y deportivo. Su chasis está bien afinado y el reparto de pesos es casi perfecto, se mueve a las mil maravillas en la mayoría de tesituras.
En la versión 45 TFSI que probamos ya convence, pero si pasamos a la versión RS tope de gamate enamorará perdidamente. Queda claro que el Audi TT es un coche para el disfrute que no busca grandes volúmenes de ventas, más bien sacar una sonrisa a su propietario cada vez que lo monte. En todo caso, está más cerca que lejos el momento en el que anunciemos que termina su producción, así que es la última oportunidad de disfrutarlo. Luego no digáis que no avisamos.
Galería de fotos: